El Coliseo, eterno testimonio de la grandeza de Roma
n el corazón de capital italiana se levanta imponente una de las maravillas arquitectónicas más reconocidas del mundo antiguo: el Coliseo. Conocido originalmente como Anfiteatro Flavio, esta impresionante construcción de piedra y mármol fue inaugurada en el año 80 dC, bajo el mandato del emperador Tito, para convertirse en el escenario principal de espectáculos que combinaban el poder político con la sed de entretenimiento del pueblo.
Se vislumbra desde lejos, de tal manera que al estar de frente una especie de vértigo se apodera del visitante. Entrar requiere de considerables dosis de paciencia, tan sólo para adquirir las entradas. Ya adentro, es posible tomar una pausa entre los lugares para espectadores, como lo hacían siglos atrás, para observar con detenimiento las ruinas y tal vez hacer un ejercicio de memoria cinematográfica. Inolvidables son las escenas llevadas a la gran la pantalla de los espectáculos en que los romanos disfrutaban de las luchas entre fieras y hombres.
Tiene una capacidad para 50 mil espectadores y era punto de reunión para presenciar luchas de gladiadores, cacería de fieras traídas desde África, ejecuciones públicas e incluso representaciones navales gracias a admirables y complejos mecanismos de ingeniería que permitían inundar su arena. Además de divertir a la multitud, se cumplía la función de exaltar la grandeza del imperio.
en la memoria queda uno de los más controvertidos filmes considerado de culto, Calígula (1979), de Tinto Brass, y las ejecuciones en el Coliseo bajo el agrado del implacable emperador interpretado de manera soberbia por el británico Malcolm McDowell.
Su construcción es considerada un admirable ejemplo de ingeniería romana de entonces, con carácter de hazaña técnica en sí misma. Sus muros son de piedra travertina y cuenta con un sofisticado sistema de bóvedas y pasadizos subterráneos llamados hipogeos, donde los protagonistas de las luchas, gladiadores o animales esperaban su turno para irrumpir en la arena ante el estruendo de público.
Este coloso sobrevive orgulloso mostrando las cicatrices propias del paso del tiempo, de embates de terremotos y lamentables saqueos. No obstante, su silueta monumental aún domina la ciudad. Se tiene documentado que recibe más de 6 millones de visitantes al año. Habrá quienes decidan simplemente buscar un lugar cómodo desde fuera y dejan volar la imaginación. El atardecer trae una vista espectacular, cuando los rayos solares adquieren diferentes tonalidades en esas piedras que transpiran historia.
Más allá de su valor arqueológico, el Coliseo es un símbolo cultural de la Roma eterna. Desde 1980 forma parte del Patrimonio Mundial de la Unesco y en el 2007 fue incluido entre las Siete Nuevas Maravillas del Mundo. Hoy día, millones de visitantes recorren sus galerías para contemplar de cerca el escenario incomparable de un capítulo de la historia, recordando la grandeza del Imperio Romano con todas las contradicciones de una sociedad que convirtió el espectáculo de la vida y la muerte en manifestaciones de arte y política.
Alia Lira Hartmann











