Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 10 de marzo de 2002
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Política
La relección de Luis Felipe Bravo Mena se realizó cuidando las formas

En acartonada sesión, las viejas familias panistas se negaron a entregar su partido al Presidente

Lo único discordante en la derrota de Carlos Medina fue el enojo de Francisco Barrio

MIREYA CUELLAR Y JUAN MANUEL VENEGAS

Fue como pasarse tres horas frente al Big Brother. Por primera vez decidieron abrir a la prensa su método de elección de dirigente, y los consejeros panistas se acartonaron. Sabedores de que decenas de informadores los veían desde una enorme pantalla que se colocó en el patio de la sede partidista, cuidaron las formas. Salvo las lágrimas de Patricia Espinosa y el enojo manifiesto de Francisco Barrio, en el PAN parecía no pasar nada. Todos posaban para la transmisión televisada de la familia feliz; aburrida, pero aparentemente feliz.

Quizá porque Barrio Terrazas tiene menos resistencia a la frustración que muchos otros perdedores, su rostro estaba desencajado. Abandonó el auditorio del cónclave a paso veloz. Su esposa Hortencia apenas podía seguirle. No esperó a ver la escena ''fraterna'' ?para la foto? en la que Carlos Medina le levantaba el brazo a Luis Felipe Bravo Mena.

Y no era para menos; se acababa de imponer el establishment. Las viejas familias blanquiazules se habían negado a entregar su partido al Presidente.

En mangas de camisa, Vicente Fox fue testigo de honor de una disputa cuyo eje era en buena medida él, lo que representa. Por eso no fue gratuito que Francisco Barrio, abogado de Medina Plascencia ante los consejeros, insistiera en que la mejor prenda del ex gobernador de Guanajuato era ''que puede ser el interlocutor adecuado'' entre el PAN y el Ejecutivo.

En este Consejo se tenía que definir -o redefinir- la relación del Partido Acción Nacional con el Presidente de la República emanado de sus filas. A ese acto, Vicente Fox asistió con rostro impávido, por momentos ausente. Cuando menos esa fue la imagen que consiguió.

Las únicas pullas -dichas con toda corrección, eso sí- corrieron a cargo de Francisco Barrio en un intento por mover el sentido del voto que, propios y extraños apostaban, favorecería a Bravo Mena. El funcionario foxista le echó en cara al presidente del PAN que a 20 meses de que arribaron al poder no haya podido vincular al partido con el gobierno.

Hizo responsables a quienes votaran por Bravo Mena de la derrota, si es que se da, en las elecciones del próximo año, porque ''el PRI está ganando elecciones, se está reagrupando y se prepara para tener una mayoría amplia en la Cámara de Diputados''. Ante ello, el PAN requiere ''un líder capaz de desarrollar estrategias de triunfo''. Ese, se supone, era Medina.

Pero Juan de Dios Castro ?también funcionario, es el asesor jurídico de la Presidencia?, digno representante de los guardianes de la doctrina panista, los llamó ''ilusos''. Todo por ''pensar que la línea del partido la toma una sola persona''. Defensor de la candidatura de Luis Felipe Bravo Mena, les recordó que los principios del blanquiazul hablan de un equilibrio en la relación entre el Ejecutivo y el partido: ''Que el gobierno no se partidice, ni el partido se gobiernice''.

Y de paso les pidió que no se amilanen ni se derrumben con las crisis de la política: ''Vamos a evitar tanto el conformismo como la neurosis''. Planteó que el problema de la relación entre el gobierno y el partido no se resolvía cambiando a Luis Felipe por Carlos, como dejó ver Barrio, sino que ''habremos de reorganizarnos... pero lo urgente no puede desplazar a lo importante''.

Muchas palabras fuertes... siempre en tono mesurado. Por eso el consejero Jordi Herrera confiaba satisfecho a los reporteros en una de sus vueltas al patio: ''El espectáculo está en otra parte''.

Quizás el único momento de clímax, si es que algo parecido a ello ocurrió, fue cuando los candidatos estaban empatados con 30 votos cada uno. Y la emoción no era en el salón donde los consejeros colocaban con monotonía su voto en la urna, sino precisamente en el patio, donde los seguidores de Medina sin acceso al auditorio festejaron cada voto, mientras consideraron que tenía alguna posibilidad.

La languidez se apoderó de la sesión mientras hablaba Bravo Mena. Y es que la norma panista indica que por cada candidato habla un consejero a favor. Después viene la exposición de los aspirantes. Bueno, el bostezo era tal que un reportero vaticinó: ''¡Con ese discurso ya perdió!'' Pero como no era un concurso de oratoria, el reportero se equivocó.

El Presidente había llegado muy contento. Entrando se fue directo hacia los reporteros para comentar la detención de Benjamín Arellano Félix. Quería festejar el triunfo. Cuando salió, trató de mantener el entusiasmo pese a la derrota de Medina, el candidato del gabinete, con su aceptación a gobernar ''casado'' con Acción Nacional.

Pero tantas promesas se han hecho, todas incumplidas, que a ver si el anuncio de este matrimonio no termina en amor de un rato. Porque lo de ayer fue apenas la entrega del anillo de compromiso, no tan llamativo como el que presumía radiante la senadora Cecilia Romero, quien sí tiene boda en puerta. Hasta su despedida de soltera fue más tema en los patios del edificio panista que la sesión de consejo.

Qué tiempos aquellos...

Nada que ver con el cabildeo de última hora, las rechiflas, los reclamos airados y los aplausos que en otras elecciones se daban a puerta cerrada, lejos del ojo de la prensa. Bueno, ya hasta aquel debate entre neopanistas y doctrinarios quedó atrás. Ya todos están revueltos.

Guardaron las formas, tanto, que el Presidente fue un consejero más en el salón, aunque le corrieron la cortesía de darle un lugar en la mesa que conducía los trabajos y le prodigaron un discreto aplauso cuando se levantó para ir hasta la urna transparente y depositar su voto.

Así somos los panistas, decía Juan Ignacio Zavala. Y en efecto, nadie quiso dar la impresión de ser demasiado obsequioso con el mandatario. Nunca tuvo siquiera un grupito de consejeros a su alrededor. Cruzó algunas palabras con Jorge Ocejo, quien presidió la sesión, pero el resto del tiempo miró cruzado de brazos la reunión.

Por cierto, Ocejo vivió ayer su último día en la Secretaría General. Los cercanos a Bravo Mena se encargaron de difundir que anoche mismo ''le darían cuello''. Y hasta mencionaron a quienes se perfilan para sustituirlo; Manuel Espino, Jorge Zermeño, Germán Martínez y Humberto Aguilar Coronado.

Cuando se les preguntaba por la posibilidad de que Luis Felipe Bravo entregue la Secretaría General a alguno de los colaboradores de Medina, la respuesta tajante fue: ''Esto no es el PRD''.

Y aunque se repartían los cargos entre algunas sonrisas, los bravomenistas no estaban del todo satisfechos. Sus cuentas no salieron. Esperaban una votación menos cerrada, creían que Medina Plascencia no recogería ni cien votos.

Del lado de Carlos Medina el único realmente molesto pareció ser Barrio, aunque el senador Javier Corral no pudo ocultar el gesto triste de la resignación. Porque ahora les falta lo más importante: que Luis Felipe les cumpla y realmente enmiende su relación con el Ejecutivo. ''El consejo lo apoyó, pero creo que también tiene claro que se debe modificar la relación con el Presidente.''

 Y a ver cómo le va al senador Corral, pues algunos hicieron notar que ''ya se echó encima al jefe Diego'', quien por cierto se mantuvo muy calladito y alejado del protagonismo de otras ocasiones. En las filas del PAN es bien sabido que atrás de Bravo Mena, él es el gran triunfador y que las riendas del partido seguirán en sus manos. Hasta se dio el lujo de hacer una broma a costillas de Medina. Sólo la conoció Fox Quesada, porque Diego se negó a repetir a los reporteros lo que acababa de decir al mandatario, al despedirlo.

Extremadamente cuidadosos, hasta el final, con las cámaras. Y sin mayor pasión, como llegaron, se fueron. Así son los panistas... para la televisión. 

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