BAJO LA LUPA

Alfredo Jalife-Rahme

Dinámica vertiginosa del orden hexapolar

Jacques Chirac, por el "diálogo de civilizaciones"

EN LA FASE DE transición geoestratégica del planeta, las seis potencias del orden hexapolar en ciernes (Estados Unidos, Unión Europea, Rusia, China, India y Brasil) entraron a una dinámica vertiginosa y muy compleja. Estados Unidos vive en forma dramática su contienda presidencial, que será determinante para las definiciones del nuevo orden geofinanciero internacional, que se deberá reajustar a una multiplicidad de variables -desplome del dólar; caída bursátil; alzas del petróleo, el oro y las materias primas; probable recesión en el año 2005, con inflación y restricción crediticia (la temible estanflación); limpieza del "establo de Augías" en que se convirtió Wall Street; "ajuste" de la "deslocalización" de la perniciosa globalización con medidas neoproteccionistas y regulatorias; y, más que nada, la implosión de los hedge funds ("fondos de cobertura de riesgo")- más que en la geoconomía, donde Washington está resultando el gran perdedor frente a la Unión Europea (UE) y al ascenso irresistible en su conjunto del "BRIC" (de las siglas de Brasil, Rusia, India y China), ya no se diga en la geopolítica, donde la otrora superpotencia unipolar se aisló del concierto mundial con su aventura en Irak. Bajo estas condiciones, solamente a un suicida se le ocurre ser "presidente" de Estados Unidos.

CONTRA TODOS LOS pronósticos fatalistas (abultados por los multimedia anglosajones del engaño permanente), los 25 miembros de la UE (más Rumania, Bulgaria y Turquía: šver para creer!) firmaron su Carta Magna que, de facto, en caso de aprobación, marca y enmarca una genuina unión política donde destaca la agenda social por encima de la unión monetarista del euro, que aún no se concreta en su totalidad; en forma paradójica, fue más sencillo ponerse de acuerdo en los objetivos comunes sociopolíticos y ambientales que en la adopción de la divisa común.

EN ESTA FASE DE transición hacia el nuevo orden hexapolar, que podría durar una generación, existen muchos claroscuros: muchas fracturas, pero también muchos traslapes de intereses comunes de acuerdo al tema y a la región. Desde su formación en 1996, en pleno auge de la globalización financiera unipolar, nunca como la quinta cumbre del Asia-Europe Meeting (Asem), entre 39 países de Europa y Asia (20 por ciento de los miembros de la ONU y alrededor de 50 por ciento del PIB mundial, casi el doble que Estados Unidos) había cobrado tanta trascendencia con el fin de "liberarse de los lazos muy estrechos", como refiere Red Voltaire (19 de octubre). Alemania, Francia, China y Japón clamaron por el "equilibrio en las relaciones internacionales" y el presidente gaullista Jacques Chirac, quien resultó un visionario sin igual, fustigó el "imperialismo subcultural" (Ƒse referirá a la chatarra del "entretenimiento hollywoodense" que los americanocentristas confunden con "cultura y civilización", de las que se encuentran tan alejados?) y se pronunció por la "diversidad cultural" y el "diálogo de civilizaciones", en las antípodas de Samuel Huntington, el racista de la pureza protestante anglosajona, quien confunde "civilización" (que no sabe definir) con "religión". Falta ostensiblemente la integración de Rusia, India y Pakistán para que el Asem se transforme en un foro creativo que arroje al basurero de la historia a la inservible Asia-Pacific Economic Cooperation (APEC), el "Foro de la Cuenca del Pacífico", un "foro" del control monocorde anglosajón.

COMO RESPUESTA "a la invasión anglosajona a Irak, al alza del precio de petróleo y al nuevo escenario en la vecindad", los estrategas de India, una mediana potencia nuclear, han conformado una "nueva doctrina militar de guerra" que colocaría el control de sus misiles en manos militares (los civiles conservarían el botón nuclear) e iniciaría la costosa expansión de su armada debido a la importancia estratégica del océano Indico, la yugular marítima de la geoeconomía asiática (Defense News, 25 de octubre). India comprará un portaviones ruso y cambiará algunos de los 137 navíos de su flota, que empieza a mostrar la corrosión del tiempo. Su programa misilístico nuclear es muy ambicioso, a partir de la triada de lanzamiento por cielo, mar y tierra. La vulnerabilidad de India se centra en la importación suculenta de petróleo y en el contencioso con Pakistán (otra potencia nuclear mediana, bajo la férula de Estados Unidos) sobre la incandescente Cachemira. ƑLa reciente propuesta espectacular del presidente pakistaní Pervez Musharraf para resolver el conflicto añejo por cinco décadas de Cachemira tiene como intención sacar a India de la órbita de influencia militar rusa para acercar a Nueva Delhi con Estados Unidos?

NO HA CESADO LA mentalidad del "triángulo estratégico" conformado por Rusia, India y China (concepto euroasiático formulado por el anterior premier ruso Evgeny Primakov para contener el avance de la OTAN -posicionada en los Balcanes- hacia el Cáucaso y Asia Central), cuyos ministros del exterior se reunieron en Almaty (Kazajstán). Un alto diplomático chino afirmó desde Nueva Delhi que su país "deseaba institucionalizar la cooperación trilateral entre Rusia, India y China para contribuir a la paz mundial".

SIN MUCHO RUIDO y con posterioridad a la relevante alianza siderúrgica entre Brasil y China, sus ministros de Defensa firmaron un acuerdo de cooperación militar y científico (Defense News, 25 de octubre). El presidente chino, Hu Jintao, visitará Brasil el mes de noviembre en reciprocidad a la exitosa visita del presidente Lula (el obrero metalúrgico resultó un estupendo geoestratega) a China en mayo pasado. Mientras el decadente cogobierno neoliberal salinista-zedillista-foxiano compró boleto sin retorno y sin salvación en el Titanic unipolar estadunidense, Lula ha lanzado una magistral ofensiva geopolítica multivectorial (sin necesidad de romper abruptamente con Estados Unidos) hacia la UE, China, Rusia, India, Sudáfrica y los países árabes (existen más libaneses en Brasil, donde conforman una comunidad de primer nivel, que en todo Líbano).

EN LA TRANSICION hacia el nuevo orden hexapolar, mientras los mediocres exhiben su locuacidad sin rubicundez, los genuinos estadistas muestran su talento con actos de alcances históricos. Rusia, en la etapa del perspicaz zar Putin, juega a convertirse en el "pivote" geoestratégico de los otros integrantes del orden hexapolar, con quienes se da el lujo de concretar acuerdos que vibran al diapasón de su interés nacional, a sabiendas de representar la primera potencia gasero-petrolera del planeta, de la que tanto dependen los otros cinco: apoya en público la relección de Bush (no hay que olvidar la herida sin cicatrizar de la guerra contra Serbia emprendida por el demócrata Bill Clinton, aliado de Kerry) y apuntala, en un vuelco de 180 grados, la firma del protocolo ambiental de Kyoto para congraciarse con la UE, que avalará su ingreso a la OMC; mientras profundiza sus relaciones con India (que también juega a ser "pivote" en su muy peculiar estilo), se prepara a visitar Brasil, después de haber conseguido un acuerdo histórico sobre su frontera común de 4 mil 370 kilómetros con China (šdespués de 48 años!). En un enfoque de corto plazo, llama la atención que las concesiones viniesen del lado chino; pero en un enfoque de largo plazo, al que son proclives los estrategas del Lejano Oriente, China asegura un mejor abastecimiento de gas y petróleo -aunque no se firmó el trazado del vital oleoducto sino-ruso, quizá para no indisponer a Japón en pleno rostro-. Pero suena difícil asimilar tanta concesión territorial china sin ningún ingrediente mayúsculo que no fuese la entrega segura de energéticos rusos (el talón de Aquiles de China). Por lo pronto, China recibirá 30 toneladas de petróleo al año por la vía ferroviaria. Todas las jugadas del zar ruso en el tablero de ajedrez mundial parecen estar bien sopesadas. A cambio de la condonación de la deuda de Tayikistán, abrió una base militar, la segunda más importante en Asia Central, después de la que tiene en Kany (Kirguizia), y compró la propiedad de un centro espacial de vigilancia.

NO EXISTE PAIS sin vulnerabilidades, y justamente Rusia sufre un fuerte embate en Ucrania, donde se celebra una elección presidencial de primer orden geoestratégico, de parte de los mismos enemigos anglosajones que consiguieron desmembrar a la URSS en 1991. Nick Paton, corresponsal en Moscú del periódico británico The Guardian (27 de octubre), arremete contra la visita del presidente Putin a Kiev, la capital ucraniana, con el pretexto de la celebración de la liberación del yugo nazi a Kiev por los soviéticos, "a seis días de los comicios para influir en el desenlace" entre los dos Víktor: el primer ministro Yanukovich (filorruso) y su opositor Yushchenko, apuntalado por el mismo núcleo anglosajón que teledirigió el infanticidio de Beslán en el Cáucaso. Nada menos que John McCain, senador republicano de Arizona (The Washington Post, 19 de octubre), cita al muy influyente geoestratega polaco-canadiense-estadunidense Zbigniew Brzezinski, quien padece rusofobia delirante, de que la "subordinación de Ucrania hace automáticamente de Rusia un imperio". Llama poderosamente la atención que los torturadores de Abu Ghraib, los infanticidas de Beslán y los defraudadores electorales de Florida ahora pontifiquen a los ucranianos sobre "libertad" y "elecciones libres", términos que viciaron y vaciaron de todo contenido semántico funcional. Peor aún: todavía no entienden que el orden unipolar sucumbió en las arenas movedizas de Irak. No importa: pronto se darán cuenta.