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Mundo

2023-06-25 08:18

Se esfuma en sólo 24 horas la asonada de mercenarios en Rusia

La rebelión contra la cúpula militar, tras horas dramáticas en que todo apuntaba a un choque armado directo entre los mercenarios y el ejército ruso, concluyó la noche de este sábado (tiempo local) cuando, de modo sorprendente, el controvertido Yevgueni Prigozhin, dueño de Grupo Wagner, ordenó a sus hombres dar marcha atrás y regresar a sus bases.

Horas después, el Kremlin confirmó que el contratista militar se mudará a Bielorrusia para desactivar la crisis.

Todo sucedió poco después de que el presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, quien se ofreció a ejercer de mediador entre Prigozhin y la Defensa de Rusia, anunció que, tras de negociar a lo largo de todo el día, se llegó al pacto de que “es inadmisible desatar una cruenta masacre en Rusia”.

El servicio de prensa del mandatario bielorruso amplió así la información: “Yevgueni Prigozhin estuvo de acuerdo con la propuesta del presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, de detener el movimiento de los combatientes de Grupo Wagner en el territorio de Rusia y con los siguientes pasos para reducir la tensión”.

Añadió: “En este momento sobre la mesa hay una variante absolutamente aceptable y ventajosa de de-senlace de la situación, con garantías de seguridad para los combatientes de Wagner”.

No se dio a conocer de qué variante y garantías se trata y el propio Prigozhin, al dar su versión en un nuevo video, tampoco lo aclara. Sólo expresó: “En tan sólo un día avanzamos casi hasta llegar a Moscú, nos faltaron 200 kilómetros. En todo este tiempo no se derramó ni una gota de sangre de nuestros combatientes. Llegó un momento en que podía derramarse la sangre. Por eso, asumiendo toda la responsabilidad por el hecho de que se iba a derramar sangre rusa por una de las partes (enfrentadas), nosotros dimos vuelta con nuestras columnas (de vehículos) y nos movemos en sentido contrario hacia nuestros campamentos como estaba planeado”.

Hubo también otras negociaciones que aparentemente no dieron resultado, a juzgar por los fragmentos que se difundieron en Internet del encuentro en Rostov del Don de Prigozhin con Yunus-Bek Evkurov, viceministro de Defensa, y el general Vladimir Alekseyev, subjefe del Estado Mayor del ejército ruso, donde el empresario advierte a sus interlocutores que “nada detendrá el avance de sus hombres hacia Moscú y quien lo intente será aniquilado”.

El presidente Vladimir Putin agradeció a su colega de Bielorrusia su eficaz gestión para resolver esta crisis y su vocero, Dimitri Peskov, adelantó cómo se resolverán delicados asuntos que están pendientes: de sus declaraciones, pasadas las 11 de la noche en Moscú, se infiere que el Comité de Instrucción de Rusia va a anular la causa penal que abrió el viernes en contra de Prigozhin y por la cual podría ser condenado hasta 20 años de cárcel por “incitar a una rebelión militar”, y que él mismo “probablemente se irá a Bielorrusia”, invitado por Luka-shenko a quien conoce desde hace 20 años.

Peskov dijo que, “tomando en cuenta sus méritos en los combates en Ucrania”, no se fincará responsabilidad penal contra los combatientes del grupo Wagner que participaron en la rebelión y se les invitará a firmar contratos con el Ministerio de Defensa ruso.

El portavoz de Putin afirmó desconocer si en las negociaciones se habló de cambios en la plana mayor del Ministerio de Defensa y no quiso opinar sobre la denuncia que presentó Prigozhin ante el mismo Comité solicitando que Shoigu y Guerasimov sean juzgados como “responsables del genocidio del pueblo ruso, de la muerte de decenas de miles de rusos y la entrega de territorios al enemigo”.

Más tarde, el Kremlin confirmó que Prigozhin viajará a Bielorrusia

En la imagen de la izquierda, paramilitares de Wagner; a la derecha, Yevgueny Prigozhin, propietario de Grupo Wagner con un civil, ambas escenas en la ciudad rusa de Rostov del Don antes de iniciar su retirada. Foto Ap.

Balde de agua fría

La noticia de la rebelión cayó como balde de agua fría sobre el Kremlin. En su breve mensaje a la nación, la mañana del sábado el mandatario ruso calificó la decisión de Prigozhin de “traición” y “puñalada por la espalda” al ejército y al pueblo rusos. A la vez, quedó en una situación incómoda al tener que ordenar “castigar con dureza” a los insurrectos, porque Putin tuvo que escoger entre aceptar que alguien le imponga decisiones y mostrarse así como un mandatario débil o romper con Prigozhin, la persona que le puso en bandeja el único éxito de los meses recientes en la guerra de Ucrania con la toma de la ciudad de Bakhmut. Optó por lo segundo.

El dueño de Wagner, antes conocido como “el chef de Putin” por ser propietario de un restaurante que solía frecuentar el mandatario, respondió, en otro video, a su antiguo protector: “En cuanto a eso de la traición a la patria, el presidente está completamente equivocado. En el grupo Wagner, somos patriotas, combatimos y combatiremos por nuestra patria. Y ninguno tenemos la intención de entregarnos a exigencia del presidente, del FSB (siglas en ruso del Servicio Federal de Seguridad) o de quien sea porque no queremos que nuestro país siga viviendo en la corrupción, la mentira y la burocracia”.

La elección que hizo Putin de romper con Prigozhin sólo tiene un problema: detrás está todo un ejército de 25 mil combatientes armados –con tanques, carros blindados, cañones y el arsenal que les quedó de su asalto a Bakhmut dispuestos a seguir a su líder hasta la muerte.

Horas dramáticas

En la sureña ciudad de Rostov del Don, este sábado los rebeldes –en palabras de Prigozhin, que cuenta con una extensa red de canales noticiosos en las redes sociales– se hicieron del control del cuartel general del grupo de ejércitos Sur de Rusia, del aeródromo y de otras instalaciones militares.

Tuvieron en sus manos una ciudad clave para la logística de la guerra en Ucrania con cerca de un millón de habitantes, llegaron a las regiones de Lípetsk y Vorónezh a 350 kilómetros de la capital rusa y siguieron avanzando, a pesar de que todas las carreteras de acceso están cerradas con tropas del ejército desplegadas de urgencia. El empresario aseguró que, al menos, otros 25 mil hombres –de supuestos simpatizantes entre soldados del ejército, de la guardia nacional y hasta agentes de las fuerzas de seguridad– están dispuestos a acompañarlo a Moscú en lo que llamó su “marcha por la justicia” para destituir el clan que encabezan el ministro de Defensa, Serguei Shoigu, y el jefe del Estado Mayor del ejército, Valeri Guerasimov.

El alcalde de Moscú, Serguei Sobianin –al tiempo que ordenó incrementar las medidas de seguridad en la ciudad, sobre todo en las cercanías de las sedes gubernamentales, así como cerrar todos los parques–, decretó como día feriado el siguiente lunes, pidiendo a los moscovitas no salir a la calle. Roskomnadzor, dependencia que regula el uso de Internet en Rusia, anunció que va a restringir el acceso de su servicio.

Esta rebelión es la peor noticia que podía recibir el Kremlin en un momento en que había concentrado todas sus fuerzas para contener la ofensiva de las tropas ucranias y ahora, si no logra sofocarla de verdad, tendría que reubicar una parte de ellas para abrir un nuevo frente deguerra, pero esta vez dentro de su propio país y contra compatriotas.

Colmó la paciencia

La insurrección comenzó después de que Prigozhin acusó a Shoigu deordenar bombardear un campamento del Grupo Wagner, que según él causó numerosas víctimas mortales.

El Ministerio de Defensa negó haber realizado, llamándolo “provocación informativa”.

El supuesto ataque se debió a que la noche del viernes se difundió el enésimo video de Prigozhin.

El presidente bielorruso, Aleksandr Lukashenko con Vladimir Putin en su reunión del pasado día 9. Foto Ap.

En éste arremetió no sólo contra Shoigu y Guerasimov, sino que fue mucho más allá al ofrecer su versión de por qué se lanzó la llamada “operación militar especial”.

Conviene, a modo de resumen, destacar sus planeamientos principales: que “el Ministerio de Defensa difunde y confunde con la increíble mentira de que Ucrania y la Organización del Tratado del Atlántico Norte tenían planes inminentes de atacar Rusia” y que “la guerra pudo haberse evitado con tan sólo bajarse del Olimpo y ponerse de acuerdo porque al comienzo (el presidente Volodymir) Zelensky estaba dispuesto a negociar.

“Entre 2014 y 2022, el Donbás, mientras su población se empobrecía, se convirtió en fuente de saqueo para funcionarios de la Oficina de la Presidencia (de Putin), del FSB (Servicio Federal de Seguridad), de los magnates del primer círculo del Kremlin y sobre todo de los generales que cobraban el sueldo de soldados inexistentes (en el Donbás)”. Comentó que es una aberración “matar a rusos porque se nos olvida que en la parte oriental de Ucrania habitan personas genéticamente rusas” y consideró que “la operación se planeó con las patas” y cuando las tropas se acercaron a Kiev, “le faltaron huevos a Shoigu”, que se escondió cual cobarde en su despacho sin comprender por qué, después de lanzar miles de misiles sin ton ni son, los soldados no siguieron avanzando”.

Acusó a Shoigu de “provocar la muerte de miles de tropas, mientras cada día reúne a su corte de mediocres aduladores en torno a su mesa con abundante coñac y caviar” y, como colofón, lanzó que “la guerra la necesitaban sólo el enfermo mental Shoigu que quiere pasar a la historia como gran guerrero de Tuva (minoría étnica a la que pertenece) y primer mariscal de la época postsoviética, y al clan de magnates que gobiernan Rusia”. Este video, al parecer, colmó la paciencia de la cúpula militar que habría ordenado atacar el campamento de Wagner y esto, a su vez, prendió la mecha de la rebelión.

Pugna intestina

El llamado Club de Patriotas Indignados, que encabeza Igor Strelkov enemigo de Prigozhin y Putin, distribuyó ayer una declaración, que apunta: “Las autoridades prefieren no darse cuenta dela situación de la plana mayor del ejército, que ha cometido fallas y sufrido derrotas en el frente; la autoridad resultó incapaz de evitar el golpe de Estado que se está gestando, a pesar del abierto conflicto entre los mercenarios y la dirigencia de la Defensa”. En consecuencia, concluyen los seguidores de Strelkov, “el sistema de poder de Rusia se encuentra al borde del colapso político y, al margen de cómo termine, la correlación de fuerzas de 20 años no será la misma”.

Y advierten: “Nuestra patria está ante una catástrofe. Una guerra civil en la retaguardia puede socavar el frente y conducir a una derrota humillante en la guerra, que si la perdemos la guerra, será el fin de Rusia”.

En una primera reacción desde Kiev, el presidente ucranio, Volodymir Zelensky, afirmó que lo que está pasando en Rusia es “una muestra de su debilidadcompleta: (Putin) envía a cientos de miles de personas a la guerra para finalmente atrincherarse en la región de Moscú y protegerse de lo que él armó”. Añadió que Rusia “utiliza la propaganda para ocultar su debilidad y la estupidez de su gobierno, pero ahora el caos es tal que ya nadie puede ocultarlo”.

Por su parte, mediante un comunicado difundido antes de que se anunciara el acuerdo auspiciado por Lukashenko, la cancillería rusa indicó que “el motín le hace el juego a los enemigos exteriores de Rusia. Advertimos a los países occidentales contra cualquier indicio de posible utilización de la situación para sus objetivos rusófobos”.

Los diplomáticos rusos condenaron “las aspiraciones aventureras de los conspiradores, que están esencialmente dirigidas a desestabilizar la situación en Rusia, destruir la unidad y socavar los esfuerzos de Rusia por garantizar de forma fiable la seguridad internacional”.

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