Parece absurdo, lamenta Montserrat Alarcón, campeona mundial en peso átomo de la AMB, que a pesar de tener un campeonato mundial siempre debe ceder ante las rivales. Desde la fragilidad de ser una boxeadora sin empresa que la respalde, se ve obligada a aceptar las condiciones que le ofrecen los promotores de las adversarias, ya sea viajar a sus ciudades o acudir como si fuera una aspirante ante las favoritas.
El fin de semana peleó de nuevo así, esta vez ante Silvia Torres, una aguerrida boxeadora a quien antecede la fama de ser hermana de Ana María Torres. Así, cuenta Montserrat, llegó otra vez como si fuera la retadora ante una campeona y no al revés.
“Al principio iba a exponer mi cinturón de la AMB, que es de campeonato mundial”, explica; “pero al final, por asuntos administrativos, sus promotores no aceptaron y tuve que pelear por un cinturón que no era de campeonato. Ni hablar, lo que yo quería era pelear y cuando no eres favorita, pues tienes que aceptar las con-diciones”.
La pelea fue intensa. Demasiado cerrada y los jueces decretaron la victoria de Montserrat por decisión mayoritaria. Un resultado que dejó insatisfecha a Torres.
“Creo que hasta un empate habría sido justo, por eso le levanté la mano al final del combate. Lo que no es verdad es lo que decían en la televisión que transmitió la pelea, ella no ganó, lo digo sin temor a equivocarme”, sostiene.
Montserrat ha ganado un campeonato del mundo en Japón y años más tarde ha defendido otro título en esas tierras. Está acostumbrada a tener todo en contra. Aunque también siente que es momento de mejorar su situación en el negocio del boxeo.
“Mientras no tenga una empresa que me respalde, tendré que seguir aceptando las ofertas de las rivales. Creo que eso también ha afectado que hasta el momento soy una campeona mundial pero casi desconocida”, finaliza.
