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Cultura

2022-06-13 07:37

Incesante, Yoko Sugiura busca difundir legado de Conlon Nancarrow

Sugiura, en entrevista con ‘La Jornada’. Foto Yazmín Ortega Cortés

La personalidad de Conlon Nancarrow (1912-1997) dista de esa imagen bohemia que suele construirse en torno de un artista. Fue alguien que gustaba de la soledad, incluso de ser medio ermitaño, mas nunca uraño. Lo único que quería y se procuraba era espacio y tiempo para desarrollar su trabajo como compositor.

Sencillo y desapegado, Nancarrow nunca buscó las candilejas ni la fama, tampoco le interesaba trascender a la posterioridad. Tan es así que nunca se preocupó por el destino de sus obras, los pianos mecánicos que adaptó para interpretarlas ni de su archivo personal.

“Le daba lo mismo si se destruían. Decía que para él eran cosas que habían cumplido su función, que ya las había creado, compartido y disfrutado, y que con eso se daba por servido”, afirma Yoko Sugiura, la tercera y última de sus tres esposas, con quien compartió su existencia entre 1969 y 1997, año en que él falleció.

Este 2022 es relevante en cuanto a efemérides relacionadas con ese compositor de origen estadunidense, pero naturalizado mexicano en la década de los 50, considerado por muchos –entre ellos su colega Györgi Ligetti– uno de los grandes innovadores y revolucionarios del arte musical del siglo XX. Por un lado, el 10 de agosto se cumple su 25 aniversario luctuoso, mientras el 27 de octubre, 110 años de su nacimiento.

La antropóloga de origen japonés no ha tenido noticia de alguna conmemoración relativa con ese par de fechas, ni de México ni del extranjero, como sí ocurrió con el centenario, en 2012, cuando se organizaron diversas actividades en el país, Estados Unidos, Alemania y Francia.

Lo mismo sucedió con el 20 aniversario luctuoso, en 2017, que en nuestro país fue conmemorado, entre otras instancias, por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con un magno homenaje dentro del Festival Vértice: Experimentación y Vanguardia.

En él participó como invitado especial Trimpin, artista sonoro alemán con quien Nancarrow sostuvo una relación de trabajo y amistad de más de una década, en la que crearon máquinas que reproducen música y retan las posibilidades de la ejecución humana.

Para Yoko Sugiura lo más importante, señala a La Jornada, es preservar y difundir la memoria, el ejemplo humano y el trabajo creativo de su esposo. Al alcance de su mano están los dos primeros rubros, pues del tercero, dice, se encarga la Fundación Paul Sacher, de Suiza, que en 1997 adquirió el archivo personal del compositor.

Son varios los caminos mediante los que la investigadora busca cumplir su cometido. Por un lado, espera concretar la venta de la Casa-estudio Nancarrow, diseñada por Juan O’Gorman, a una fundación para que ésta la convierta en espacio cultural, tema tratado hace unos días en estas páginas (La Jornada, 17/03/22).

Por otro lado, en fechas recientes, entregó en donación a la Universidad Autónoma del Estado de México una importante biblioteca sobre gastronomía conformada por Nancarrow.

“Son cerca de 800 libros sobre la comida, no sólo de recetas, sino de su historia y su filosofía. Los hay de diversas partes y épocas, incluso desde 1750”, detalla la especialista, quien comenta que ahora busca instituciones para los vastos acervos editoriales sobre filosofía y sicología.

“¿Para qué queremos ese material si nadie más lo va a aprovechar? Por eso busco donde donarlo. La fundación Sacher se quedó con todo lo relacionado con la música. Sólo levantó un registro de los libros de los otros temas que también le interesaban para tener idea de dónde podía provenir también su música”, señala.

En la imagen, la antropóloga Yoko Sugiura, tercera y última esposa del artista.Foto Yazmín Ortega Cortés.

Biografía en puerta

“Algo que se sabe poco es que mi marido tuvo interés por muchos campos del conocimiento, desde física y astronomía hasta historia, literatura de ficción e hipnotismo”, destaca Yoko Sugiura, quien revela a este diario que desde hace dos años escribe una biografía de ese músico.

Sin plazo para concluir la obra ni propuesta de alguna editorial o institución para publicarla, en ella abarcará desde algunos pasajes de la infancia de Nancarrow y su desacuerdo con la educación escolar formal hasta su participación en la guerra civil española, sus otros dos matrimonios, su llegada a México en 1940 y lo que hizo en el país desde esos años.

Para este trabajo, la autora se ha apoyado en testimonios que ha recogido a lo largo del tiempo entre amigos de Nancarrow –algunos de ellos famosos, como los compositores Aaron Copland y John Cage–, así como lo que compartió de forma directa con su esposo en los años que vivieron juntos.

“Mi marido nunca quiso hablar de sí mismo, buscó mantener separada su vida personal de la música. No le importaba lo que escribieran de su vida; el resultado es que hay mucha mala información circulando”, resalta.

“No le interesaba la fama. Necesitaba ser anónimo para concentrarse en su música. Su manera de concebir la vida era fuera de lo común. Lo admiro muchísimo, porque era una persona de principios, además de muy humana y gentil.”

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