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“Me convertí en el símbolo de un país cuyo idioma apenas hablaba”: Claudia Cardinale

“He vivido más de 150 vidas y he trabajado con los directores más importantes”, afirmaba

 
Periódico La Jornada
Miércoles 24 de septiembre de 2025, p. 7

Roma. Claudia Cardinale, símbolo del glamur del cine italiano de posguerra y quien desarrolló una larga y variada carrera como actriz de cine y teatro, falleció a los 87 años, reportó ayer la prensa francesa.

Criada en Túnez en el seno de una familia de origen siciliano, Cardinale se introdujo en el mundo del cine en 1957, tras ganar un concurso de belleza y ser recompensada con un viaje al festival de Venecia. Actriz sin haberlo deseado realmente, Claudia Cardinale fue uno de los rostros más cautivadores del cine en los años 60 y 70, una de las intérpretes preferidas de genios como Visconti o Fellini. Claude Joséphine Rose hablaba francés, árabe y siciliano cuando comenzó a trabajar en el cine italiano.

A los 17 años un concurso de belleza que ganó sin siquiera ser candidata puso su vida patas arriba: “La italiana más bella de Túnez” ganó un viaje al Festival de Cine de Venecia, donde causó sensación entre los directores.

“Yo no quería dedicarme al cine. Era mi hermana la que quería. Pero insistieron tanto (...) que mi padre cedió”, confesó en France Inter.

Ocho y medio y El gatopardo

Su voz tuvo que ser doblada para sus primeros papeles en la pantalla italiana porque había crecido en una familia donde se hablaba dialecto siciliano y había sido educada en una escuela francófona.

Embarazada tras una violación a los 19 años, abandonó sus sueños de ser maestra y exploradora y se lanzó al cine, con prisa por ganarse la vida y ser independiente. Pero en los inicios de su carrera doblaron su voz, hasta la película Ocho y medio (1963), en la que Federico Fellini le exige que hable en italiano. Ocultando su embarazo, hizo sus primeras apariciones en la cinta de detectives Italian Murder y en la comedia de culto Rufufú (1958) con Marcello Mastroianni y Vittorio Gassman.

El productor Franco Cristaldi se convirtió en su mentor. Después de dar a luz a escondidas en Londres, convenció a la joven actriz para que confiara el niño a sus padres. Patrick fue oficialmente su hermano menor hasta que ella reveló la verdad siete años después.

A los 20 años “me convertí en la heroína de un cuento de hadas, el símbolo de un país cuyo idioma apenas hablaba”, escribió la morena actriz en su autobiografía Mis estrellas.

Tenía 22 años cuando Luchino Visconti le dio una oportunidad en Rocco y sus hermanos y tras una serie de pequeños papeles, saltó a la fama en 1963, cuando intervino en Ocho y medio de Federico Fellini y protagonizó El gatopardo junto a Burt Lancaster. Rodar dos películas al mismo tiempo trajo complicaciones, y Cardinale recuerda que tuvo que llevar colores de pelo diferentes para los dos papeles. En una entrevista con el periódico británico The Guardian en 2013, Cardinale contrastó los enfoques de los directores Fellini y Luchino Visconti. “Él (Fellini) no podía rodar sin ruido. Con Visconti, todo lo contrario, era como hacer teatro. No podíamos decir ni una palabra. Muy serios”, relató.

Su creciente notoriedad le abrió las puertas de las producciones de Hollywood y apareció en la comedia La pantera rosa, dirigida por Blake Edwards, y en Érase una vez en el Oeste, de Sergio Leone, en 1968.

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▲ La leyenda del cine italiano falleció a los 87 años.Foto Ap y Afp

La carrera de Cardinale sufrió un duro revés en la década de 1970, tras separarse del productor de cine Franco Cristaldi para iniciar una relación con el cineasta Pasquale Squitieri, con quien tuvo una hija, también llamada Claudia. Enfadado por haber sido abandonado por otro hombre, Cristaldi pidió a amigos y socios de la industria que condenaran a Cardinale al ostracismo, lo que provocó, por ejemplo, que Visconti la rechazara para su película El inocente en 1976. “Fue un momento muy delicado. Descubrí que no tenía dinero en mi cuenta bancaria”, contó Cardinale sobre aquella época.

Finalmente, Franco Zeffirelli acudió en su rescate y la contrató para la miniserie de televisión de 1977 Jesús de Nazaret. Después siguió trabajando con otros directores europeos, como Werner Herzog y Marco Bellocchio. Cardinale, de voz ronca y una fumadora empedernida, tenía fama de ser una mujer ferozmente independiente y de espíritu libre, que en una ocasión desafió el protocolo vaticano al presentarse en minifalda a un encuentro con el papa Pablo VI.

Independiente y espíritu libre

Un libro de 2022 que celebraba su vida se titulaba Claudia Cardinale. La indomable. Afincada durante mucho tiempo en Francia, Cardinale se dedicó al teatro a principios de este siglo, ganando elogios por sus apariciones en los escenarios. Siguió haciendo películas en varios idiomas hasta el final de su vida, apareciendo en la serie de televisión suiza Bulle en 2020.

Fue galardonada con el premio a su trayectoria en el Festival de Berlín de 2002, en homenaje a una gran carrera. “He vivido más de 150 vidas, prostituta, santa, romántica, todo tipo de mujer, y es maravilloso tener esta oportunidad de cambiarte a ti misma”, dijo. “He trabajado con los directores más importantes. Me lo han dado todo. Visconti, detallista, meticuloso como en el teatro, me habló en francés y quería que yo fuera morena con el pelo largo”, recordó. “Fellini, caótico y sin un guion, me hablaba en italiano y me quería rubia con pelo corto. Son las dos películas más importantes de mi vida”, declaró la actriz a Le Monde en 2017.

Hollywood la reclamaba, pero esta joven con voz ronca se negó a establecerse en la meca del cine. A pesar de todo, sedujo a los estadunidenses con La pantera rosa (1963) de Blake Edwards y luego con El fabuloso mundo del circo de Henry Hathaway.

Después de Sandra de Visconti, donde lució el vestido de novia de la madre del director, actuó como la heroína de Sucedió una vez en el Oeste de Sergio Leone (1968).

El napolitano Pasquale Squitieri, su compañero durante casi 30 años, su “único amor” y padre de su hija Claudia, la hizo rodar 10 películas desde 1974 hasta 2011.

A lo largo de su carrera recibió el Premio Pasinetti a la Mejor Actriz en 1984 (en Venecia por Claretta de Pasquale Squitieri), el León de Oro en 1993 en Venecia y el Oso de Oro en 2002 en Berlín.

Actuó en casi 150 largometrajes. Opuesta a la cirugía estética, la actriz recomendó en una ocasión a las jóvenes aspirantes no “aceptarlo todo por un papel que pueda dañarte o dar la impresión de venderte”.