Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 28 de febrero de 2002
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Sociedad y Justicia

Adolfo Gilly

UNAM: indiferencia y violencia

La violencia de los activistas del CGH contra profesores, estudiantes y periodistas, con motivo de la votación del 26 de febrero, es inadmisible e intolerable para quienes integramos la comunidad de la UNAM.

Esa votación estaba condenada de antemano por la indiferencia de la comunidad universitaria hacia un congreso que, en su forma actual, a muy pocos interesa. Los testimonios presenciales dicen que, en efecto, escasos universitarios acudieron a las urnas. Ganó la abstención. La violencia de los activistas del CGH sirve en este caso para enmascarar ese resultado. ƑEs eso lo que querían?

Resulta por lo menos sorprendente el anuncio del Grupo de Trabajo del Consejo Universitario de que el número total de votantes y los resultados serán dados a conocer apenas el 5 de marzo. ƑEs que 24 horas después no saben todavía cuánta gente votó? Cuando el 5 de diciembre de 1987 se hizo la elección para la Comisión Organizadora del Congreso Universitario (COCU), poco después de la medianoche teníamos tanto el número de votantes, muy elevado, como los resultados. El Grupo de Trabajo, en cambio, no sabe ahora qué hacer y no da a conocer las cifras.

Esa abstención es explicable y nada tiene que ver con la violencia. El proyectado congreso universitario se presenta hasta el momento como un trámite administrativo antes que como una asamblea representativa de la comunidad.

La forma de la votación del 26 de febrero es un ejemplo al respecto. No se elegían integrantes de la Comisión Especial del Congreso Universitario (CECU). En cada dependencia se votaban sólo candidatos para participar en un sorteo. La persona electa en una facultad como "candidato de los profesores" pasa a integrar un grupo de "candidatos" de siete facultades -en el área de humanidades, Ciencias Políticas, Filosofía, Contaduría, Economía, Arquitectura, Psicología y Derecho-, entre cuyos siete se sorteará uno, que se incorporará a la CECU. Todo esto sin campaña electoral ni programas ni ideas. Cada facultad, como una corporación, designa su "candidato" para ser sorteado.

A muchos nos resulta imposible aceptar este método de designación por corporaciones para un sorteo en el cual será el azar, y no el voto, el que decidirá la composición definitiva de la CECU.

Creo que la indiferencia de la comunidad universitaria ha sido el mejor reflejo de su opinión sobre este peculiar proceso. La violencia de los activistas del CGH, en cambio, sólo sirve para encubrir el sintomático significado de esa indiferencia general.

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