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Cultura

2023-04-06 06:00

México dio a Eisenstein la posibilidad de ser él mismo, valora Peter Greenaway

Para Greenaway, lo más importante no son los logros, sino tener una vida.
Para Greenaway, lo más importante no son los logros, sino tener una vida. Foto tomada del Facebook del cinerrealizador británico
Periódico La Jornada
jueves 06 de abril de 2023 , p. 5a

“El arte es vida, y la vida es arte” es uno de los lemas preferidos de Peter Greenaway, creador inclasificable del cine y las artes plásticas.

Este miércoles celebra su cumpleaños 81, “todavía bailando por la vida”, según posteó el artista acompañado de una bella imagen.

A Greenaway, personaje único con 60 años de carrera y unas 70 obras audiovisuales en su haber, siempre le han preguntado por qué, si estudió pintura, ahora se dedica a ser cineasta. Su respuesta es que siente desilusión de que las obras pictóricas no tengan bandas sonoras. “Así se podría definir todo mi cine: pinturas con soundtracks”.

Hablar de Greenaway significa pensar en la inconmensurable creatividad en todas sus dimensiones. El realizador es un adelantado a su tiempo, y ahora, un ícono de la cinematografía mundial que a cada paso se reinventa.

Es autor de obras del archivo fílmico mundial como El cocinero, el ladrón, su esposa y su amante, El bebé de Macon y El libro de cabecera, 8 1/2 mujeres. En México filmó Eisenstein en Guanajuato, la cual presentó en el festival de cine de Morelia, donde sentenció “que el cine estaba muerto” y lamentaba el dominio del “texto” por encima de la imagen.

A decir de él, el cine fue pensado como un acto colectivo, un arte para un público masivo simultáneo, lo cual también ha dejado de existir. “El único lugar donde puedes ver el cine bien es en festivales. A últimas fechas parece incapaz de inventar su propio material. Todo está basado en libros, en textos”, dijo en Morelia en esa ocasión.

Una odisea a principios del siglo XX

Greenaway es un gran creador, un humano con vista lejana para quien lo más importante no es tener una carrera, logros, sino una vida.

Su reciente filme es Walking to Paris (producción francesa-italiana-suiza), historia dramática que está dedicada a un viaje que Constantin Brâncuși hizo durante 18 meses a través de Europa a principios del siglo XX. No es un documental ni una cinta biográfica, sino una ficción imaginada por el director británico a partir de un hecho real del que apenas se conocen detalles.

Poco antes, Greenaway se enorgullecía por el trabajo de su esposa, la también directora de cine y artista multimedia Saskia Boddeke, quien ganó algunos premios en encuentros por su película The Greenaway Alphabet.

“Aunque el nombre Greenaway está en el título, esta película es absolutamente su creación. ¡Nos sentimos muy orgullosos!”, comentó el realizador sobre este trabajo que muestra sus fascinaciones, las cuales se capturan como “mariposas y se organizan en un alfabeto, una forma que le conviene perfectamente como enciclopedista”.

En conversaciones íntimas con su perspicaz hija adolescente, Pip, se descubre quién, qué y el porqué de Greenaway. Comienzan con A, que significa Ámsterdam, pero también podría significar “autismo”, sugiere Pip. La creatividad ilimitada de Greenaway, el flujo ilimitado de palabras y la pasión por coleccionar ciertamente traen esto a la mente, y admite que lleva la etiqueta con orgullo.

“Las conversaciones lúdicas no rehúyen los temas más dolorosos; escuchamos que Greenaway no ha visto a otros dos hijos suyos en años. Y más tarde, con el corazón roto y llorando, Pip le pregunta si de una vez dejará de hablar como comentarista. Las preguntas espontáneas de su hija penetran en él hasta la médula, permitiendo a su esposa, hacer un retrato profundamente personal no sólo del artista, sino también de Greenaway, el padre, en su batalla contra el tiempo”, se lee en la sinopsis del documental.

Peter Greenaway se siente gustoso de venir a México. Lo ha hecho en varias ocasiones para presentar sus trabajos –como la mencionada Eisenstein en Guanajuato–, particular exégesis sobre la estancia del cinerrealizador ruso, su romance con un hombre y el encuentro con la celebración de la muerte. De eso trata el filme.

Greenaway mencionaba que la idea original surgió cuando visitó ese estado, hace 10 años, durante la primavera, cuando todo era resplandeciente. Se me quedó la idea de volver para rodar una cinta. Además, se juntó con la investigación que he realizado durante gran parte de mi vida sobre el cineasta ruso creador de la trilogía La huelga, El acorazado Potemkin y Octubre.

Sobre la investigación que hizo acerca de este director, Eisenstein, respondió tajante: “La historia no existe; existen los historiadores, y los historiadores son mentirosos. La película no habla estrictamente de su importancia como director en la ex Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, sino sobre la época que pasó lejos de su país, de José Stalin y del materialismo dialéctico.

“Hay que subrayar la idea de que México fue el país que otorgó a Eisenstein la posibilidad de ser él mismo. Eso hay que agradecerlo a México. Comencé a crear una idea del hombre en sí mismo, y dejé de lado la idea del probable mejor cineasta de la historia del cine”, concluía esa ocasión.

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