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Ciclo de conferencias sobre socialismo mediante la obra de Havel y Stoppard, en el CCU

La izquierda actual no puede evadir la reflexión sobre la era soviética: Ilán Semo
 
Periódico La Jornada
Lunes 30 de mayo de 2011, p. a11

El socialismo, la democracia, el totalitarismo y las utopías fueron los temas principales que abordaron los expertos Daniela Spenser e Ilán Semo para remontarse a la Praga de 1968, en el contexto del ciclo de conferencias Havel: la frontera de las ilusiones.

La Europa oriental entre el 68 y la revolución de terciopelo fue el tema bajo el cual se rigieron las ponencias impartidas por Spenser y Semo en la sala Carlos Chávez, del Centro Cultural Universitario (CCU).

El ciclo gira en torno a las obras de teatro Rockn’ Roll, de Tom Stoppard, y La inauguración, de Vaclav Havel. En ambos montajes se plantean hechos históricos como la Primavera de Praga y la entrada de los tanques rusos a Checoslovaquia, así como aspectos relativos al totalitarismo que plasmó Havel, quien fue dramaturgo, último presidente de Checoslovaquia y primer mandatario de la República Checa.

“Durante la Primavera de Praga, en 1968 –la cual duró ocho meses–, por primera vez en la historia de los países de bloque soviético se cambió la relación entre el Estado y la sociedad, el sistema económico y la vida cultural”, explicó Daniela Spenser, profesora e investigadora del Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas).

Por primera vez, prosiguió la académica, se trató de conciliar el socialismo con la democracia, la libertad individual con las organizaciones de masas. “En Checoslovaquia se llegó a llamar a esa utopía ‘el socialismo con rostro humano’: los socialistas se propusieron humanizar el mismo régimen a cuya deformación había contribuido”.

La autora de Los primeros tropiezos de la Internacional Comunista en México resaltó la relación entre Moscú y Checoslovaquia, además de aspectos relacionados con el Pacto de Varsovia y el marxismo-leninismo, así como los cambios y reformas sucedidos en esa parte de Europa.

En 1968, Vaclav Havel era un exitoso dramaturgo de 32 años, y aunque no era comunista apoyaba las reformas, porque permitían respirar en libertad; además, visualizaba la coexistencia del socialismo, la justicia social y el libre albeldrío, dijo Spenser.

Havel, manifestó, formaba parte de la cultura y no del sistema. Miraba el poder y esa sociedad desde una perspectiva no enganchada, pero con gran capacidad de ver su lado absurdo y grotesco, elementos que plasmaba en sus obras de teatro.

Ilán Semo, profesor de historia en la Universidad Iberoamericana y colaborador de esta casa editorial, dijo en su oportunidad que basado en la historiografía se percató de que existen diversas interpretaciones de la decadencia y caída de la experiencia soviética en Europa.

La izquierda en el siglo XXI no puede evadir la reflexión sobre lo que fue dicha experiencia si realmente quiere encontrar alternativas para los dilemas que se presentan en nuestras sociedades contemporáneas.

Lo cierto, manifestó, es que la historia de la caída del régimen soviético ha terminado en una forma de capitalismo salvaje, bárbaro y depredador, como si fuera una fenómeno del siglo XVII.

Antes, en el recinto de Ciudad Universitaria se efectuaron las conferencias El socialismo: la utopía, la distopía; así como Rock, izquierda y contracultura, en las cuales participaron académicos, roqueros, críticos e intelectuales, quienes ofrecieron más elementos para la discusión de temas de relevancia en el mundo y en el México contemporáneo.

Los montajes Rockn’ Roll, de Tom Stoppard, y La inauguración, de Vaclav Havel, se presentarán hasta el 3 de julio en los teatros Juan Ruiz de Alarcón y Sor Juana Inés de la Cruz, del CCU.