Viernes 14 de noviembre de 2025, p. 16
Monterrey, NL., A más de siete décadas de la creación de los primeros grupos de investigación educativa en México, podemos afirmar que “tenemos un campo académico consolidado y reconocido, pero al que le ha faltado la capacidad de diálogo entre quienes lo integran. Debemos ser capaces de generar una escucha activa y respetuosa, incluso para quienes proponen argumentos que no compartimos”, afirmó el doctor Ángel Díaz Barriga, profesor-investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación (IISUE) de la UNAM y miembro fundador del Consejo Mexicano de Investigación Educativa (Comie).
En el contexto del 18 Congreso Nacional de Investigación Educativa, señaló que “hemos caído en los errores del capitalismo académico, de publicar por publicar y de permitir que se nos apliquen modelos de evaluación creados para la ciencia básica, lo que representa un enorme desafío para las nuevas generaciones de investigadores educativos”.
Reunidos en el auditorio Gumersindo Cantú de la Facultad de Contaduría Pública y Administración de la Universidad Autónoma de Nuevo León, sede del congreso, enfatizó que este campo científico se enfrenta a la “vanalización de publicar, es decir, se hace con poco rigor, y muchas de las investigaciones que se difunden no tienen el menor impacto”.
Díaz Barriga subrayó que quienes iniciaron su vida académica en los años 60 y 70, “lo hicimos en una universidad que ya no existe, porque fue profundamente modificada tanto por las normas y regulaciones de la propia investigación científica que se impone, como por las que surgieron del llamado capitalismo académico, y que lamentablemente la Ley General de Educación Superior no tocó ni un poco”.
En cuanto a los momentos que han marcado un momento de inflexión, destacó la creación del Sistema Nacional de Investigadores, en la década de 1980, con el que se buscó “detener la fuga de cerebros y establecer un sistema diferenciado para los investigadores, y lo logró. Ahora hay académicos que somos reconocidos por el sistema con un estímulo, y hay otros académicos que no están en el sistema y cuyos sueldo son muy bajos”.
“Superar los errores”
En este proceso, señaló, los investigadores educativos “fuimos asumiendo una serie de normas y pautas que se aplican a la comunidad de las ciencias exactas, pero que no se corresponden con nuestros campos del conocimiento, pues mientras en las ciencias naturales existen verdades absolutas, en el nuestro no: siempre hay un espacio a la interpretación”.
Por ello, llamó a la comunidad de investigadores a “superar los errores” de otras generaciones de científicos sociales del campo educativo y aprender a defender “nuestras posiciones, pero con el diálogo respetuoso”.












