Opinión
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Jazz

Mario Esquivel, decano del jazz en Yucatán

U

n mes después de la muy lamentable muerte de Ligia Cámara (La Jornada 31/10/13), la pianista y cantante era homenajeada por la comunidad jazzística yucateca en el teatro José Peón Contreras, en el centro de Mérida, instituyendo de esta manera el Festival de Jazz Yucatán Ligia Cámara. Simultáneamente, al sur del Distrito Federal, en los estudios de Horizonte, Enrique Nery, Calos Tercero y yo grabábamos dos programas de dos horas con la música y los recuerdos de la maestra.

Bien, pues resulta que el año pasado apareció un disco de colección (para los que todavía concebimos al disco como arte-objeto irremplazable),que contiene el concierto inaugural del festival en memoria de Ligia. Además del grupo base: Mario Esquivel (piano), Eduardo Rodríguez (guitarra), Eduardo Parra (bajo), Pepe Ballote (sax y flauta) y Manuel Canul (batería), en escena aparecen Maricarmen Pérez, Cony Ancona, Gustavo López Chavito, Luis Mario Baeza, Carlos Cacho Medina, Alfredo Bolio y María Medina.

Sí, la misma María Medina que ha protagonizado uno de los mejores ciclos en la historia de la canción mexicana, la que ganó el Festival OTI de la Canción en 1983 con Compás de espera, pero que en el núcleo del ser sigue cantando y vibrando con el jazz, y que en este disco se deja oír soberbiamente con The Way We Were y Como yo te amé.

Todo esto: la producción del disco (con cierto déficit de posproducción); la idea, organización y dirección artística del festival, así como la dirección musical, los arreglos y el piano del grupo base, son obra del maestro Mario Esquivel, infatigable decano del jazz tradicional en Yucatán, coordinador de Alianza Cultural del Estado y director del Museo de la Canción Yucateca. Nomás.

Mario empezó a tomar clases particulares de piano, junto con Ligia Cámara, con la maestra Mechita Heredia. “Aunque después nos sacan a los dos de esa escuela, por malos estudiantes –comenta el maestro Esquivel–, porque teníamos la virtud de tocar la música de nota por oído, sin leerla, y entonces engañábamos a la maestra, hasta que nos pescó haciendo estos trucos y nos expulsó a los dos.”

El pianista formó entonces un primer grupo de rocanrol y lo bautiza Los Monjes. Entre sus integrantes, figuró un cantante y guitarrista que la historia conoce y reconoce como Guadalupe Trigo. Pero Los Monjes empezaban acompañando a cantantes como Angélica María, Enrique Guzmán, César Costa y Manolo Muñoz.

Esos primeros Monjes, que tuvieron una exitosa vida de cuatro años, eran Alfonso Ontiveros (Guadalupe Trigo) en la guitarra, Alonso Manzanilla en la segunda guitarra, Efraín Ballote en el bajo, Bernardo Escalante en la batería y Mario Esquivel en el piano y la dirección. Por 1960-61 viajaron a la ciudad de México para trabajar en el bar El Pollito, donde Armando Manzanero cantaba solo durante 45 minutos; después acompañaba a Luis Demetrio, otros 45 minutos, y Los Monjes cerraban la noche tocando rocanrol.

Dos años después Mario regresó a Mérida; Guadalupe Trigo comenzó como tal. En 1967, el pianista armó una nueva banda: Clan 67, con una novel cantante yucateca que se hacía llamar Melisa, aunque tiempo después cambiaría su nombre artístico al de María Medina y se quedaría en el Distrito Federal a insistencia del conductor televisivo Raúl Velasco.

Y es entonces, por ahí de 1972 o 1973, que Ligia Cámara entró al Clan 67 para suplir a María Medina. Dos años después Mario Esquivel tuvo que regresar a su vida empresarial (tiene una compañía náutica) y Ligia se sientó al piano, se quedó al frente del grupo, le cambió C por K y se hizo llamar Klan 75, para ser más de 10 años la banda de jazz y bossa nova más importante de Yucatán.

Aunque era ya un empresario de tiempo completo, Mario inventaba aquí y allá pequeñas dosis de tiempo libre para trabajar de director artístico de los festivales del Banco del Atlántico, llevando a Mérida figuras como Mario Ruiz Armengol, Vicente Garrido, Los Hermanos Castro, José Antonio Méndez, Bebu Silvetti… hasta que en 1983 se decidió a abrir el bar Jazzis. Lo hice por gusto, por ganas de tocar. Vino mucha gente y yo me empecé a presentar como Mario Esquivel y sus Amigos, como hasta la fecha. Esto nunca lo he visto como un negocio. Es por amor a la música, al jazz.

Salud.