Algunas ideas básicas del pensamiento crítico sobre la marcha de la economía explican ascensos, descensos, estancamiento y depresión. Con la atención puesta en la evolución de la rentabilidad general, estimada con valores monetarios del ingreso nacional neto, es decir, sin consumo de capital fijo ni compensaciones a empleados.
De ahí se profundiza en más indicadores. Una estimación “gruesa” de la tasa de rentabilidad resulta de dividir ese ingreso neto entre la suma de activos y compensaciones pagadas. “Gruesa” por cinco puntos: sólo se toman en cuenta activos fijos privados no residenciales, sin gubernamentales (35 por ciento) ni residenciales (25 por ciento). No incluye consumo intermedio (materias primas y auxiliares), que agregado al producto interno da la producción bruta anual. Considera costos históricos en moneda corriente, lo que descarta inflación y valores de remplazo. Se incluyen trabajadores “improductivos”, por esfera o por actividad de dirección y supervisión. No considera la existencia de un fondo revolvente en las compensaciones, ni su tasa de rotación.
Estas cinco salvedades subestiman capital utilizado y sobrestiman compensaciones. Hay una nutrida discusión teórica y metodológica, pero el indicador es ilustrativo. Permítaseme completar datos ofrecidos antes para la economía estadunidense, por su importancia y la disponibilidad de información. En 2019 y 2020 el ingreso neto ronda los 6 mil billones de dólares (miles de millones vecinos), y no 22 mil billones como erróneamente indiqué. Sería del orden de 16 mil billones, sólo considerando las compensaciones de las esferas tradicionalmente caracterizadas productivas, agropecuaria, silvicultura y pesca, minería y extractivas, manufactura, construcción y bienes públicos: electricidad, gas natural y agua potable. Pues bien, pese al lío de métodos, técnicas y salvedades, se muestran los ciclos de la economía y se identifican significativas tendencias.
Una de ellas la variación cíclica de la rentabilidad, inscrita en una tendencia descendente desde la posguerra, del orden de 30 por ciento a sólo 16 por ciento a inicios de los 90. Y de ahí en adelante 30 años de ciclos, pero con relativo estancamiento. Sí, se ha detenido la relación monetaria del ingreso neto con la suma de activos fijos privados y compensaciones globales de empleados.
Múltiples y sorprendentes explicaciones de ciclos y tendencia. Una, el crecimiento más acelerado de los ingresos y, a su vez, de los activos respecto de las compensaciones, incluso en momentos en que el ingreso neto tiende a estancarse o a disminuir. Así resulta en 1950-1960,1966-1970, 1973-1978, 1981-1982, 1985-1986, 2001, 2007-2009 e indudablemente en 2020.
En algunos periodos –digámoslo a reserva de profundizarlo luego– el ciclo se ve afectado por la elevación de precios agrícolas, mineros, de industrias extractivas y, más específicamente, del petróleo. Es el caso de los años 1974 a 1985 y de 2008 a 2014, en los que, por ejemplo, la factura petrolera respecto del producto registró sus máximos históricos, incluso del orden de 9 a 10 por ciento en 1979 y 1980. Y cerca del cuatro por ciento en promedio de 2007 a 2014.
Indudable transferencia de excedentes a productores agrícolas, mineros, extractivos y petroleros bajo la forma de rentas. Disminuye el excedente disponible, evidentemente, la tasa de rentabilidad y con ello la inversión. Lo veremos luego con más detenimiento. Muy interesante. De veras.