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México D.F. Jueves 14 de octubre de 2004

Exhibe en La Habana 5 xilografías sobre el Centro Histórico de la ciudad de México

Celebra el artista José Luis Cuevas su ''rencuentro emocional'' con Cuba

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

La Habana, 13 de octubre. Después de 45 años de ausencia por sus críticas al gobierno de Cuba, José Luis Cuevas ha vuelto a la isla para rencontrarse con la tierra de su abuela materna, separando las emociones personales del debate político y, sobre todo, expresa a La Jornada, ''como una especie de embajador de buena voluntad para las relaciones culturales entre ambos países".

Su abuela Felicia Carbonell, hija de catalanes, nació en la población de Sagua la Granda, en la actual provincia central de Villa Clara. Por la guerra de independencia salió de Cuba a finales del siglo XIX y se radicó en Progreso, Yucatán. El artista dice que el nexo familiar le impulsó ''una extraordinaria atracción" por este país.

Era un joven pintor de apenas 22 años cuando vino por primera vez a la isla el 2 de diciembre de 1956, exactamente el día que desembarcó Fidel Castro al frente de los expedicionarios que emprendieron la lucha armada contra la dictadura de Fulgencio Batista.

Cuevas recuerda que expuso 50 de sus primeros dibujos en el entonces Palacio de Bellas Artes, el mismo edificio que recorrió este martes, para admirar la gráfica cubana contemporánea.

El factor Padilla

En ese primer viaje, y de la mano de pintores como Mario Carreño, Julio Bermúdez y Luis Martínez Pedro, conoció al escritor Ernest Hemingway y al actor Errol Flynn en una visita al restaurante Floridita, donde, dice el polémico autor, ''me puse mi primera y única borrachera".

Fue su primer contacto y su primera exposición en un país latinoamericano y conserva recortes de cómo la registró El diario de la Marina, el principal de la época en la isla. Entonces conoció también a los maestros de la vanguardia, como Amelia Peláez y René Portocarrero. El mismo año que triunfó la revolución, 1959, hizo un segundo viaje. ''No vine por razones de ninguna manera políticas, sino por regresar a Cuba".

Después, y a pesar de su interés emocional y de que fue invitado a distintos actos por la Casa de las Américas, ya no volvió. ''Con el triunfo de la revolución todos éramos definitivamente fidelistas", dice, evocando el ambiente intelectual latinoamericano de los años 60. ''Todos estábamos con la revolución, era algo extraordinario que se estaba dando.

''Después empezaron a darse ciertos cambios un tanto inesperados dentro de la revolución, que de alguna manera son los que me llevaron a no regresar a Cuba", recuerda Cuevas.

El punto de máximo conflicto fue la protesta internacional por la hostilidad oficial contra el poeta Heberto Padilla (1932-2000), a raíz de la publicación de su libro Fuera de juego, en 1968, y que finalmente lo llevó a prisión, a una autoinculpación pública, a la marginación laboral y al exilio.

Cuevas estuvo entre los firmantes de dos cartas de protesta dirigidas a Castro que, aunque estuvieron suscritas por creadores de varias partes del mundo, se convirtieron en un parteaguas en la relación entre la intelectualidad latinoamericana y el gobierno cubano.

El dibujante y grabador recuerda que apareció en ''una especie de libro negro", una lista de los firmantes del caso Padilla que fueron calificados aquí de ''enemigos de la revolución".

Donación a la Casa de las Américas

Cuatro décadas después, manifiesta Cuevas, ''puede decirse que es otra Cuba" y prefiere no entrar en la discusión política. ''Yo divido muy bien dos cosas, la atracción que ejerce sobre mí Cuba, que es

muy grande" y el factor político. ''Lo más importante es el rencuentro emocional que tengo con Cuba".

En un nuevo contacto con la isla, que se inició el año pasado en El Cairo con el historiador de La Habana, Eusebio Leal, Cuevas expone aquí desde este miércoles su reciente producción de cinco xilogra-fías alusivas al Centro Histórico de la ciudad de México y donará una serie a la Casa de las Américas.

Dice que la reciente crisis diplomática entre los dos gobiernos ''fue un error grave", que contrasta con la ''espléndida relación que siempre ha existido entre los cubanos y los mexicanos". Asume su misión ''de buena voluntad para las relaciones culturales" entre ambos países, ''que de ninguna manera deben perderse".

Alojado en un hotel de La Habana Vieja, un remodelado edificio de principios del siglo pasado, el pintor dice que disfruta, con su esposa Beatriz, de la restauración arquitectónica de la zona, en una ciudad ''extraordinariamente bella".

Ha caminado sus calles y ha conversado con algunos de sus colegas de la isla. Regresará el sábado a México para preparar su primer viaje a China, donde hará una gran exposición.

''Dejando a un lado el deterioro de muchos antigos edificios, mi encuentro con Cuba es tremendamente emotivo", dice Cuevas.

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