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Cultura

2023-03-02 10:24

García Jiménez narra 60 años de lucha desde la izquierda

Plutarco Emilio García Jiménez abandonó la idea de convertirse en un profesional exitoso para dedicarse de tiempo completo a la lucha social, sin recibir salario y comprometido, sobre todo, con la lucha agraria.
Plutarco Emilio García Jiménez abandonó la idea de convertirse en un profesional exitoso para dedicarse de tiempo completo a la lucha social, sin recibir salario y comprometido, sobre todo, con la lucha agraria. Foto Yazmín Ortega

Ciudad de México. La lucha por la tierra incorpora en la actualidad la defensa de los recursos naturales, el cuidado del medio ambiente y el control de la producción agrícola. Ya no se trata sólo de la parcela, explicó el maestro y dirigente campesino Plutarco Emilio García Jiménez, quien en su autobiografía Memoria en el tiempo y un poco de historia relata su trasiego de más de 60 años en el ámbito agrario y de la izquierda mexicana.

El también economista mencionó a La Jornada que cuando en 1979 la Coordinadora Nacional Plan de Ayala (CNPA) se convirtió “en la fuerza más importante de carácter agrario, el concepto de la lucha por la tierra era limitado porque estaba reducida al uso agrícola, pero no se entendía como territorio, un concepto que se incorporó después”.

Se comenzó a entender “la tierra con todo lo que hay en ella, en el subsuelo y en la biosfera. Ahora se está hablando de un nuevo agrarismo que incluye elementos históricos y componentes programáticos que se adecuan a los tiempos actuales. El sentido comunitario es fundamental”, agregó el director en jefe del Registro Nacional Agrario (RAN).

García Jiménez (Ocotillo, 1939) puntualizó que ya no se lucha en contra de grandes latifundios, aunque hay algunos todavía. “Hoy la concentración de tierra ocurre donde tiene un mayor valor: en las zonas costeras y en espacios con grandes proyectos turísticos, como Yucatán, Quintana Roo, Baja California y Guerrero, donde vale un dineral. Ahí los acaparadores han encontrado la veta, tanto por vías legales como ilegales”.

Añadió que hay “una vuelta a los colectivos que existen desde el cardenismo. La mayor parte de las uniones de ejido, uniones de créditos, cooperativas, fue barrida por el neoliberalismo. Con una nueva visión agrarista se tienen que rescatar esas figuras”.

El ex director de la Universidad Campesina del Sur opinó que ante el debilitamiento de las organizaciones campesinas tradicionales desde el neoliberalismo, “los comisariados ejidales y comunales, que habían sido relegados por las políticas individualistas privatizadoras, están surgiendo. Se están organizando de manera no corporativa. Van a hacer una convención nacional que puede generar un movimiento de masas tan importantes como los de los años 80.

“Si la convención campesina nacional avanza, si se organiza en todos los estados de la República, los campesinos pueden llenar el Zócalo. Vamos a ver en qué momento están en posibilidad. Las comunidades indígenas han generado también una fuerza muy importante.”

Previó que “la derecha no va a estar cruzada de brazos. Se van a requerir grandes movilizaciones en apoyo a políticas progresistas. Si los movimientos sociales no están pensando así, entonces estamos en riesgo de retroceder, como ha pasado en varios países”.

Planes de justicia para los pueblos indígenas

Hizo énfasis en el impulso que realiza el presidente Andrés Manuel López Obrador con los planes de justicia. El primero fue en beneficio del pueblo yaqui a través de la devolución de las tierras y el agua proveniente del río Yaqui de las que fueron despojados. Añadió que incluye otras acciones de carácter social, como vivienda, educación y salud.

Los planes de justicia también se están haciendo con los wixárikas y los lacandones. “Es una concepción de mirar las etnias no como un agregado social a la cultura occidental, sino como dueños de un territorio, como hijos de la patria, no sus entenados”, mencionó el dirigente de 84 años.

Plutarco Emilio García esbozó en su oficina del RAN una línea histórica a partir del movimiento magisterial de Othón Sálazar y el estudiantil de 1968, pasando por la Liga Comunista Espartaco, el desarrollo de organizaciones agrarias, urbanas, populares y sindicales en las que participó desde los años 60, así como su contacto con el Ejército Zapatista de Liberación Nacional y su actuación en el movimiento contra la globalización neoliberal, hasta concluir en el sexenio actual.

Rodeado de efigies de Emiliano Zapata, José María Morelos y Pavón, Lázaro Cárdenas y Lucio Cabañas, el activista y escritor habló de su ruta en los procesos históricos del país, plasmada en el libro publicado por el sello Juan Pablos Editor, desde que abandonó “la posibilidad de ser un profesionista exitoso, me tiré a la perdición y me fui a la lucha social de lleno, de tiempo completo; a vivir sin salario, comprometido sobre todo con las luchas campesinas”.

De lo que escribió en su atutobiografía, refirió: “Todo lo viví, o sea, fui parte, aunque me coloco como observador. Cuando se dio el movimiento magisterial acababa de salir de la Normal. Entré al paro encabezado por el maestro Othón Salazar en junio de 1960; llevaba dos meses trabajando y me cesaron. Estuve cinco años así. Regresé por pura dignidad. En el 68 otra vez tuve que salir y ya no regresé”.

Liga Comunista Espartaco

Remarcó que en el texto plasmó “una visión crítica y autocrítica, cuando es necesario, no apologética. Los movimientos tienen sus cosas positivas y negativas, eso es lo que trato de reflejar en este registro memorial”.

Uno de los temas en que se explayó fue el de la Liga Comunista Espartaco formada en 1965, que tuvo influencia en el movimiento obrero y en la Universidad Nacional Autónoma de México. En los movimientos de masas, recordó García Jiménez, el espartaquismo “jugó un papel poco reconocido y estudiado, aunque tuvo influencia en la Organización de Izquierda Revolucionaria-Línea de Masas, además de contactos con el movimiento armado”.

Desde los años 80 varios amigos le habían pedido “sistematizar testimonios de luchas en las que yo había participado como estudiante, maestro normalista y dirigente campesino. El activismo no me dio mucho tiempo. En 2006 hice un primer libro con testimonios de veteranos zapatistas. Es Tierra arrasada. Varios de ellos fueron fundadores de la CNPA.

“Con mi participación en los eventos campesinos, sobre todo en torno a la figura de Zapata, escribía artículos, documentos, ponencias y conferencias para impartir en países de América Latina. Entonces, escribí Zapata en el corazón del pueblo. Ya con la posibilidad de dedicarle un poco más tiempo, realicé Memoria en el tiempo… Me di cuenta de que había material para recoger algo de historia de los movimientos sociales que me tocó vivir”.

En la primera parte esbozó su filosofía personal en torno a lo que entiende por utopía, memoria y para qué la memoria; luego relató de dónde viene, su infancia y cómo era la producción en el campo durante los años 40 y 50.

La parte final del libro se refiere a su contacto con movimientos de países de Europa y Sudamérica, como parte de la CNPA, con la red mundial Vía Campesina y su participación como fundador de la Coordinadora Latinoamericana de Organizaciones del Campo en 1994, en Perú.

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