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Pavement en el Hipnosis, termina una espera de 30 años para la Generación X
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▲ El sábado pasado Pavement no ofreció artificios, sólo rock de guitarras y estribillos que hicieron balancear las cabezas canosas de varios cincuentones.Foto Imágenes tomadas de redes sociales
 
Periódico La Jornada
Lunes 3 de noviembre de 2025, p. 7

Una audiencia muy especial esperó por más de tres décadas para ver a Pavement, la banda californiana que desde inicio de los 90 musicalizó con esmerado desgano y cierta apatía la vida de una generación de jóvenes desencantados. En el primer día del festival Hipnosis, en el estadio de beisbol Fray Nano, en el oriente de la Ciudad de México, se reunió un público integrado por adultos de la Generación X que vio al Internet transformar la realidad junto a Millennials con una cultura musical enciclopédica gracias a las comunidades de intercambio digital.

Pavement fue parte de esa camada de bandas con melodías que se balanceaban con cierta pereza distorsionada, sin épica y sin furia, como si surgiera desde lo más profundo del desánimo. Interpretaban la música de una generación desencantada y sin la ambición voraz del capitalismo tardío. Sus temas nacieron para esos jóvenes urbanos, habitantes de suburbios monótonos, educados pero sin futuro laboral. Esos personajes que retrataron las películas de Richard Linklater, Slacker (1990), y Kevin Smith con Clerks (1990), con actores que se parecían a cualquier empleado de videoclub o de tienda de autoservicio.

Sólo una generación con este perfil encontraría sentido en una canción como Shady Lane que dice: “Has sido elegido como extra en la adaptación de la película de la secuela de tu vida”. Porque algo había de cierto, a finales del siglo XX lo que se vislumbraba en el futuro era el subempleo, la precarización de la vida laboral y un escepticismo en las promesas que movieron a las generaciones precedentes.

Divagar con profundidad

Algunos nombraron a este tipo de bandas como parte del Slacker rock, del holgazaneo, de vivir sin dirección, como en la película de Linklater, donde los personajes comunes divagan con profundidad sobre asuntos triviales. “¿Quién ha escrito el gran trabajo sobre el inmenso esfuerzo requerido para no crear?”, se preguntaba un actor improvisado que disertaba sobre la “obsesión de la pasividad”. 

El Slacker rock, un subgénero indie, no fue tanto un estilo musical, sino una actitud existencial en la que florecieron grupos con espíritu amateur pero brutalmente honestos como Guided by voces, Built to spill y los adalides de esa generación: Pavement.

Ya entrada la noche del sábado, Stephen Malkmus y compañía aparecieron en el escenario con la misma actitud de esos jóvenes de suburbio. Con ese aire de nerds irredentos, y no se amilanaron con las fallas en el sistema de amplificación al inicio de su presentación. Ellos son herederos de la inspiración contracultural del “do it yourself” y a distorsionar las guitarras que a eso vinieron.

Con una espera tan larga, los asistentes entonaron temas que ya son himnos. Canciones que hablan de sueños frustrados y de vidas anodinas. “Cariño, no vayas a cortarte el pelo, ¿acaso crees que eso te hará cambiar?”, se preguntan en Cut your hair.

Para los más jóvenes que esperaban los sintetizadores oscuros de The Horrors, Pavement quizá les parecía una extrañeza de señores de 40 o 50 y pico de años. Y éstos, en su suburbio emocional, cerraban los ojitos para gritar desgañitados: “Tengo estilo, tanto estilo que se desperdicia”, en el tema Frontwards, con ese puente de batería y guitarra medio soso pero que emociona, carajo.

Apenas alguna novedad, porque la deuda temporal fue demasiado larga y había que repasar el repertorio más emblemático. Two States, Shady Lane o Gold Soundz, nada de artificios, rock de guitarras y estribillos que se tararean desde hace décadas y aún hacen balancear las cabezas canosas de varios cincuentones. Tanto estilo, que se desperdicia, como dice su canción.