Ciudad de México. México mantiene una brecha histórica en cuanto a financiamiento a salud, destina más a los intereses de la deuda que a este rubro y, ante la falta de recursos para todos lo niveles de atención —desde consultas en atención básica hasta hospitalización—, se ha limitado el gasto para enfermedades crónicas, largas y que más costosas resultan para las familias, reportó el Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP).

Con recortes continuos desde siete años previos a la pandemia de coronavirus, en 2020 el gasto en salud era el más bajo como proporción del producto interno bruto (PIB), de 2.7 por ciento, por debajo de 3 por ciento recomendado por organismos internacionales. Con la emergencia por la covid-19 no se dieron “aumentos significativos al sector salud”, sino que se llevaron a cabo reasignaciones de gasto de manera temporal, detalla una investigación de la asociación civil.

En el marco de la discusión del Paquete Económico del próximo año, Alejandra Macías, directora del CIEP, consideró que dado lo escaso de los recursos con que se cuentan para hacer política pública, se debe dejar de lado una “visión cortoplacista” para su ejecución, repartirlos mejor y no soslayar que la transición demográfica sumará presiones a las ya existentes.

Además de que el gasto en salud se mantiene acotado por la necesidad de cubrir gastos ineludibles como el costo financiero de la deuda, la desigualdad en la ejecución de recursos se mantiene, explicó Judith Méndez, directora adjunta de investigación y especialista en salud y finanzas públicas del CIEP.

Para el siguiente año se propone un incremento de 4.2 por ciento en el gasto en salud, pero insuficiente para cerrar la brecha de 3 puntos del PIB. Cuando se analiza el destino de los recursos, la población sin seguridad social vería una caída de 2.1 por ciento per cápita, el cual pasaría de 3 mil 733 pesos a 3 mil 694 pesos en 2023.

Méndez detalló que en el caso del sistema de salud de Petróleos Mexicanos, se prevé un incremento de 5.7 por ciento, que pasa de 29 mil 190 a 30 mil 858 pesos; de 8.4 por ciento para el Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, con una variación de 5 mil 240 a 5 mil 682 pesos; y de 4 por ciento para el Instituto Mexicano del Seguro Social, que incrementa de 5 mil 316 a 5 mil 529 pesos.

No obstante, se reduce 2.1 por ciento el gasto per cápita para la población sin seguridad social de los sistemas INSABI-IMSS-Bienestar, dado que los recursos anuales para atender a cada uno de los beneficiarios pasan de 3 mil 773 para todo 2022, a 3 mil 694 pesos el siguiente año.

La investigación financiada por la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF) reporta a la vez que en la propuesta de presupuesto para el próximo año aumenta en 46.5 por ciento el gasto directo en atención a la salud, mientras cae 14.7 por ciento el destinado a medicamentos.

El que se den menores recursos para la compra de medicamentos es “preocupante”, detalló Méndez, pero además del menor gasto en las vacunas contra la pandemia no explicó si la baja también se puede explicar por ahorros en las compras a sobreprecio referidas por la actual administración o por un menor volumen de adquisiciones.

“México no está preparado en términos de finanzas públicas para enfrentar nuevas pandemias (…) consideramos que, de cara a la discusión del Paquete Económico para 2023, tenemos la oportunidad de fortalecer el gasto en salud de tal forma que estemos mejor preparados para situaciones extremas como las pandemias que podrían surgir, mediante acuerdos fiscales de gran calado y asignaciones presupuestales que reviertan la debilidad institucional que mantiene el sector salud desde hace al menos 10 años”, exhortó la especialista en salud y finanzas públicas del CIEP.