México D.F. Domingo 4 de abril de 2004
Obras de remozamiento provocan congestionamientos
Llegar o salir del aeropuerto, una odisea para algunos
vacacionistas
TRIUNFO ELIZALDE
Como se esperaraba, la mayor afluencia de pasajeros hacia
los destinos de playa y ciudades coloniales del país se dio ayer
en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México.
Desde las cinco de la madrugada y hasta altas horas de
la noche, miles de personas con maletas, equipajes deportivos, ataviadas
con ropa casual, lentes oscuros, walkman a la cintura y hasta pequeños
televisores portátiles arribaron a la terminal aérea para
abordar sus respectivos aviones y comenzar a disfrutar de las vacaciones
de Semana Santa.
Sin embargo, las obras de ampliación, remozamiento
y modernización del puerto aéreo metropolitano incomodan
a la mayoría de las personas, sobre todo las que arriban en automóvil.
Salvo el estacionamiento principal de seis pisos, donde
guardar el vehículo no representa ningún problema, en la
zona nacional todo se vuelve una odisea.
Los coches entran a la terminal aérea por los carriles
reducidos que llevan a la entrada-salida de vuelos. El primer atolladero
se da ahí, porque aunque hay señalamientos para orientar
a los conductores, es alta la concurrencia de automotores y personas bajando
equipajes, así como de viajeros que recién llegan al Distrito
Federal y les urge salir de la zona. El congestionamiento de vehículos
es mayúsculo.
Y ni qué decir del estacionamiento del área
internacional, donde las obras de demolición y construcción
son el principal atasco para poder llegar a dicho paradero vehicular. El
recorrido no es fácil ni está cercano: se cruza entre bardas
de madera y cercas de púas, de montones de escombro a los lados,
de maquinaria trabajando, de personas que cruzan el camino de forma descuidada,
y luego de ascender por unas rampas de concreto, al ingresar al estacionamiento,
hay que buscar un lugar para dejar el carro. En la maniobra el usuario
pierde entre 10 y 15 minutos.
Los miles de viajeros -calculados entre 70 mil y 76 mil
el día de ayer, y se espera más o menos la misma cantidad
este domingo-, observados desde los puentes que llevan a los estacionamientos
y hoteles del aeropuerto, se desplazan de manera atropellada; todos tienen
prisa, aunque se ven felices de poder abandonar el Distrito Federal. Buscan
con nerviosismo los mostradores de las aerolíneas para documentar
sus boletos. Mientras, los jóvenes del Programa Amigos, que están
atentos a resolver cualquier duda de los viajeros, auxilian con una sonrisa.
Los que están de plácemes son los maleteros,
que con sus diablitos van de los taxis a los mostradores y de las
salidas de pasajeros a los taxis, repletos de equipaje, recibiendo generosas
propinas.
También los choferes de los taxis del sitio 300,
que en estos días son insuficientes, a pesar de que suman mil 27
unidades para atender a las personas que solicitan sus servicios.
Esta situación es aprovechada por los llamados
taxistas piratas, que continúan pescando a todos los pasajeros
que se exponen a sufrir algún tipo de atraco a bordo de esas unidades.
|