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La huella
E

ste fin de semana, si el tiempo permite, se celebrará el congreso Nacional de Sicoanálisis en Puebla.

Me permito a partir de las hipótesis del Proyecto de una sicología para neurólogos, de Sigmund Freud, que surge el pensamiento de la huella que será posteriormente la base del pensamiento del filósofo francés Jacques Derrida, así como los conceptos de facilitación y fuerzas de facilitación.

Freud dice expresamente que no es posible describir el origen de la memoria y del siquismo o memoria en general, consciente o inconsciente, más que teniendo en cuenta la diferencia entre facilitaciones, no hay facilitación sin diferencia, ni diferencia sin huella.

Todas las diferencias en la producción de huellas inocentes y en los procesos de inscripción pueden ser también interpretadas como momentos de la differance.

Para Freud, el movimiento de la huella es escrito como esfuerzo de la vida que se protege a sí misma constituyendo una reserva. Todas las oposiciones de conceptos que surjan del pensamiento freudiano remiten a cada uno de los conceptos del otro, como momentos de un desvío de la economía de la differance. El otro no es más que el otro diferido. El uno que difiere del otro. El uno es el otro en la differance. El uno es la differance del otro. De este modo, toda oposición aparentemente rigurosa e irreductible se califica de facción teórica.

Jacques Derrida, a partir de Una sicología para neurólogos, El block maravilloso y Más allá del principio del placer, expone cómo el sicoanálisis, la comprensión del lenguaje desborda los límites habituales del mismo (expresión del pensamiento en palabras) para entenderlo en toda su extensión, como expresión de cualquier actividad síquica en la que se incluya la escritura. Desde tal perspectiva, en La interpretación de los sueños, el sueño es asimilado por Freud a una escritura figurativa. Derrida analiza el problema de la diferencia freudiana a partir del postulado básico de Freud: tener que explicar una constitución de la vida síquica que responda a dos exigencias: la capacidad virgen de recibir estímulos y la permanencia de las modificaciones de los mismos.

En esta constitución de la vida síquica basada en la memoria en la que se ilustra la relación entre lo consciente y lo inconsciente, Freud recurre a la descripción de un aparato de escritura: El bloc maravilloso. Para Derrida no es un azar que Freud, en el momento decisivo del arranque de su teoría, recurra a modelos metafóricos, que no están tomados como ya decía de la lengua hablada, de las formas verbales, ni siquiera de la escritura fonética. Freud apela a una grafía que nunca se somete como exterior y posterior a la palabra. Invoca con ella signos que no vienen a transcribir una palabra viva y plena, presente así y dueña de sí.

El problema que destaca Derrida es que Freud no se sirve de la metáfora, de la escritura fonética, no considera conveniente mejorar metáforas escriturales con fines didácticos.

La metáfora sólo es indispensable si aclara, quizá de rechazo, el sentido de la huella general y, en consecuencia, articulándose con éste el sentido de la escritura, en sentido corriente.