México y los golpistas peruanos // Casa de Pizarro rompe relaciones // Evasión, historia de nunca acabar
omo los golpistas odian que les llamen… golpistas, el gobierno ídem de Perú, ahora con nueva careta (la de José Jerí, quien depuso a Dina Boluarte, quien a su vez despojó y encarceló al presidente constitucional Pedro Castillo), decidió romper relaciones diplomáticas con México, porque México, en ejercicio soberano, decidió iniciar el proceso para dar asilo a la ex jefa de gabinete del propio Castillo, Betsy Chávez, lo que provocó la ira en la Casa de Pizarro.
Al menos por ahora, el gobierno golpista de Perú no recurrió a la salvaje invasión de la sede diplomática de México en Lima, como en abril de 2024 lo hizo el primitivo gobierno del gringo-ecuatoriano Daniel Noboa (quien secuestró al asilado ex vicepresidente de Ecuador Jorge Glas y golpeó al personal mexicano, lo que motivó la ruptura de relaciones), pero lo cierto es que a lo largo de los meses la derecha de aquel país y sus serviles “autoridades” agresivamente fueron “tendiendo la cama” hasta llegar a la notificación de ayer.
Primero fueron las ácidas cuan recurrentes declaraciones de la depuesta Dina Boluarte en contra del gobierno mexicano; más adelante, en septiembre pasado, la declaratoria del desprestigiado Congreso de Perú en contra de la presidenta Sheinbaum (“ persona non grata por su injerencismo”) y ahora el portazo. Por cierto, la mandataria no le dio importancia alguna al pronunciamiento de los legisladores andinos y reiteró que Pedro Castillo fue víctima de un golpe de Estado.
El canciller de la nación sudamericana, Hugo de Zela, fue quien anunció la ruptura de relaciones diplomáticas con México, porque “recibimos con sorpresa y profundo pesar la noticia de que Betsy Chávez, procesada por su presunta participación en el intento de golpe de Estado de diciembre de 2022, fue asilada en la sede diplomática mexicana; frente a este acto inamistoso, el gobierno peruano ha decidido” cerrar la puerta. Además, según dijo (desde tiempos de Andrés Manuel López Obrador), el gobierno mexicano “pretendió construir una realidad paralela frente a los acontecimientos (léase golpe contra Pedro Castillo) y difundió una versión tendenciosa e ideologizada; ha tratado de convertir a los autores del intento de golpe de Estado en víctimas, cuando la realidad demuestra que lo que los peruanos vivimos y queremos seguir viviendo es en democracia, tal como lo reconocen todos los países del mundo con la única y solitaria excepción de México”. Y se quedó tan tranquilo.
La mejor muestra de cómo la clase política peruana es “respetuosa de la democracia y de la institucionalidad” es que en la última década ocho personas, con figura de presidentes, ocuparon la Casa de Pizarro (de Ollanta Humala al más reciente, que no el último, José Jerí); unos llegaron por golpistas, otros fueron depuestos, y algunos más removidos por corrupción. Incluso, uno de ellos (Manuel Merino) a duras penas despachó cinco días en esa condición. Y un ex presidente, Alan García, se suicidó tras la orden de aprehensión en su contra por actos de corrupción. De ese tamaño el “respeto”. Y otro, un poco antes y desde Japón, renunció a la presidencia mediante un fax.
El golpe de Estado contra Pedro Castillo se registró el 7 de diciembre de 2022 y, en efecto, provocó la reacción del gobierno mexicano, entonces con López Obrador a la cabeza: “Para México, él sigue siendo el presidente de Perú, pues su elección es resultado de la voluntad ciudadana expresada en las urnas; por el momento, la relación bilateral está en pausa; los gobiernos de Argentina, Bolivia, Colombia y México se manifestaron por priorizar la voluntad del pueblo peruano y el comunicado conjunto plantea que se debe respetar la voluntad del pueblo que lo eligió, reconocer que ganó democráticamente y que no se le puede destituir”.
Y algo más: “No estoy interviniendo en asuntos de esa nación; ahora no hay estabilidad política en territorio peruano; lo que hace la diplomacia mexicana en el caso de Perú es analizar los acontecimientos recientes y unirse a otras naciones para buscar una salida democrática, sin violación de derechos humanos y expresando la solidaridad con el pueblo de esa nación que no debe ser víctima de represión”.
Entonces, aunque se inflamen, golpistas son.
Las rebanadas del pastel
En la historia de nunca acabar, la Secretaría de Hacienda informa que “prácticamente cuatro de cada 10 pesos (37 por ciento del total) que el Servicio de Administración Tributaria reclama corresponden a créditos fiscales de grandes contribuyentes, empresas cuya facturación rebasa mil 500 millones de pesos anuales” ( La Jornada, Dora Villanueva).
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