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Más de 40 mil personas se dieron cita ante alguno de los 135 estands que tiene la feria

Desborda la FILIJ el interés de los jóvenes lectores de la capital

Reconocen las editoriales reunidas en el CNA que fue un buen día para las ventas

Además de 13 mil títulos, los visitantes pueden disfrutar teatro, cuentacuentos y talleres

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Los niños representan el público más entusiasta ante la literatura que especialmente se presenta para ellos en la FILIJ, montada en el CNAFoto Carlos Cisneros
 
Periódico La Jornada
Domingo 14 de noviembre de 2010, p. 2

El trajín es incesante este sábado en el interior y el exterior del Centro Nacional de las Artes (CNA). Es el segundo día de actividades de la Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil (FILIJ), y el lugar es un hormiguero humano: cientos de personas que entran y salen de ese complejo cultural, ubicado al sur de la ciudad.

¿De dónde proviene tanta gente? Como botón basta mencionar que para las tres y media de la tarde, por lo menos se tienen registrados 40 mil 208 visitantes, lo cual da idea del interés que genera entre la población esta cita editorial, que cumple su trigésima versión.

Es una cifra no oficial y engañosa, pues considera el número de visitantes registrdos desde la víspera hasta dicha hora, pero sólo de en uno de los cinco accesos de este centro, el principal, en el cual se colocó un torniquete con contador. Es decir, falta contar a quienes ingresaron por los otras cuatro entradas, así como por el estacionamiento.

Si bien la apertura de la feria es a las 10 de la mañana, el maremagnum de visitantes comienza a suscitarse a eso del mediodía, y de allí, como se dice, para el real, hasta el resto de la jornada, a las 20 horas, cuando las actividades concluyen.

Ni siquiera a la hora convencional de la comida, entre las dos y cuatro de la tarde, la turba humana disminuye. Lo que sí puede observarse es que familias enteras, grupos de amigos, parejas de enamorados y uno que otro solitario aprovechan ese momento para improvisar un picnik en la extensa área de prados del CNA. Tortas, antojitos, hot dogs, hamburguesas, frituras de harina integran el menú, y como postre hay quienes disfrutan un helado, para amainar esta calurosa tarde.

Varias decenas de niñas y niños de las manos de sus papás o bien de un hermano o algún otro familiar recorren los 135 estands de la feria. En ellos pueden encontrarse 13 mil libros en venta y exhibición, provenientes de 380 fondos y 85 editoriales, tanto mexicanas como extranjeras.

Algunos de esos pequeños acuden a esta cita libresca por tratarse de una tarea escolar, como Guillermo Hernández, de la primaria José Azueta. Otros, como los tres hermanos Juárez Velázquez, llegan atraídos por lo que han oído, leído, pero sobre todo visto en la tele. Hay para quienes es ya una tradición asistir a la feria, un rito familiar o personal que cumplen año tras año, como Daniel, quien ahora está en tercero de secundaria y asistió por vez primera cuando estaba en segundo de primaria.

Los menos vienen a regañadientes, es decir, a fuerzas, obligados, pero no tardan mucho en verse atraídos por las multicolores imágenes, formas y letras de un libro, o bien por los diversos espectáculos artísticos que se ofrecen a lo largo del día, como una obra de teatro guiñol en el foro al aire libre FILIJ.

Algunos se detienen a preguntar sea por un título que les llama la atención o bien por un texto específico. En particular, los chavos se inclinan por las sagas de Harry Potter o El señor de los anillos, mientras que las chavas prefieren la saga de Crepúsculo, cuyos protagonistas masculinos en la versión cinematográfica de esa serie tantos suspiros les han arrancado.

Una postal se repite a lo largo de las horas: la de la manera en que niños, adolescentes, jóvenes o bien adultos tienen de relacionarse con los libros. Los observan, los palpan, los sostienen entre sus manos. Todo con acucioso detenimiento e interés, como el que muestra un arqueólogo ante un interesante hallazgo. Sólo les falta olerlos. Se sienten atraídos, seducidos por su colorido, por sus imágenes, por su tamaño, por ese misterio que invita a ser descifrado desde el título.

Ha sido un buen día, comenta uno de los responsables del stand del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes. No da números precisos, porque para ello sería necesario un inventario. La misma opinión positiva tienen de este sábado en otros sellos editoriales, como el Fondo de Cultura Económica.

Más que un encuentro en torno del libro, la FILIJ semeja una romería, una gran kermés o hasta un parque de diversiones, en el que hay un par de trenesitos multicolores para ser transportados, payasos, cuenta cuentos, interesantes talleres y cursos de toda índole, espectáculos musicales.

Es también un gran espacio al aire libre en el que los chiquillos pueden jugar como lo hicieron generaciones pasadas, de forma libre, sin temores, juegos cada vez en más desuso, como a las escondidas, las trais, los encantados, rodarse en el pasto. Y eso es muy factible que se repita este domingo, o bien el próximo fin de semana, la feria concluirá el 21 de noviembre.

Entre las actividades de este sábado, destacan el homenaje que se le rindió a Valentín Rincón, uno de los autores de canciones y libros infantiles más importantes de México. También fue inaugurada la exposición Javier Zabala. Retrospectiva diez años, en la que se presenta parte del trabajo de ese ilustrador y artista visual español. Y se dio a conocer a los ganadores de los concursos que tradicionalmente se efectúan en el contexto de este encuentro.