omo señalamos en los dos artículos anteriores en este espacio de La Jornada, con la inteligencia artificial (IA) llegan otras certidumbres, además de otras preocupaciones que merecen reflexión profunda: la sustitución del talento, la experiencia, el sentimiento y la honestidad de las personas en la vida productiva cotidiana. También señalamos que, en las décadas más recientes, el desarrollo de la ciencia ha sido a gran velocidad.
Uno de los motivos para la rapidez con que diversos sectores de la ciencia se involucraron rápidamente en el negocio de la IA fue la inversión de una larga lista de empresas interesadas y diversos gobiernos cuyos niveles de comercialización son los más elevados. En este punto, deberíamos solicitar que a esa lista sería conveniente integrar a aquellos inversionistas de mayor conciencia social.
Como ya es conocido, la IA es la utilización de una serie de sistemas más la información amplia y sistematizada para replicar las funciones que proveen al ser humano del conocimiento necesario para subsistir. Es decir, dichas réplicas tienen que ver con el aprendizaje y la toma de decisiones.
Los esfuerzos actuales para seguir desarrollando la IA están dirigidos a potenciar aún más los principales modelos de este tipo de inteligencia. Existen diversas clasificaciones; algunas de ellas son: la IA débil, que resuelve problemas específicos y relativamente sencillos; la IA general, dirigida a simular la inteligencia humana y que, de hecho, todavía está en experimentación (por cierto, es la que mayor controversia ha ocasionado); la IA superinteligente, que es la que busca estar más allá de las capacidades humanas. De hecho, existen otras clasificaciones, aunque la más conocida es la aquí señalada.
Algunos de los inversionistas más interesados son, en primer lugar, Estados Unidos, con alrededor de mil millones de dólares que aportan empresas privadas y gobierno. En segundo lugar, China, con 150 mil millones, que invertirá en sus 11 empresas dedicadas a la IA para los próximos cinco años. El Reino Unido, único país europeo hasta el momento, destina 7 por ciento de su presupuesto y la mayoría de su inversión gubernamental es a largo plazo. El gobierno y las múltiples empresas de IA habrán invertido 2 mil millones de libras esterlinas hasta 2030.
En cuanto a Canadá, tiene la necesidad, por así decirlo, geopolítica de rebasar a China y, especialmente, a Reino Unido en todos los rubros relacionados con la IA. Su inversión es de 125 millones de dólares a largo plazo. El país es reconocido como pionero en el estudio de la investigación de IA, así como los padres de ésta, Geoffrey Hinton y Yoshua Bengio, ganadores del Premio Turing. Ambos investigadores se adentraron en los sistemas que darían mayor certeza a dicha metodología y, sobre todo, resaltaron el aspecto ético de su aplicación. Canadá ha avanzado significativamente en cuanto al aprendizaje automático ( machine learning) y al aprendizaje profundo ( deep learning); son, tal vez, las áreas más importantes para el desarrollo de la IA moderna. El aprendizaje automático permite la asimilación del conjunto de datos por parte de las máquinas para procesar la información y crear experiencia que permitirá utilizar, reutilizar y procesar nuevos grupos de datos, sin haber sido específicamente programadas para ello.
Y aquí llegamos a lo más controvertido: ¿estaremos bajo la decisión de las computadoras? Una vez entrenados, los algoritmos del aprendizaje automático serán capaces de encontrar patrones y tomar decisiones en el futuro sobre nuevos conjuntos de datos, aprendiendo cada vez y sin intervención humana alguna.
Canadá tiene liderazgo en el desarrollo de la IA en el aspecto del aprendizaje automático y también en cuanto al aprendizaje profundo. Hacemos hincapié en que el país, en 2017, fue el primero en asumir una estrategia nacional en relación con la inteligencia artificial, llamada Estrategia Pancanadiense de IA, con una millonaria inversión para fomentar el interés, el talento y la investigación.
En México, la mayor inversión para el desarrollo de la IA es de la iniciativa privada; sin embargo, el gobierno actual ha propuesto la Agenda Nacional de la Inteligencia Artificial para México 2024-2030. Una de las metas es la apertura del centro de capacitación en IA, que sería la más grande de Latinoamérica. No obstante, es Brasil el que nos lleva la delantera. El gobierno del presidente Lula da Silva se ha propuesto mayor desarrollo de la IA a corto plazo. El registro de patentes del hermano país es más del doble que el nuestro.
En cuanto al valor de mercado, en México alcanzaría un valor de 32 mil 884 millones de pesos en el presente año, y si el crecimiento es sostenido, dicho valor alcanzaría 110 mil 535 millones de pesos.
Tenemos un largo camino que recorrer en el área de la IA y, en general, en cuanto al desarrollo científico. La falta de apoyo a la industria nuclear en el país será uno de los obstáculos para que tengamos buenas propuestas en IA, ya que una de las fuentes de energía segura, constante y limpia que garanticen plenamente su desarrollo no está siendo considerada del todo y por ahora en el presente gobierno. Sin embargo, esperamos un cambio de criterio a favor en el corto tiempo, por el buen desarrollo de la ciencia en nuestro país.
(Colaboró Ruxi Mendieta)
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