Opinión
Ver día anteriorMartes 17 de febrero de 2009Ver día siguienteEdiciones anteriores
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Fuentes y las nuevas tradiciones
D

urante el Salón del Libro de París tendrá lugar una docena de mesas redondas en las cuales participarán los autores mexicanos invitados. Los temas forman un caleidoscopio de las rupturas y tendencias de la literatura que hoy se escribe en México.

Me toca participar en la mesa Ecrire ailleurs: littérature et exil (Escribir en otras partes: literatura y exilio). Personalmente, nunca me he considerado una exiliada –y, si destierro hay, se trata del de un viaje. Un viaje largo, cierto, pero, ¿existe otra manera de viajar sin limitarse a la estrecha visión de un turismo cada vez más apurado de una ciudad a otra, monumento tras monumento, desde luego fotografiado para intentar rellenar los agujeros innumerables que perforan una memoria bombardeada de imágenes nuevas, apenas vislumbradas, antes de ser suplantadas por otras imágenes, futuros olvidos?

Vilma es una gran viajera, se adelantó a responder en mi lugar Juan Rulfo, cuando alguien me preguntó por qué me había exiliado. La verdad, vuelvo a México cuando quiero y puedo, vuelvo a París porque lo deseo. En ambos casos, vuelvo, he dejado de ir. ¿Eternos retornos? Más bien efímeros, pero que me regalan esa sensación de fugacidad de ser la extranjera en todas partes: la capacidad de un asombro incesante, el placer de descubrir con sorpresa cosas ya vistas.

Me interesa también asistir a la conferencia que dará Carlos Fuentes en la Biblioteca Nacional de Francia. Su título, en francés, Autour du nouveau roman latino-américain, levanta de inmediato varias cuestiones que me intrigan.

Como no creo que Fuentes, quien conoce bien la lengua francesa, haya decidido este enunciado a la ligera, me pregunto por qué la utilización del concepto nouveau roman, sobre todo, cuando su conferencia será hecha en francés y lleva su título en esta lengua.

Imagino que se trata de un guiño malicioso al manido concepto inventado por Robbe-Grillet –quien militó durante toda su carrera de representante literario, usándolo y desgastándolo hasta la usura, para imponer los libros de un grupo de escritores, une école, editados por Minuit–, pues no pienso que un nouveau roman en desuso pueda ser la nueva novela latinoamericana.

Más allá de este concepto, qué puede significar nueva novela, sin contar con la amplitud y la multiplicidad que implica el término latinoamericano, ni olvidar que, después de todo, la conferencia se limita al derredor, las afueras de la nueva novela. Pero, ¿qué significa novela después de Joyce, Kafka, Proust, Musil? ¿Es aún posible escribir una novela?

¿Debe entenderse por nueva novela de América Latina una ruptura con la literatura europea, una de cuyas lenguas, el español, nos fue impuesta por la conquista? ¿Ruptura con las tradiciones eurocentristas? ¿Retorno, rencuentro y recuperación de una tradición propia, originaria? Pero el término latinoamericana señala que nuestras tradiciones son latinas. La nueva novela ¿tendría que ver, entonces, con la literatura-periodismo, la ficción realista o el realismo ficticio? ¿O se trata, acaso, de dar la palabra a la gente que no la tiene, escuchar el silencio de las numerosas minorías de América Latina? ¿O de acceder a un nuevo orden, a la globalización de la literatura con temas internacionales que nos pongan al día de una política correcta y conforme, con una escritura que avanza entre la tradición de la ruptura y la ruptura de la tradición?

El historiador Toynbee hablaba de tres modelos culturales: el chino, el helenista y el de la diáspora. Tres maneras también de concebir el tiempo. Carlos Fuentes ha estudiado estos temas: ni retorno ni linealidad ni estallido: todos los tiempos al mismo tiempo es la concepción latinoamericana. Sin duda, Fuentes planteará estas cuestiones. Y plantearlas ¿no es el principio de la respuesta ahí contenida? Será necesario escucharlo con la atención y el respeto que merece.