Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 8 de enero de 2003
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Editorial
 
 
TAMBORES DE GUERRA EN PARIS Y LONDRES

sol-2El gobierno británico, que en el discurso ha sido el más estrecho aliado de Estados Unidos en el empeño bélico contra Irak, pasó ayer a los hechos y ordenó la movilización de miles de reservistas y su envío al golfo Pérsico. Adicionalmente, Londres mandó a la región una fuerza aeronaval compuesta por un portaviones, tres destructores, una fragata, cuatro barcos auxiliares, un buque antiminas y un submarino. Así, y aunque las autoridades británicas insisten en afirmar que el ataque militar a Irak "no es inevitable", tal declaración parece orientada más bien a calmar a una opinión pública que es mayoritariamente adversa a la subordinación del gobierno de Tony Blair a los delirios bélicos de George W. Bush.

En forma sorpresiva la presidencia francesa dio señales ayer de un golpe de timón en su postura -hasta entonces contraria a la guerra contra Irak- y ordenó al ejército galo prepararse para un nuevo conflicto en el golfo Pérsico. Tras afirmar que las fuerzas de su país seguirán siendo necesarias "en cierto teatro de operaciones", el presidente Jacques Chirac advirtió que "otros podrían abrirse pronto", en referencia inequívoca al amenazado país árabe. Si bien es cierto que el jefe del Elíseo condicionó la participación de su país en una invasión a Irak a una decisión "explícita del Consejo de Seguridad" de la ONU, no deja de ser inquietante que tal posibilidad le parezca tan cercana al estadista francés que se sienta obligado a poner en alerta a las fuerzas armadas francesas.

Washington, por su parte, intensifica el despliegue de recursos bélicos en la región del golfo Pérsico. Ayer se inició el envío a Qatar de personal y equipo para establecer en ese emirato un centro de comando encargado de coordinar las operaciones marítimas, terrestres y aéreas contra las fuerzas iraquíes.

Las autoridades inglesas y estadunidenses insisten en que los aprestos militares tienen por función inmediata intimidar al régimen de Saddam Hussein y obligarlo a renunciar pacíficamente a unas armas de destrucción masiva que, a decir de los inspectores enviados a territorio iraquí por el Consejo de Seguridad de la ONU, no aparecen por ningún lado. Pero la movilización de recursos militares es de tal magnitud que parece orientada, más bien, a empezar la guerra, y a empezarla pronto.
 

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