Salinas Pliego, desesperado // Historias de un “niño pobre” // Otro revés en la Suprema Corte
esesperado y al borde un ataque de nervios, Ricardo Salinas Pliego va de ridículo en ridículo, ahora se disfraza de “niño pobre” y da patadas de ahogado ante lo inminente e inevitable: pagar su voluminoso adeudo con el Servicio de Administración Tributaria (SAT), el cual no es menor a 74 mil millones de pesos (faltan por sumar las actualizaciones de los últimos meses), amén de que quedó huérfano, al perder la protección de los llamados “impartidores de justicia”, los cuales, como vendedores de protección, durante décadas estuvieron a su servicio.
A lo largo de los últimos 16 años, el magnate ahora ensombrerado recorrió todos los juzgados y tribunales, y maiceó a los ex ministros de la Suprema corte de Justicia de la Nación (SCJN) para evitar el pago de su adeudo; así, a lo largo de ese periodo logró largas y más largas a los no pocos juicios fiscales en su contra, pero topó con pared y ya no le quedan más instancias, de tal suerte que debe pagar.
La Jornada (Iván Evair Saldaña) lo informó así: “el ministro presidente de la SCJN, Hugo Aguilar Ortiz, rechazó ayer posponer la resolución de siete juicios fiscales promovidos por Tv Azteca y Grupo Elektra, luego de que ambas empresas pidieron aplazar los fallos argumentando que enviaron una solicitud al gobierno federal para ‘ajustar’ los montos de sus adeudos. Es la segunda vez en las últimas dos semanas que las empresas de Ricardo Salinas Pliego intentan frenar las resoluciones de la Corte en sus juicios fiscales. En el alto tribunal están pendientes al menos ocho casos de compañías del Grupo Salinas, que impugnan créditos fiscales que, según estimaciones de las autoridades hacendarias, suman 48 mil 393 millones 975 mil 821 pesos, incluyendo multas, recargos y actualizaciones”.
La desesperación de Salinas Pliego llega a tal grado, que días atrás, por medio de sus empresas, quiso impedir que los nueve ministros de la SCJN se abstuvieran de participar en la resolución de sus créditos fiscales impagos. Entonces, ¿quién tomaría la decisión? ¿Javier Alatorre o cualquier otro de sus títeres? Así es: de ridículo en ridículo.
El más reciente, que no el último, se dio con motivo del 75 aniversario de una de sus herencias, Elektra, en las que se animó a decir lo siguiente: “aunque no lo crean los chairos hijos de perra, sí, yo era pobre, y saben qué, si hoy soy rico es por el esfuerzo mío y de todos nosotros que hemos servido a millones y millones de clientes y no porque me hayan dado ninguna concesión. Yo no he tenido ninguna concesión de parte del gobierno. La televisión se las compré, por si no saben cabrones, y les pagué 650 millones de dólares (con la “ayuda” de Raúl Salinas de Gortari) de aquella época (1993)… No me hicieron ningún favor. Tuvimos que endeudar a Elektra hasta el tope”.
Salinas Pliego confunde la gimnasia con la magnesia: sí, compró –en una compraventa por demás turbia– lo que, siendo propiedad pública, se llamó Instituto Mexicano de la Televisión (Imevisión) y hoy se conoce como Tv Azteca. Pero para operar esa empresa requiere de una concesión o licencia del Estado, al igual que todos sus consorcios financieros, su empresa de Internet y televisión por cable, la de energía renovable, la petrolera y hasta el campo de golf Tangolunda, en Huatulco, Oaxaca (el “rescate” del Fobaproa fue por cortesía de Ernesto Zedillo), de tal suerte que aquello de que “no he tenido ninguna concesión de parte del gobierno” es más falso que un billete de tres pesos.
Pero tal vez el mayor de los ridículos del magnate de los abonos chiquitos es la afirmación de que “aunque no lo crean los chairos hijos de perra, sí, yo era pobre”, cuando es más que obvio que nació entre sábanas de seda y heredó la fortuna familiar. ¿Qué niño pobre estudia su licenciatura en el Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM) y su maestría en una universidad estadunidense?
Para dar una idea, el “niño pobre” Salinas Pliego estudio contaduría pública en el ITESM, en donde debió pagar colegiaturas semestrales (precios actualizados) cercanas a 175 mil pesos (aparte, libros y demás gastos), de tal suerte que su carrera profesional costó entre un millón 400 mil y un millón 750 mil pesos. ¿Quién o quiénes cubrieron esas cantidades?, porque el susodicho no fue becario.
Los mismo en la Universidad de Tulane, con matrícula anual “simple” cercana a 72 mil dólares (algo así como 2 millones 660 mil pesos, a precio actualizado, por el bienio), y en ella tampoco fue becario.
Las rebanadas del pastel
Esa es la triste historia del incomprendido “niño pobre” al que los “chairos hijos de perra” no le creen.
X: @cafevega












