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Economía

2023-07-28 06:00

Economía moral

Periódico La Jornada
viernes 28 de julio de 2023 , p. 22

El miércoles 26 de julio se dio a conocer la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos 2022 (ENIGH2022). Hoy realizo una primera lectura de sus resultados sin llegar todavía a la evolución de la pobreza en el país. Las ENIGH son las encuestas más complejas y ambiciosas que se levantan en México. Suponen el uso de varios cuestionarios (muy largos y detallados para cada hogar y para cada persona de 12 años y más) y el tamaño de la muestra es gigantesco: 105,525 viviendas en 2022 contra 89,006 en 2020. Se levantan, desde 1992, cada dos años (en años pares). La presentación que hizo el miércoles el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi) incluyó un análisis comparativo de 2022, en algunos datos, con 2016, 2018 y 2020, lo cual es muy útil. Las ENIGH han sido y seguirán siendo la base con la cual se mide la pobreza en el país. El levantamiento de 2022 es el primero pospandemia y los resultados obvios, después de la reapertura de la economía, han sido la recuperación de los ingresos de los hogares respecto a 2020, lo que ya sabíamos por la ENOE (Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo) que se levanta de manera continua. Pero, a diferencia de la ENOE, la ENIGH capta todas las fuentes de ingresos de los hogares y no sólo los ingresos asociados al trabajo como las ENOE. Por ello, y por su captación de las demás dimensiones del nivel de vida de los hogares (educación, salud, seguridad social, vivienda, servicios de la vivienda, bienes durables, energía doméstica, uso del tiempo, etcétera), las ENIGH permiten la medición multidimensional de la pobreza que es un ejercicio complejo que me tomará completar varias semanas. Los resultados de la ENIGH 2022 no son para echar las campanas al vuelo. Mucho menos para decir que se ha cumplido con la consigna “por el bien de todos primero los pobres”. Adelantaré algunos datos al respecto desde hoy que descartan el optimismo exagerado. Empiezo con algunos datos sociodemográficos. En primer lugar, el número y tamaño de los hogares, que son la unidad de análisis de las ENIGH. Entre 2016 y 2022 (seis años) el total de hogares creció 13.9 por ciento, mientras el número de sus integrantes creció a menos de la mitad: 6.7 por ciento, porque el tamaño medio de los hogares disminuyó desde 3.66 miembros a 3.43, una baja de 6.2 por ciento. No sólo son menores los hogares, sino que su composición por edades ha venido envejeciendo: el número promedio de integrantes menores de 15 años disminuyó dramáticamente: 18.9 por ciento y el de 65 años y más aumentó casi igual de rápido: 17 por ciento; los de 15 a 64 años disminuyeron en 3.8 por ciento. En conjunto, los miembros ‘dependientes’ de menos de 15 y de 65 y más, representaban 35 por ciento del total de miembros en 2016 y 33.5 por ciento en 2022, una mejoría leve en las posibilidades económicas de los hogares. Mientras en 2016 el 47.5 por ciento de los miembros del hogar eran económicamente activos, en 2022 lo fue 49.9 por ciento, un cambio en el mismo sentido. En 2020, por la pandemia que hizo que muchos desistieran de buscar empleo, el número medio de integrantes por hogar de 15 y más no económicamente activos llegó a 0.97 mientras que en 2022 bajó a 0.91, similar al de 2016 y 2018. En 2022 el número de ocupados entre el total de miembros era de 46.1 por ciento y en 2022 subió a 48.1 por ciento, cuyo valor inverso es la tasa de dependencia económica que era de 2.17 en 2016 y bajó a 2.08 en 2022.

Al asomarnos a los datos de ingresos, vemos que el ingreso mensual por hogar en 2022 fue de 21,232 pesos, el ingreso per cápita mensual fue de 6,190 pesos, que equivalen a 35 días de salario mínimo de 2022. En términos de la línea de pobreza (LP) promedio por hogar que utilizamos en el MMIP en 2022, podemos estimar (provisionalmente) en alrededor de $16,348 el ingreso medio, que es 1.3 veces la LP, lo que si bien permitiría que no hubiera pobreza si prevalece una total equidistribución entre hogares, da muy poco margen para tolerar desigualdad sin generar pobreza. Por ello, y dada la enorme desigualdad prevaleciente en el país, podemos afirmar que seguiremos encontrando alta pobreza de ingresos, aunque menor que en 2020, incluso sin considerar las otras dimensiones de la pobreza multidimensional. El análisis del cuadro 3 del comunicado de prensa del Inegi muestra que el nivel de ingreso por hogar en 2022 es casi igual al de 2016 ($63.6 miles vs. $63.7 miles), lo que podría dar una primera imagen de estancamiento. Sin embargo, el ingreso per cápita era de $17.4 miles en 2016 y de $18.6 miles en 2022, un aumento de 6.7 por ciento en los seis años, puesto que los hogares se empequeñecieron. Además de ser un aumento muy lento, que se explica totalmente por el empequeñecimiento del tamaño de hogares, lo que encarece el costo de la vida, es aún menor la mejoría económica. La noción del estancamiento se mantiene. Máximo Jaramillo y la organización que él fundó y dirige (el Instituto de Estudios sobre Desigualdad) llevó a cabo un análisis de la cobertura y montos transferidos por los programas sociales a los hogares, refiriéndose sólo a los que entregan transferencias monetarias. A reserva de hacer referencias más largas en próximas entregas, y evaluar sus conclusiones, sintetizo apretadamente algunas de ellas por su importancia dada la creencia generalizada de que los programas sociales de la 4T están beneficiando a los pobres: 1) La cobertura promedio de los hogares alcanzó un máximo de 34 por ciento de los hogares en 2022 contra 31 por ciento en 2016; 2) En 2022, los hogares más pobres reciben menos recursos que en el sexenio anterior y los más ricos han triplicado los recursos que reciben; 3) Aunque la bolsa de dinero transferido por programas sociales se duplicó, su incidencia en el ingreso de los pobres apenas aumentó; 4) Aunque en el sexenio pasado la política social transfería menos recursos, era más redistributiva; en 2022 transfiere muchos más recursos, pero es menos redistributiva; 5) Salvo la pensión alimentaria para adultos mayores, que no es redistributiva a los pobres, los demás programas no han crecido, e incluso la Beca Benito Juárez ha disminuido. 6) La cobertura de los programas sociales cayó entre 2018 y 2022 en estados muy pobres como Chiapas, Zacatecas y Oaxaca, y aumentó en la mayoría, pero mucho más en Ciudad de México y Nuevo León. 7) En 2022, el 10 por ciento de hogares más pobres recibe 9 por ciento de recursos contra 23 por ciento en 2018; y el 10 por ciento más rico recibe 8 por ciento contra 2 por ciento en 2016. 8) Mientras la masa de transferencias de programas sociales cayó entre 2018 y 2022 en el decil 1 en 14 por ciento, en 2022 subió 30 por ciento y 61 por ciento en los deciles 2 y 3, respectivamente, aumentó más de 100 por ciento en los deciles 4 y 5, más de 200 por ciento en los deciles 6 y 7 y 328, 506 y 638 por ciento (de manera ascendente) en los tres deciles más altos. 9) Del aumento absoluto en transferencias, dos tercios fueron a los cinco deciles superiores y 39 por ciento a los tres deciles superiores. En próximas entregas seguiré analizando los resultados de la ENIGH2022 y derivando conclusiones sobre la situación de la pobreza y la desigualdad.

www.julioboltvinik.org

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