Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 8 de enero de 2003
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Mundo

Hoy, las marchas contra la guerra son más que en la primera etapa de Vietnam

Crece el movimiento por la paz en EU, pero es difícil evaluar su impacto

Activistas preparan grandes movilizaciones en Los Angeles, Chicago, Washington y San Francisco

JIM CASON Y DAVID BROOKS CORRESPONSALES

Washington y Nueva York, 7 de enero. Un grupo de mujeres desnudas forma con sus cuerpos la palabra "paz" en una playa de California; en Ohio activistas cuáqueros colocaron una bandera con los signos de la paz en un centro comercial justo antes de Navidad, y en Washington pacifistas dieron la bienvenida al Año Nuevo en puentes sobre autopistas, portando pancartas en las que declararon "no a la guerra"; son sólo algunas de los cientos de expresiones de repudio a la guerra que se realizan a lo largo de este país.

Pero mientras el presidente George W. Bush envía más tropas al golfo Pérsico, es difícil calibrar qué tan profundamente se está enraizando en la sociedad este movimiento contra sus políticas. En diversas partes del país mucha gente expresa su oposición a los preparativos para un ataque a Irak y sólo el mes pasado hubo más de cien manifestaciones y otras acciones locales -la mayoría pequeñas- contra la guerra. Para el próximo fin de semana se están organizando movilizaciones más grandes en Los Angeles y Chicago y para el 18 de enero se han programado protestas nacionales importantes en Washington y San Francisco.

Unos 2 mil preparatorianos de Nueva York salieron de las aulas para protestar contra la guerra en diciembre, coreando "por las escuelas y el empleo, no a la guerra". En Chicago activistas religiosos reparten semanalmente panfletos antibélicos frente a las estaciones del metro. Organizaciones nacionales, entre ellas varias denominaciones religiosas, de derechos civiles, pacifistas y de mujeres también se han pronunciado contra la guerra.

En esta capital, a unas seis cuadras del Capitolio, La Jornada pudo contar más de doce pancartas en las ventanas de hogares en las que se lee: "no a una guerra contra Irak", y los carteles en los que se informa de las manifestaciones nacionales programadas para este mes se pueden detectar en varias esquinas por todo Washington.

Pero en un viaje por el sector industrial del medio oeste, a finales de diciembre, uno de estos corresponsales logró ver una sola manta contra la guerra a lo largo de más de 3 mil kilómetros por ciudades y carreteras. Claro, hubo reportajes sobre manifestaciones en algunas localidades, pero manejando por barrios en Chicago e Indianápolis no había carteles, pancartas, mantas o calcomanías contra la guerra.

Lo que sí se veía por todas partes eran banderas estadunidenses, cientos, tal vez miles. Desde el 11 de septiembre el país se ha inundado de expresiones patrióticas vagas por medio de calcomanías, carteles, tazas, camisetas, todo sobre lo cual se pueda imprimir una bandera estadunidense y, claro, las banderas ondeando frente a casas y comercios. Hay banderas minúsculas que se pueden pegar sobre las ventanillas de los automóviles y suéteres bordados con barras y estrellas.

Mostrar la bandera o conmemorar la tragedia del 11 de septiembre no necesariamente se traduce en apoyo a un conflicto contra Irak, pero varias personas que mostraban la bandera dijeron no estar en desacuerdo con la guerra. Tres de ellas con quienes La Jornada habló por separado expresaron que "apoyaban" al presidente, pero carecían de información sobre planes de guerra y aún menos de por qué la misma sería en el interés de esta nación.

Los tres opinaron que sería mejor contar con el respaldo de la ONU antes de emprender una acción militar, pero uno de ellos consideró que sería necesario librar ese conficto sin ese apoyo multilateral (en general, las encuestas indican que la mayoría de la población apoya la forma en que elusn98-073001-pih presidente maneja la política exterior, pero más de 60 por ciento cree que Estados Unidos sólo debería iniciar una guerra si antes logra la aprobación de la ONU).

Al mismo tiempo, ni uno de los tres entrevistados había escuchado algún argumento serio en favor de la paz y en general calificaron a los activistas de "loquitos" que no sabían nada. Sin embargo, más allá de las banderas estadunidenses, hay indicios de una creciente oposición a la guerra fuera de los centros tradicionales del movimiento por la paz como San Francisco, Seattle, Madison, Wisconsin y Ann Arbor Michigan. Por ejemplo, en Shomburg, Illinois, un cura católico ofrece un calendario de vigilias por la paz durante su misa cada semana en una iglesia conformada por ejecutivos de nivel medio y otros profesionales. En Carberry, Carolina del Norte, cerca de Chapel Hill, el concilio de la ciudad se unió a un número de pequeñas ciudades que aprobaron resoluciones contra un conflicto armado.

Aunque la central obrera nacional -AFL-CIO- no se ha pronunciado públicamente contra la guerra, varias de sus federaciones estatales y un número importante de secciones sindicales han adoptado una posición oficial contra un conflicto armado, mientras que agrupaciones de sindicalistas en varias ciudades, incluso en Nueva York y en Los Angeles, se sumaron al movimiento antibélico.

A la vez, organizaciones nacionales como la agrupación de derechos civiles NAACP, la Organización Nacional de Mujeres (NOW), el Consejo Nacional de Iglesias y la Conferencia de Obispos Católicos han proclamado su oposición a la guerra.

El nivel de actividad contra la guerra antes de iniciarse un conflicto armado es mucho mayor que el que existía en la primera etapa de Vietnam, opinó el veterano activista Tom Hayden en declaraciones a la revista The Nation. La primera gran manifestación contra la guerra de Vietnam en 1965 -varios años después de iniciada- logró la participación de 7 mil personas. En octubre pasado, más de 100 mil personas marcharon contra la anunciada guerra.

Han nacido cientos de movimientos pro paz que se desarrollan en diversas partes del país y que han logrado registrar su presencia entre varios sectores, desde las Voces Negras por la Paz hasta las Mujeres en Rosa. Observadores y veteranos de movimientos de oposición señalan que lo más novedoso ahora es la "diversidad" del movimiento, que incorpora no sólo las bases activistas pacifistas, sino partes de los movimientos de derechos civiles, de la justicia económica, y del "movimiento de Seattle".

Lo que le falta a este floreciente movimiento es unidad y liderazgo a escala nacional, y también figuras políticas que se atrevan a pronunciarse contra la guerra. Las coaliciones locales más fuertes están logrando vincular la oposición a la guerra a la resistencia contra recortes en el gasto social.

En Nueva York los estudiantes marcharon para protestar contra incrementos en el gasto militar y reducciones en el presupuesto para la educación; en Los Angeles los activistas señalan que el costo de un bombardero B-1 rescataría de la bancarrota al centro de servicios de salud del condado.

Estos vínculos entre guerra, empleo, derechos civiles, educación, servicios de salud y otros temas de la lucha social están generando un debate mucho más amplio que sólo la expresión contra aventuras militares, y el tema de la globalización se está integrando al diálogo entre diversos sectores.

También hay un esfuerzo por influir en la opinión pública nacional contra la guerra por medio de desplegados en periódicos nacionales como el New York Times y otros; por lo menos se han publicado seis u ocho planas protestando por la anunciada guerra. Utilizando nombres de artistas de cine, músicos, escritores, intelectuales y otras figuras famosas y reconocidas (desde Sean Penn, Tim Robbins, Danny Glover a Noam Chomsky, Barbara Kingsolver, Toni Morrison y Edward Said), se ha buscado ofrecer a gente conocida y prestigiada para enfrentar la propaganda oficial en favor de la guerra y de las políticas del gobierno actual.

El problema es que pocos fuera de la "elite" de este país leen periódicos nacionales, y estas costosas expresiones no fácilmente llegan al público, bombardeado constantemente por noticias "oficiales" en los medios masivos como televisión y radio.

Es difícil ofrecer un balance del gran debate nacional sobre guerra y paz. Las expresiones disidentes existen pero eso no significa que se registren o que existan en todas las esquinas del país. De hecho, la ausencia de debate y de expresiones disidentes a veces sorprende más.

Sin embargo, las expresiones locales siguen rompiendo el mito oficial de un país unido detrás de la política oficial pronunciada por la cúpula en el poder. En San Francisco, algunos sacrificaron su cuerpo para manifestar su oposición. En medio de una lluvia helada, unas 26 personas se desnudaron el mes pasado en una playa del norte de la ciudad, se acostaron y con sus cuerpos formaron la palabra peace, y después conformaron el símbolo internacional de la paz. Los fantasmas del movimiento antiguerra de los 60 seguramente estaban sonriendo.

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