Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de junio de 2002
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Cultura
Rebeldes con causa inaugura la historiografía sobre un tema hasta ahora menospreciado

Sin Elvis, imposible explicar el movimiento del 68 y la crisis del sistema político mexicano: Zolov

La época analizada es vista con vergüenza por la izquierda partidista, expone al autor

 ARTURO GARCIA HERNANDEZ

Sin Elvis Presley no se puede explicar el movimiento estudiantil mexicano de 1968 y la consecuente crisis del sistema político mexicano. Así dicho, tal vez suene a disparate o exageración. Sin embargo, la frase tiene un fondo de verdad que resume e ilustra la tesis central del libro Rebeldes con causa. La contracultura mexicana y la crisis del Estado patriarcal, del historiador estadunidense Eric Zolov.

Este libro inaugura la historiografía sobre un tema hasta hoy ignorado o menospreciado en los ámbitos académico e intelectual mexicanos: el surgimiento de la contracultura mexicana que, "sin una intención deliberadamente política", contribuyó a socavar la estructura autoritaria "impuesta por el PRI y los valores conservadores de una sociedad patriarcal, rígida y tradicional".

Zolov es profesor de Historia de América Latina en Franklin & Marshall College, de Lancaster, Pennsylvania. Rebeldes con causa (publicado por Grupo Editorial Norma) fue su tesis para doctorarse por la Universidad de Chicago, asesorado, entre otros, por el historiador Friedrich Katz. Originalmente se publicó en inglés (University of California), bajo el título de Refried Elvis: The rise of the mexican counterculture, en 1999.

Al principio de su investigación, el interés de Eric Zolov estaba centrado en el 68 sólo como movimiento político-estudiantil. Pronto descubrió que el acontecimiento "no fue el arranque de una nueva conciencia histórica, sino su acontecimiento central". Fue la expresión mayor de un cuestionamiento largamente incubado, alimentado por una inquietud y una rabia crecientes contra la estructura patriarcal autoritaria de la sociedad mexicana.

Movilización social

El historiador también observó que la historiografía que le habían enseñado sobre México era "la de la Revolución, la de los campesinos, los militares, los trabajadores, pero la clase media urbana no existe en esa historiografía o apenas aparece. Por ejemplo, del movimiento ferrocarrillero de finales de los años 50 y principios de los 60, se brinca al movimiento estudiantil como hecho aislado, a lo mejor toca la matanza del 10 de junio de 1971 y luego la nacionalización de la banca en 1982. Pero todo el marco histórico de la década de los 60 y 70 estaba casi ausente".

El rock and roll; la antisolemnidad; la moda; el trastocamiento del lenguaje y su manifestación tanto en el habla cotidiana como en la literatura; el rechazo a la vieja moral sexual y a las prácticas autoritarias; el anhelo de modernidad... Estos y otros son los componentes de un clima social y cultural que -de acuerdo con la tesis de Zolov- dieron contexto e impulso a la movilización social de 1968: la contracultura mexicana o "La Onda".

Con estos hallazgos e ideas Zolov inició sus estudios de posgrado en la Universidad de Chicago, "en un momento en que estaban cambiando los marcos teóricos; se estaba descartando y criticando el marco teórico del 'imperialismo cultural' que habían propuesto Armand Mattelart y Ariel Dorffman con el libro Para leer al pato Donald, que fue clave para toda una generación. Cuando llegué a la Universidad de Chicago ya se manejaba el marco teórico de las culturas híbridas (al que en México acuden teóricos como Néstor García Canclini y Roger Bartra).

-¿Por qué un historiador estadunidense se interesa en articular una historia dispersa y desdeñada por la academia y parte de la intelectualidad mexicanas?

-Nací en 1965; soy de la generación cuya conciencia política despertó en la época de Ronald Reagan; participé en las manifestaciones contra su política exterior, su posición sobre armas nucleares y sobre Centroamérica. En esas manifestaciones los líderes que tenían mayor peso político y moral pertenecían a la generación anterior, los que estuvieron vinculados a la contracultura estadunidense de los años 60. Entonces, el despertar de mi conciencia política también está ligada a esa contracultura, aunque no la viví. En 1986 vine a México a estudiar y me llamó la atención que en la radio hubiera mucha música en inglés, sobre todo música de los 60, la que después nombraríamos como rock clásico. ¡Era la música de mi contracultura, cómo que aquí la están escuchando! Ese mismo verano conocí la Zona Rosa, que aún conservaba ese toque de los 60 y los 70. Fui a los hoyos fonqui, a las tocadas en Neza, y vi que todo mundo tenía sus chamarras de Ramones y Sex Pistols. Y otra vez: ¡Cómo que punks en México! Conocí las novelas de José Agustín, De perfil y La tumba, y supe de Avándaro. Todo eso me llamó mucho la atención y descubrí que había toda una historia de la contracultura también en México.

-Los historiadores en México ven con desdén ese aspecto del que te ocupas en tu libro.

-Está literalmente ausente de la memoria histórica. Es vista con vergüenza por la izquierda partidista y con desdén por los académicos. Desde su punto de vista, los verdaderos historiadores que escriban sobre el aspecto político y social del 68. ¿El rock? ¿La contracultura? ¡No! También ocurre que los libros escritos sobre la contracultura y el rock en México son autobiográficos, anecdóticos o crónicas, a veces poco rigurosos y hechos sin metodología. Tienen un valor testimonial porque algunos están escritos por los protagonistas, están bien como un primer paso. En ese sentido mi libro está en deuda con ellos, pero hace falta establecer nuevas historias.

"Pienso que hay dos razones básicas por las que Avándaro y la contracultura no existen en la historiografía mexicana. Por un lado, está el desprestigio, porque, ¿cómo es posible que luego de los mártires del 68 (que los hubo, por supuesto) había gente cantando y desnudándose en Avándaro? Era una pena, una vergüenza, mejor olvidarlo. Por otro lado, es muy difícil acceder a los sonidos y las imágenes de la época. Eso es importante. ¿Existiría la referencia y el mito de Woodstock sin la película de tres horas y el disco doble? En México, aparte de unas cuantas fotos, un libro y algunos rollos de película, la memoria de Avándaro se ha transmitido de manera oral".

De acuerdo con el razonamiento de Zolov, sin el rock y la contracultura no se explica el 68, y sin el 68 no se explica Avándaro y sin todo ello no se explica el desgaste y la crisis del sistema patriarcal y autoritario edificado por el PRI: "Estaban totalmente vinculados y yo quise ubicar el 68 en un marco histórico más amplio. Para mí la contracultura es el otro lado de la moneda del 68".

-Rebeldes con causa también puede leerse como un capítulo en la historia de amor-odio entre México y Estados Unidos. ¿Cuál es tu opinión al respecto?

-Ojalá contribuya a que tanto estadunidenses como mexicanos entendamos que estamos mucho más involucrados y vinculados de lo que queremos creer. Incluso, culturalmente. Allá decimos: ilegal alien, aquí dicen: "los pinches gringos". Son dos discursos xenofóbicos que sólo ayudan a gobiernos represivos. Somos vecinos y ni modo. Creo que en el futuro se consolidará entre ambos países una cultura de la fusión, que ya se está dando.

-En el libro dejas ver que la izquierda, o parte de ella, no comprendió la contracultura, no se interesó en ella y menos la apoyó.

-Por un lado, la izquierda y la derecha política coincidían en su condena a las manifestaciones de la contracultura. Es famosa la declaración del muralista David Alfaro Siqueiros, que decía que el rock and roll y la pornografía llevarían a México al borde del desastre. Y en 1971 el líder estudiantil y ex preso político, Luis Cervantes Cabeza de Vaca, quien era un héroe del momento, escribió que Estados Unidos estaba exportando a México el desquiciamiento de su sociedad en decadencia.

Nuevo lenguaje

-Y hoy resulta que -para simplificar- sin Elvis Presley el sistema autoritario y patriarcal no hubiera entrado en crisis. ¿Eres consciente de la audacia de esa idea en el ámbito mexicano?

-Sí. Tengo menos miedo del lector estadunidense que del lector mexicano. Allá nadie sabe nada acerca de una contracultura en México, todo es nuevo y dicen: "¡Qué interesante!" Pero en México la cultura popular es intocable. ¡Cuidado, es territorio peligroso! Sobre todo si eres extranjero. Pero yo he sido muy cauteloso y riguroso. El rock and roll desafiaba los límites tradicionales de las convenciones, de las relaciones entre los sexos, las jerarquías sociales y los significados mismos de la identidad nacional en una época de elevado nacionalismo. Yo sostengo la tesis de que el 68 tuvo que desarrollarse bajo un nuevo contexto cultural: nuevas estrategias para enfrentarse a la autoridad; para manifestarse; con un nuevo mensaje semiótico. Al respecto, se puede decir que el impacto cultural provocado por Presley fue la semilla que abrió camino a ese nuevo lenguaje.

-Otra interpretación hasta cierto punto sorprendente es que la contracultura estadunidense está en deuda con parte del mundo indígena mexicano, del mismo modo que la contracultura mexicana lo está con la estadunidense.

-Es la idea del doble espejo. Los chavos estadunidenses huían de su modernidad, de su crisis de conciencia de la modernidad; buscaban lo auténtico y esa búsqueda los llevaba hasta Huautla, por ejemplo. Así, iban desarrollando nuevas identidades modernas. Por su parte, los chavos de clase media mexicana, en su anhelo de ser modernos y cosmopolitas, de romper con esa "cortina de nopal" de la que habló José Luis Cuevas, buscaban participar de un movimiento universal, de una cultura cosmopolita que en México les era negada. Veían a estos hippies llegando y decían: ellos son la neta, son la vanguardia de la contracultura. En ese doble espejo, los chavos mexicanos descubrieron la parte viva de la cultura indígena. Porque la visión que proponía el gobierno de la cultura indígena y rural era el ballet folclórico; eran las pirámides sin indígenas. Siempre desvinculada de la realidad. Entonces los chavos descubrían una imagen distinta Así, ellos forjaron lo que yo llamo nuevos gestos nacionalistas. Quizá es un poco controvertida la manera en que lo planteo, pero tengo bases para hacerlo.

-¿Ya se entiende eso en México?

-Creo que todavía falta más rescate histórico; hace falta que se conozcan de manera amplia las imágenes de los jipis mexicanos y ver las imágenes de la bandera mexicana en Avándaro con el símbolo de amor y paz en lugar del águila. Son imágenes fuertes, pero que forjan un nuevo lenguaje y nueva conciencia. Y todo eso es parte de un proceso de desmitificación del 68, porque está lleno de mitos. Creo que la apertura de archivos que se está dando ayudará a desmitificarlo. Los mitos son importantes, ayudan a forjar conciencia, pero luego pueden se peligrosos, porque crean un estancamiento de la conciencia que han ayudado a generar.

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