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Es la pieza estelar de la exposición dedicada a Octavio Paz en el centenario del poeta

De noche y con viento de lluvia, una diosa de Henry Moore emerge en Bellas Artes

Las maniobras para posar Reclining Figure: Arch Leg, escultura monumental del artista británico, en la explanada del recinto y despojarla de su envoltura blanca asombraron a los noctívagos

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Aspectos del montaje de la escultura de Henry Moore en la explanada del máximo recinto cultural del paísFoto Guillermo Sologuren
 
Periódico La Jornada
Viernes 22 de agosto de 2014, p. 5

Una enorme caja de madera, con una delicada joya extranjera de dos toneladas de peso, pende en el aire, sostenida por el brazo de una grúa: las formas femeninas, ondulantes y de vacío de Henry Moore ocuparon la explanada del Palacio de Bellas Artes.

La escultura monumental Reclining Figure: Arch Leg, realizada por el escultor inglés, protagoniza la entrada triunfal y un montaje nocturno.

Se trata de una figura en bronce inspirada en la escultura precolombina del Chac Mool, de 2.5 por 2 metros; es la pieza central en la exposición En esto ver aquello: Octavio Paz y el arte, que celebra al poeta y Nobel mexicano en su centenario.

En la muestra que se inaugurará en septiembre destacan las reflexiones que el autor de El laberinto de la soledad hizo sobre la modernidad, movimiento del que Henry Moore fue uno de sus exponentes, informó Alberto González Torres, director de Exposiciones del Museo del Palacio de Bellas Artes.

El interés de algunos artistas por las esculturas del pasado es uno de los temas en la muestra que albergará el recinto, la cual reúne más de 200 trabajos de varios artistas, detalló con sigilo el funcionario.

Un arco en el que se unen la evocación femenina de un torso y piernas en una abstracción sensual es como se describe la escultura con la que Henry Moore (1898-1986) es expuesto en México por primera vez, gracias a un préstamo del Museo de Arte de San Diego, California.

Dentro del Museo del Palacio de Bellas Artes se exhibirán tres piezas más del creador británico, provenientes de otras instituciones.

Inspirado por el Chac Mool

Octavio Paz sí habló específicamente sobre Henry Moore; fue un artista que le interesó mucho porque mucha de su investigación fue en torno a la escultura precolombina, comentó César González Aguirre, investigador del museo.

Paz nos recuerda que la montaña es un arquetipo para la cultura prehispánica y está representada en el arte. Es una idea que le llama la atención y la asocia con Moore, como una especie de ambivalencia contenida en las figuras reclinadas que hace el artista inglés.

Henry Moore fue uno de los grandes escultores del siglo XX, que emergió de la oscuridad del movimiento del modernismo radical en Gran Bretaña durante las primeras décadas de ese siglo. Sus esculturas en gran formato están dispersas por el mundo.

En su obra predomina la figura femenina, aunque desde los años 20 del siglo pasado, la postura reclinada comenzó a ser una constante. Las culturas precolombinas tolteca y maya fueron fuente de inspiración, sobre todo el Chac Mool.

En una visita al Museo del Louvre, Moore quedó impresionado por el Chac Mool, escultura que representa una figura humana reclinada hacia atrás, con las piernas encogidas y la cabeza que mira hacia el frente. Su vientre abierto en plenitud a las ofrendas.

El suelo blanquecino de la explanada de Bellas Artes, húmedo de lluvia y reflejante de las luces de la ciudad, se unió a la expectativa de la llegada de la monumental pieza proveniente del Museo de Arte de San Diego. El bombardeo de agua se hizo presente durante la tarde y noche, con el temor de provocar la cancelación del montaje de la obra. Chac Mool, desde la cosmogonía maya y tolteca, pareció ser condescendiente con su contraparte británica y femenina.

Diálogo modernidad-lo femenino

Reclining Figure: Arch Leg es una de las figuras reclinadas más emblemáticas de Moore (realizada entre 1969 y 1970), porque contiene formas sólidas y, al mismo tiempo oquedades, espacios donde puede pasar un cuerpo, así como la vista.

Esto es para Paz una recreación del Cosmos y representación de la mujer como el Universo, detalló González Aguirre, aunque ante las preguntas sobre los detalles de la exposición en honor al autor de El laberinto de la soledad sólo respondió repetidamente: Por el momento no podemos dar esa información.

Programada a las 9 de la noche, fue hasta las 22:40 que la gran grúa hizo su entrada triunfal por la calle 5 de Mayo.

Antes, al final de la función del Teatro Principal del Palacio de Bellas Artes, el público caminaba curioso alrededor de la zona acordonada, en la que sólo una solitaria plataforma se unía en la espera. Unos preguntaban qué pasaba, otros incluso se quedaron hasta que se develó el misterio en su materialidad.

¡Ya llegó!, fue la exclamación que hizo correr hasta el extremo de la grúa con su preciosa carga cubierta de una lona naranja. El brazo mecánico de la grúa se expandió desde el camión y levantó en el aire la enorme caja de madera. Ya en el piso, el embalaje comenzó a abrirse en rodajas cuadradas de pino.

En un largo viaje desde California, Estados Unidos, una prolongada espera en el aeropuerto como todo visitante extranjero, y un trayecto por la ciudad, finalmente apareció la escultura cuya estancia bajo el cielo en Bellas Artes terminará el próximo enero.

En contraste, de las ocho piezas de Moore que el Museo de Arte de San Diego posee en su acervo, ninguna se exhibe en la actualidad, informa en su catálogo. Y es la primera vez que Reclining Figure: Arch Leg viaja desde su llegada al museo estadunidense en 1971.

Recubierta con polietileno y plástico, la figura reclinada se reveló por fin. El momento cumbre de la noche fue cuando las bandas pulposas la elevaron de nuevo para, con delicadeza, posarla, con manos enguantadas, sobre el nicho preparado para esta diosa que dialoga con la modernidad y lo femenino.

En un extremo de los jardines una turista extranjera indagaba sobre qué estaban instalando. ¿Henry Moore? ¿El escultor? ¿De verdad?, preguntaba desde el asombro de su primer día en México, recién llegada desde Los Ángeles, pues sería aquí donde vería una pieza del reconocido artista británico.

Despojada de su envoltura blanca, la monumentalidad en bronce, ondulante y vacía, emergió entre el viento de lluvia. Después de la media noche, en el albor de la madrugada, Henry Moore quedó instalado en la explanada del máximo recinto cultural del país.