Ciudad de México. Tras los señalamientos de juristas que refieren una falta de cultura de respeto a los derechos humanos, incluso desde la propia esfera de la administración pública y del Estado, el presidente del Tribunal Superior de Justicia, Rafael Guerra señaló que los jueces del poder judicial se capacitan continuamente en materia de derechos humanos.
Agregó que acuden a cursos, no sólo para lograr el conocimiento técnico, sino tener sensibilidad y aplicarlos.
En la presentación del libro Reconocimiento y protección constitucional de los derecho humanos en México, de Ricardo Sepulveda Iguíniz, el magistrado presidente expuso que no soslaya el autor, sobre el impacto social que se produjo en la sociedad ante lo que denomina el boom mediático sobre los derechos humanos, lo cual, dijo, no siempre fue favorable, pues en muchos casos el tema se abordó de manera frívola y superficial, lo que no ayuda a lograr mejores condiciones de igualdad y justicia social.
El libro plantea la necesidad de estudiar, difundir y discutir el tema de los derechos humanos a profundidad, para lograr expandir una cultura sobre éstos.
Por su parte, el marco de la Décimo Tercera Feria Nacional del Libro Jurídico del PJCDMX, el director de la Facultad de Derecho, Raúl Contreras, consideró que no hay una cultura de derechos humanos, ya que incluso se han aprobado reformas legislativas que atentan contra el respeto a los mismos, y se aplican políticas públicas que los violentan.
En su oportunidad, la directora del Centro de Estudios Constitucionales del máximo tribunal, Ana Ibarra, refirió que la obra aborda un aspecto poco atendido, que el de que la carga de hacer valer los derechos humanos se deja a los jueces, cuando esta tarea debería atenderse desde las esferas de la administración pública, y, por ende, desde el Estado.
En su intervención, el autor de la obra, Ricardo Sepulveda, actual director general de la Coordinación y Sistematización de Tesis de la SCJN, aseguró que su libro aporta la experiencia práctica de su trabajo, además de que invita a la reflexión, pero sobre todo a la acción, con un tono optimista sobre los principios de los derechos humanos, los cuales no tienen marcha atrás.