Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 2 de junio de 2002
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Espectáculos

Con 5 ponencias concluyó la parte académica de la reunión

Analiza encuentro Yoreme panorama musical indígena en Norteamérica

RENATO RAVELO ENVIADO

Culiacan, Sinaloa. A los músicos tradicionales en Guatemala, sostuvo Sergio Navarrete Pellicer, se les considera "los especialistas rituales, es decir los abogados rezadores y los músicos han recibido la gracia de Dios, la habilidad para poder tocar. Dios ha marcado su destino otorgándoles ese don -el cual frecuentemente es motivo de envidia de los demás- Este privilegio tiene su precio y se expresa en las expectativas que tiene la gente en ellos para evitar los fracasos de la vida".

Durante el encuentro Yoreme que se lleva a cabo en esta ciudad se realizó el Coloquio de Etnomusicología en el que Navarrete Pellicer expuso la conferencia magistral "Música tradicional de Guatemala: la marimba sencilla de los rabinalenses", que es un municipio de los Altos de Guatemala con una población de 25 mil habitantes, en su mayoría hablante de la lengua k'iche achi, en la que sostuvo que "la interpretación del performance musical trasciende los tiempos y espacios rituales de los performances culturales y se va modificando de acuerdo al performance cotidiano de los músicos".

Para el investigador el producto musical tiene que ver con el proceso de creación, no se limita exclusivamente a la propuesta como tal sino que tiene que ver con la proyección y credibilidad que el ejecutante imprime a su participación, para lo cual analizó "una serie de motivaciones, actitudes, intenciones y sentimientos entre los músicos y el público que se dan en la vida diaria y que influyen en los modos en que la gente percibe, interpreta y da significados a la música".

La de Navarrete Pellicer fue la ponencia con la que concluyó el encuentro académico de esta reunión en la que también se expusieron otros casos. Jorge Arturo Chamorro Escalante, de la Universidad de Guadalajara, explicó las razones para considerar a la cultura wixárika como norteña, con base en sus danzas y su música, para lo cual analizó lo mismo partituras que desarrolló cuadros comparativos del canto del peyote "entre el estilo de Norteamérica y los registros de Yurchenco".

Asimismo, Miguel Olmos Aguilera, del Colegio de la Frontera Norte, expuso el caso de la música de los cahitas, la cual "se divide principalmente en tres grandes géneros religiosos: la música para la danza del venado, la música para la danza de pascola y la música para la danza de los matachines", la cual en su opinión "continuará interpretándose de manera grupal, sin esperar las grandes ovaciones propias de la música de las sociedades urbanas".

En tanto Leticia Varela expuso el panorama de la música indígena de Sonora, compuesto por ocho regiones que se mantienen gracias a la cohesión derivada de la preservación de sus lenguas, Carlos Ruiz desarrolló la ubicación académica del son de artesa, manifestación de la Costa Chica recientemente reconocida con el Premio Nacional en Artes Populares. Sin conclusiones, pero sin preocupaciones por llegar a ellas terminó el coloquio, en el entendido de que en la situación actual todos estos objetos de estudio no lo son tanto como procesos culturales y sociales.

La noche del viernes, durante la presentación en la isla de Orabá quedo clara la existencia de las manifestaciones indígenas con varias opciones. Primero fueron los rarámuris, para quienes el baile es una ecuación simple de desarrollo con su entorno y su memoria. Se brinca para simular el anhelo de cielo, aunque se regrese a la condición terrena, ya se supo de la otra esfera.

Con igual validez, con mayor aceptación del público, se presentó el grupo estadunidense Pa'a Taotao Dancers, de la isla de Guam, la más grande y más al extremo sur de la cadena de 13 llamadas Islas Marianas, situadas en el Pacífico occidental, la cual en la actualidad pertenece a Estados Unidos. Anteriormente perteneció a Alemania y Japón. El pueblo Chamorro, como se le conoce, a su contacto con la potencia de la que ahora depende obtuvo dos cosas: una dieta distinta que modificó genéticamente su estructura corporal, así como la oportunidad de dar a conocer su manifestación artística. A pesar de lo rollizo de sus bailarinas estas conservan una gracia especial, sutil y contundente, en tanto los músicos recurren a la guitarra y la batería, en ritmos más domesticados pero que atraparon la atención y el gusto del pùblico asistente a esta fiesta, que celebra lo diferente.

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