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Cultura

2022-06-15 08:14

Un crítico nunca debe perder la humildad: Luis Tovar

El director de ‘La Jornada Semanal’,’ en un collage.
El director de ‘La Jornada Semanal’,’ en un collage. Foto Rumania Olivares

Ciudad de México. Luis Tovar ha escrito novela y poesía y hoy día es el director del suplemento cultural La Jornada Semanal.

El periodista tiene una patología: el cine, arte que le ha dejado secuelas y que ningún galeno ha remediado. Sólo él ha podido curar esa filia por medio de sus recetas para vivir asintomáticamente inmerso en el mundo del séptimo arte. Desde hace 22 años prescribe sus remedios mediante lo que se conoce como crítica cinematográfica. Uno de ellos se llama Cinexcusas, columna que cada siete días aparece en el mencionado semanario y que está enfocado a dar espacio al cine mexicano y de Latinoamérica, tan desdeñado por muchos de los que se dicen críticos.

Su fascinación por el cine nació siendo un niño. De una de esas salas gigantes de la Ciudad de México, el cine Ópera, recuerda el momento en que se apagaron las luces y comenzó a correr La dama y el vagabundo (clásico de Disney), “y la magia se inició”. Ya de más grandecito también se hizo recurrente del Orfeón, el Palacio y el Majestic, a los ya iba por su cuenta.

Se dirigió hacia lo que no tenía interés mediático

Nunca perdió su amor por el fenómeno cinematográfico, pero fue hasta que, al ser periodista de La Jornada, su inquietud lo llevó al camino de analizar profundamente las películas nacionales, que no tenían interés mediático. Entonces, gestó sus colaboraciones, que ahora, tras unas mil 100 entregas, se convierte en un libro de 500 páginas: Cinexcusas I, cine mexicano 1999-2009.

A la fecha, ha cumplido las máximas que se propuso como objetivo en aquel 1999 para ejercer una buena crítica cinematográfica: “Nunca perder la humildad ni anteponerse a la película”. O sea, “que jamás sea más importante lo que tú dices que aquello de lo que hablas. Si tu crítica se vuelve más importante que la película, ya fallaste”.

En la introducción de su libro (del cual se editará una segunda parte), el escritor es tajante: “La principal función de la crítica es contribuir a la comprensión de un hecho, sea artístico, social o de cualquier índole”.

Tovar es alguien a quien en los encuentros de cine y festivales se le ve entrar a una sala y no salir hasta que se proyectan las cuatro o cinco películas del día. Siempre con libreta y pluma en mano, viaja a su introspección para registrar lo que observa y siente.

En la charla con este medio, recuerda una escena de la película animada Ratatouille, en la que la protagonista es una rata que hace de chef, y en la cual, por supuesto, aparece un crítico gastronómico que discursa: “Muchas veces los críticos somos personajes que no nos damos cuenta de que le debemos todo al cocinero”. Para no insultar, Luis se mete en el saco de los que llegan y “de un plumazo, dependiendo de nuestro estado de ánimo o de nuestras filias o fobias, destruyen de un solo golpe algo que a otro le costó un trabajo inmenso…”

Reconoce: “Nosotros siempre seremos deudores del creador, en este caso del cineasta. Existe la vieja historia de que los críticos somos cineastas frustrados, aunque la verdad, muchos parecen responder a ese anacronismo cuando se quieren erigir como directores, porque caen en el absurdo de que ‘yo lo hubiera hecho distinto, yo hubiera aprovechado a tal o cual actor’”.

–Algunos críticos sí son artistas en las sombras.

–Claro, porque en su vida han dirigido un carajo y no están para ello. Para mí, un crítico que pierde eso de vista, perdió, insisto, la humildad, y se siente mejor que el director, que el productor o que el actor. Y eso no es verdad.

Idea absurda

Aunque “posiblemente lleguemos al punto de ser capaces de ver cosas que el director no vio, pero eso no tiene que ver con la idea absurda de que yo sea mejor que (Martin) Scorsese”.

Para ser crítico, “se entrena el ojo y sí puedes ver esas cosas que, incluso el director no vio, pero de ahí, a suponer que tú harías mejor el trabajo de aquello de lo que eres un eterno deudor, se llama soberbia con la que perdiste el objeto de tu atención, que es la película”.

Cinexcusas ha hecho a lo largo de estos años un análisis profundo, pero sobre todo una contextualización social y cultural del cine. “Para mí, la esencia es contextualizar. Ubico al cine como un todo, mas no como un ente aislado; es un factor cultural que se interrelaciona con todo lo demás, que se alimenta de todo lo demás. Tenía que ver al cine mexicano como un crisol en el que se pudiera mostrar a la realidad misma, socioculturalmente hablando”.

–¿La crítica cinematográfica ha perdido lo humano?

–Son las limitaciones que da cierto cine al que tanto caso le hacen ciertos críticos o ciertos aspirantes a críticos o seudocríticos. Si eres comentarista con ínfulas de crítica, lo que más hay en un noticiero, eres recomendador, no crítico.

–¿La crítica ya no cumple con la función de promoción de una obra?

–Veo que a la crítica le sobran defectos, pero no le faltan cualidades. De pronto parecía que a medio mundo le gustaba la idea de ser crítico de cine. Todo mundo puede y lo hace. Quieren que se sepa que soy crítico y luego reparto hachazos a diestra y sinestra, nada se me va vivo, eso es falsa crítica.

Para él, la crítica significa “capacidad de análisis y reflexión, y capacidad de apreciación. Qué le ves a una cinta cuando la proyectas frente a ti. Del resultado de ese ejercicio sale algo que la gente llama crítica, pero si voy a ver la película para ver qué defectos le hallo, eso no es crítica, sino un afán destructivo. El fenómeno cinematográfico hasta el disfrute del espectador es visto como una maquinaria, pero si falla el engrane de la crítica lo que haces es impedir que se cumpla el proceso de la mejor manera”.

Facilitador, no invitador

Asegura que el llamado crítico tiene que ser un “facilitador, no un recomendador ni un invitador. Es el que facilita esa maravilla que es pensar en el cine de forma analítica y reflexiva. Lo que escribo sobre cine no tiene otro propósito que invitar al espectador a pensar en la película. La vi así, le vi esto, así la sentí, o esto me pareció… No es llegar a dictar lo que piensas. Cuando un lector me dice que con mi crítica evitó ver la película, ahí es cuando me digo: ‘Ya fallé. Mi texto no funcionó’. No tienes que declararle al mundo: ‘Me parece buena o mala’. Eso no tiene sentido llevarlo por delante”.

Cinexcusas I, cine mexicano 1999-2009 refleja “años de idiosincrasia, de un modo de pensar, de una postura política y cultural claras que se manifiestan semana tras semana sobre el contexto del fenómeno cinematográfico mexicano. No es un secreto, soy de izquierda, me gustan cosas, me disgustan otras, me chocan las películas que le toman el pelo al espectador. Me gustan las cintas que me proponen cosas, que tienen osadía”.

–¿Por qué contextualizar-analizar el cine mexicano?

–Siempre he pensado que el público y los críticos tienen una relación de amor-odio con el cine mexicano. Aunque no lo confiesen, les obsesiona. No pueden ignorarlo, pese a su desprecio. Cuando hacen ese desdén profesionalmente hablando y se preocupan por otro que no sea mexicano, siento que de la manera más ezquisofrénica le confiesan su amor. En el fondo quisieran hablar de ese cine, pero en su arrogancia sienten que ese cine es tan malo que no merece que se hable de él. Hablan mal de él, pero cuando los premian en festivales, se callan.

¿Streaming o pantalla grande?

–Si me dan a elegir, siempre preferiré pantallota. Lo que sí ha pasado es que hay un valor y la gente le ha perdido el respeto al cine, porque si lo ve en plataformas, le pone pausa a cada rato y se interrumpe y se distrae mucho. Yo pongo una película y no me paro, no me detengo, es el ritual del mismo modo que si estuviera en la sala. Hay una continuidad en la percepción de una obra.

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