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Filas hasta de 12 horas para besar reliquias de los Reyes Magos

Llena la Iglesia ortodoxa el vacío ideológico tras la disolución de la Unión Soviética
Corresponsal
Periódico La Jornada
Viernes 17 de enero de 2014, p. 29

Moscú, viernes 17 de enero.

Abolido el marxismo-leninismo de la agenda oficial del Estado, el Kremlin encontró en la Iglesia ortodoxa rusa el mejor aliado para llenar el vacío ideológico y ahora, poco más de dos décadas después de la disolución de la Unión Soviética, la mayoría de los rusos –también, no debe olvidarse, hay una importante minoría musulmana y de adeptos a otros cultos– experimentan un exagerado fervor cristiano.

Así, miles de personas, desafiando este viernes temperaturas por debajo de los 10 grados centígrados, hacen fila por 12 horas en la ciudad de San Petersburgo para besar un cofre que supuestamente contiene fragmentos de las vasijas que usaron los Reyes Magos para llevar oro, incienso y mirra que regalaron al nacer Jesús.

El relicario –que por primera vez salió de Grecia, donde es custodiado desde el siglo XV en el monasterio de San Pablo en el Monte Athos, península de Halkidiki– estará expuesto un día más en el monasterio de Novodevichi, antes de seguir su periplo a Minsk y Kiev, las capitales de las otras repúblicas eslavas del espacio postsoviético.

Ya más de 400 mil moscovitas pudieron cumplir el rito, cuando se exhibieron las reliquias del 7 al 13 de enero en la Catedral de Cristo Redentor, el principal templo ortodoxo de Rusia y, dicho sea de paso, escenario de la oración punk que las integrantes del grupo Pussy Riot dedicaron al presidente Vladimir Putin.

Parece ser que la Iglesia ortodoxa rusa, en su afán de sumar feligreses con la anuencia de las autoridades políticas, no termina de salir de un escándalo para entrar en otro: los expertos del prestigiado Museo de Cultura Rusa Antigua Andrei Rubliov, en un documentado análisis difundido en Internet, pusieron en duda la autenticidad de las reliquias y cuestionaron la argumentación sobre cómo y cuándo llegaron al Monte Athos, que dieron en estos días distintos voceros del Patriarcado de Moscú.

Sostienen, sin discutir si existieron o no los Reyes Magos, que lo que besan los creyentes rusos son objetos que se elaboraron en el siglo XV por encargo de los emperadores de Bizancio, y que la Iglesia ortodoxa griega empezó a utilizar, a comienzos de los años 80 del siglo XX, como reliquias con efectos milagrosos para recaudar donaciones.

Pragmático, en entrevista a un diario ruso, uno de los 30 monjes que habitan el monasterio de San Pablo dijo que se basan en la tradición cristiana y en el conocimiento transmitido de generación en generación y, por tanto, nunca les ha interesado demostrar científicamente la autenticidad de los regalos de los Reyes Magos, los cuales –agregó– tienen un gran poder benéfico y pueden curar a personas enfermas.

Pero, a diferencia de la cúpula de la Iglesia ortodoxa rusa, es probable que los monjes griegos no sepan que la Fundación de San Basilio el Grande, que consiguió el permiso para traer a Rusia, Bielorrusia y Ucrania los regalos de los Reyes Magos, fue fundada por el multimillonario Konstantín Malofeyev.

La reputación de este magnate ortodoxo quedó en entredicho al perder su escaño de diputado en el Parlamento de Smolensk por comprar a los electores, según dictaminó un juez. Además, Malofeyev figura como imputado en varios casos relacionados con sus negocios.

A todo esto, la Iglesia ortodoxa rusa ya está invitando a sus creyentes a participar en la celebración de la Epifanía y que aquí, de acuerdo con el calendario juliano, corresponde al 19 de enero.

Dicen los clérigos que ese día, haga la temperatura que haga, los creyentes deben sumergirse tres veces en el agua gélida de los ríos y lagos y prometen, para facilitar las cosas, que cerca de todos los templos se hará un hueco en el hielo.

El año pasado lo hicieron en Moscú 287 mil personas y más de 2 millones en toda Rusia. No se difundieron cifras de cuántos enfermaron de pulmonía, gripe y similares.