Opinión
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En el Chopo

Clausura de los festejos por los 33 años

E

n la entrega anterior de este espacio le quitamos tres años al acta de nacimiento del Tianguis del Chopo, va pues, la fe de erratas: son 33 años de existencia del Chopo. Hecha la aclaración, hablemos de lo programado para clausurar los festejos: hoy en Radio Chopo se presentan Raztlán, Shepher Yetzirah, Maleticarum Attack, Juana La Rodillona y Overteath; de Chile llega Difuntos Correa y cierra el cartel un grupo sorpresa de ska.

El próximo lunes estarán charlando en el foro Carlos Monsiváis de la Feria Internacional del libro de la delegación Benito Juárez, Abraham Ríos y Carlos Alvarado; ambos, choperos de la estirpe pionera y con un bagaje de historias alrededor de estas, ya superadas, tres décadas. Ríos es autor del libro Tianguis Cultural del Chopo, una larga jornada, mientras que Alvarado es un músico con un largo historial en el rock progresivo mexicano y ha formado parte, entre otros, de Chac Mool, El puente de Alvarado y Vía Láctea; actualmente forma parte de la comisión de cultura del Tianguis.

Historia no documentada de los hoyos fonqui

De alguna manera, el tianguis tiene parentesco con esos espacios conocidos, desde finales de los años 60, como hoyos fonqui. Por principio, ambos son objeto de censura por el hecho de convocar jóvenes con gustos por el rock, por lo estrafalario en sus vestimentas y por sus trasgresiones culturales. Los hoyos fonqui, fueron –son– punto de reunión de músicos incipientes y bandas consagradas: allí vimos agrupaciones ya consolidadas entonces como Dug Dug’s, Javier Bátiz, Love Army; pero también escuchamos/vimos a Factory, Epílogo, Three Souls in my Mind, conjuntos que iniciaban en el sinuoso y resbaladizo camino del rock. Sitios como el Petunias –después Salón Chicago– el Brow up, el Mustang, el Romano iniciaron la tradición por el norte del DF; lugares que no eran el Fillmore, pero tampoco eran cuchitriles. Con el tiempo, algunos vivales habilitaron cualquier bodegón o tejaban para que la chaviza escuchará a sus grupos preferidos y pues a aguantar vara; ni modo de ir al Champagne a gogo o a Los Globos.

En ese tiempo, el rock sólo llegaba al proletariado directo de los hoyos fonqui. Era chido escuchar en vivo las versiones de Vehículo, de los Idus de Marzo; 25 o 6 a 4, de Chicago; Bring it on home, de Sam Cooke, Purple haze o Love me two times. Pero, fue igualmente agradable, ver cómo se volvieron infaltables Caminata cerebral, Oye cantinero, Easy woman, Bajo el signo de acuario, Freedom now o La gente. Esta media docena de rolas de chavos mexicanos son sólo algunas de las que surgieron en esos espacios conocidos como hoyos fonqui. Por supuesto que las líneas anteriores son una pincelada de los primeros años de un duro clandestinaje vivido por el rock y que sólo fortaleció el afán libertario y de inconformidad de los muchachos de esa época. El Tianguis del Chopo, igual, da cabida, sin distinción, a toda la banda para que escuche grupos consagrados o a los que apenas empiezan a caminar. Salú.