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Cultura

2023-04-10 08:43

Insólita exposición sobre Mitra registra cómo la ciencia ha desarraigado mitos

Imagen de Cautes, que en la iconografía de este culto mistérico funge como uno de los compañeros de Mitra. La figura es una de las que se exponen en la muestra.
Imagen de Cautes, que en la iconografía de este culto mistérico funge como uno de los compañeros de Mitra. La figura es una de las que se exponen en la muestra. Foto AMF

Ciudad de México. “Hasta ahora nunca se había hecho una exposición dedicada a Mitra”, dijo Wolfgang David –director del Museo Arqueológico de Fráncfort– en entrevista telefónica con La Jornada, al referirse a la muestra en curso en dicho recinto, que concluye hoy, titulada El misterio de Mitra. La exposición se presentó antes en Bélgica y Francia, con la participación de 20 países y los mayores expertos del mundo.

El título evoca el enigma de Mitra, dios del Sol, cuyo culto coincidió con la afirmación del monoteísmo y cuya práctica fue transmitida sólo oralmente. En los pasados 40 años se han logrado enormes avances científicos en torno al tema, puestos finalmente al alcance del gran público.

Cuando el cristianismo se impuso, el mitraísmo se extinguió, pero su paso colmó el enorme territorio del Imperio romano con pequeños santuarios subterráneos llamados mitreos, muchos de ellos conservados hasta hoy, adornados con relieves, estatuas o pinturas murales. Su mayor difusión se dio en Roma y Ostia, como en las provincias del norte del imperio donde el cristianismo aún no tenía influencia, en las tierras que bordeaban los ríos Danubio y Rin (Alemania, Polonia, Romania, etcétera), aunque se expandió en casi todo el continente hasta Inglaterra, el norte de África, Turquía, Siria y Líbano.

David nota cómo Fráncfort fue el límite norte de la provincia romana, sede de la contigua Nida, área rica de mitreos, de los que el museo muestra tres relieves que constituyen el corazón de la exposición. Menciona que en Alemania Mitra no inspiró a los artistas o escritores como en otros países (Picasso, Rudyard Kipling, y en nuestro tiempo, series televisivas, novelas, cómics y películas). En cambio, “atrajo al esoterismo y a la antroposofía de Rudolf Steiner. Mucho del público que ha venido a visitarla pertenece a ricas logias masónicas cautivadas por esa tradición añeja, de la cual, sin embargo, conocían poco.

Ruptura de ideas centenarias

“Mitra fue algo muy distinto. A diferencia del paganismo, se trató de un culto privado, que podría compararse al actual Club de Rotarios, cuyos miembros pertenecían a la poderosa élite administrativa romana. Formaban una red y significaba para ellos un reparo, porque trabajaban fuera de su localidad de origen y eran constantemente transferidos. Los unía la lealtad entre sí y la solidaridad al emperador.

“Se agrupaban en los mitreos, caracterizados por una forma rectangular de unos 30 a 40 metros cuadrados, situados bajo tierra o en cuevas, recreando el momento principal de la vida de Mitra: la tauromaquia. Ahí se realizaban banquetes para honrarlo. Se han encontrado miles de huesos con restos de comida que han sido analizados, descubriéndose que utilizaban la mejor carne, en particular pollo y lechones. Además, se bebía buen vino, como denota la finura de las copas encontradas.”

El dios que mata al toro es el símbolo mismo del mitraísmo, pero es sólo una de las 49 escenas que se han encontrado para figurar su vida, bordeándola en un formato menor. La tauromaquia representa al dios Mitra cumpliendo un acto cosmogónico de regeneración, cuyo fluido vital era la fecundación de la naturaleza, de la que se benefician los animales que lo acompañan en la escena: un cuervo, un perro que lame la sangre del toro, una serpiente arrastrándose y un alacrán que le pica los testículos.

El volumen Textes et monuments figurés relatifs aux mystères de Mithra (1896-1899), del belga Franz Cumont, marcó el inicio de los estudios científicos dedicados a Mitra y, a pesar de su importancia, hubo equívocos que han llevado un siglo para ser corregidos, empezando por desmentir que el mitraísmo nació en Irán, ya que fue en Roma, influido, sí, por la tradición persa, pero probablemente “inventado” por un alto funcionario imperial.

David califica esta conclusión “como una de las mayores aportaciones recientes de la ciencia, como ha sido también haber desmentido que era una religión de soldados; se descubrió que éstos formaban, en realidad, sólo 10 por ciento de los fieles. Además, se ha entendido que las mujeres estaban excluidas”.

Mitraísmo y cristianismo

Quedarán desilusionados quienes vivían del mito de la supuesta rivalidad entre el mitraísmo y el cristianismo. El investigador Noel M. Swerdlow lo destaca en el ensayo del imprescindible y corpulento catálogo, donde nota cómo a pesar de la asombrosa propagación del mitraísmo en todo el Imperio Romano, “no debió ser una religión en forma, porque los escritores cristianos casi no le dedican atención, lo que explica que no debió suponer una amenaza para ellos”.

Al respecto, David agrega de qué forma “el mitraísmo se extinguió con el Edicto de Teodosio, que declaró el cristianismo la religión del imperio en 380. Es lógico que terminara porque eran seguidores del emperador, formaban parte del sistema y lo obedecían. No hay registro de persecuciones, y la arqueología lo aclara por completo, ya que los mitreos estaban intactos a principios del siglo V; no fueron quemados ni destruidos”.

Más que pensar en una influencia recíproca, Aleš Chalupa, experto en estudios religiosos, destaca en el catálogo que algunas de las similitudes comunes se deben a la misma raíz grecolatina, empezando porque el uso de los banquetes era una práxis omnipresente en Roma como forma de cohesión colectiva. Lo mismo dígase del bautizo y la eucaristía, que se ha descubierto que eran practicadas también por el mitraísmo.

Pero no sólo Mitra y Cristo nacieron el 25 de diciembre y diversas obras tanto de la época griega como de la romana escenificaron deidades que mataban al toro, según señala en su ensayo Dietrich Boschung, “lo que propició la transferencia de esta imagen iconográfica al culto de Mitra”.

David apunta de qué manera el cristianismo adoptó la iconografía mitraica en mosaicos tempranos como el Cristo–Sol de Justicia, o más tarde en la basílica de San Apolinar el Nuevo en Ravenna, los Tres Reyes Magos, representados con el gorro frigio persa rojo, símbolo por excelencia de Mitra. El director destaca el estudio de Nicolas Amoroso, quien ha mostrado cómo esa influencia llegó hasta el medievo, como la tauromaquia esculpida en un capitel de la catedral de Monreale en Sicilia del siglo XII.

Algunas de las obras maestras del culto a Mitra que señala David fueron realizadas en mármol, como las estatuas de Sidon en Líbano (390 dC) y los bajorrelieves Borghese (siglo II dC, descubierto desde el Renacimiento, ambos en el Louvre; el segundo en la sede de Lens), y el de Vulci en el Lacio. De entre las pinturas murales destaca el mitreo de Marino, en esta misma región italiana. Sin embargo, la mayor parte de los relieves fueron en piedra, comprometidos al desgaste del tiempo.

Esta exposición quedará como un hito para futuros estudios mitraicos, atestiguando la relevancia de la ciencia en la tarea de despejar mitos arraigados, aunque reconociéndose también lo mucho que falta por descubrirse.

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