Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 23 de junio de 2002
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Editorial
SEVILLA: CANDADOS CONTRA LA ETICA

Los jefes de Estado y de gobierno de los 15 países miembros de la Unión Europea terminaron su cumbre en Sevilla con la adopción de nuervas medidas restrictivas contra la inmigración (pero no las que pedía el gobierno español de Aznar). Las mismas, sin embargo, no podrán impedir un fenómeno que es potentemente impulsado por la oferta de un mundo de bienestar y confort que hacen los medios de comunicación electrónicos que llegan diariamente a los países limítrofes de la opulenta Europa.

En un mundo que se llena la boca con la libre circulación de todas las mercancías, excepto la de fuerza de trabajo, que tropieza con las poli- cías y las legislaciones migratorias, la misma doctrina social oficial estimula la migración ilegal desde los mercados de trabajo más dificultosos y con pagas más bajas hacia los más prósperos. Por consiguiente, la represión, que linda a menudo con el racismo y la xenofobia y es estimulada por gobiernos como el del ex franquista José María Aznar, no basta para compensar el reclamo ético de igualdad y de justicia que sube del Sur hacia el Norte industrializado y comienza a conquistarlo. Por eso en Sevilla se hizo, simultáneamente a la cumbre de los 15 jefes de Estado y de gobierno (entre los cuales hay derechistas y ultraderechistas e incluso condenados por diversas justicias, como el italiano Silvio Berlusconi) una contracumbre social masiva que protestó contra "la Europa del capital" y manifestó su apoyo a los inmigrantes, al grito de "ninguna persona es ilegal" y de "globalización social".

 Las cifras de manifestantes difieren entre los 20 mil estimados por la policía española y los 200 mil declarados por los organizadores de la protesta o, más modestamente, los 50 mil o 60 mil, según la prensa, que desfilaron durante horas con una temperatura de 40 grados bajo los aplausos de la Sevilla popular.

Pero la importancia de la protesta no se mide por el número de militantes en pro de otra mundialización no excluyente y humana sino por su mensaje ético y por la reiteración de la solidaridad social y de la decisión de expresar directamente, en las calles, su rechazo al egoísmo neoliberal. Este, además, ya se había manifestado hace dos días en la huelga general que paralizó España contra el libre despido en algunos sectores más débiles de los trabajadores y contra el desconocimiento de los sindicatos, de los derechos sociales y del diálogo mismo por parte del gobierno ultraconservador de Madrid.

Por consiguiente los candados policiales son débiles y sólo servirán para causar más sufrimientos a los inmigrantes que seguirán entrando ilegalmente en la Europa rica, incluso a riesgo de sus vidas.

Pero el mensaje ético de la contracumbre, después del que nos lanzara la de Génova -cuando la reunión del G-8-, y después de las inmensas manifestaciones francesas contra el fascista Jean Marie Le Pen, de la huelga general italiana contra Berlusconi y sus planes antiobreros o de la española contra Aznar y su decreto antisindical, será sin duda un llamado contagioso a construir otra Europa, otra mundialización, otro mundo. 
 

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