as dependencias oficiales responsables de los temas meteorológicos y del agua, al igual que el mundo académico, concuerdan en que este año las lluvias han sido las más abundantes de los últimos 85 años. Ello permitió que los 210 principales embalses del país estén casi a su máximo nivel. Como el sistema Cutzamala. Hasta se tuvieron que desfogar algunos embalses por estar a plena capacidad. También las lluvias extraordinarias beneficiaron la agricultura y la ganadería, que llevan años con sequías agudas y prolongadas. Sin embargo, esa abundancia ocasionó severas inundaciones en las principales zonas metropolitanas, y mucho más graves y con cuantiosos daños, en varias regiones del país.
Las entidades más afectadas por las lluvias y los desbordamientos de ríos y arroyos son Veracruz, Puebla, Querétaro, San Luis Potosí e Hidalgo. Decenas de miles suman los damnificados y el número de fallecidos asciende a 82. Cabe destacar la presencia de la Presidenta de la República en las áreas más conflictivas, encabezando las tareas de coordinación entre las dependencias federales y los gobiernos estatales y municipales, a fin de atender a la población, restablecer los servicios esenciales y acelerar la rehabilitación de caminos y redes eléctricas. Además, prometió que a nadie se le dejará desamparado.
Pero esta enorme tragedia no se debe únicamente a fenómenos meteorológicos extremos, como suelen justificar su ineficacia las instancias oficiales. Abundan los ejemplos que en los medios ilustran lo anterior. Uno en especial: el magno desbordamiento del río Cazones que dejó al municipio de Poza Rica bajo el agua. Desde hace años, diversos estudios lo clasificaron, junto con sus poblaciones cercanas, como de alto riesgo de inundaciones. Nadie hizo lo debido para evitarlas. Este ejemplo se repite en otros municipios en grave crisis por las lluvias y el desbordamiento de los ríos.
Desde el siglo pasado, y con diferente nombre, existe una secretaría supuestamente dedicada a garantizar el ordenamiento territorial rural y urbano, bajo normas claras de sustentabilidad y seguridad. ¿Algún logro importante? Si lo hay, deben tenerlo muy oculto, porque lo que impera en el país es el crecimiento caótico de las ciudades y la acelerada destrucción del entorno rural. La mejor prueba: las tragedias de este y años anteriores.
Otro ejemplo de ineficiencia son las políticas del Estado para prevenir y, en su caso, enfrentar los efectos de los llamados “desastres naturales”, cada vez más frecuentes por el cambio climático. Por décadas, esa actividad estuvo enmarcada en el Plan DN-III-E, que incluía la acción de las dependencias federales y la del ejército. Ineficaz en prevenir los desastres, aparecía después para ayudar a los afectados y hacer un recuento de los daños materiales, los damnificados y los muertos. Por eso, en 1996, en el sexenio de Ernesto Zedillo, se estableció el Fondo de Desastres Naturales (Fonden), diseñado para garantizar la atención a emergencias. En 2003, con Vicente Fox presidente, se perfeccionó con otro que se llamó Fondo para la Prevención de Desastres Naturales (Fopreden). Y a él se agregó luego el Programa Nacional de Protección Civil, destinado a mejorar las respuestas a los desastres y sus consecuencias.
Por diversos especialistas y en foros de todo tipo, incluso los patrocinados por los poderes Legislativo y Ejecutivo, se ha criticado severamente la forma como funcionaron dichos organismos, además de sugerir medidas para mejorarlos. La idea central que prevaleció es la probada en todo el mundo, mucho mejor y menos onerosa para el gobierno, la sociedad como un todo y para el medio ambiente: prevenir los posibles desastres naturales que remediarlos.
Poco se avanzó en esa idea fundamental pese a tragedias notables, como los huracanes Vilma (1997) y Emily (2005), y el sismo de 2017 en la Ciudad de México. Y lo peor: en el sexenio pasado, en 2020, el gobierno eliminó el Fonden. Craso error palpable con el huracán Otis en octubre de 2023, que arrasó Acapulco y áreas cercanas. Mal enfrentado ese magno desastre, al grado que el presidente López Obrador no pudo llegar a tiempo al epicentro de la tragedia por mala planeación de su visita.
Existen otros factores que propician desastres como los citados y otros muchos en el país. A ellos me referiré el lunes próximo.












