Editorial
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EU: racismo letal
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a Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) manifestó su repudio al incidente violento en el cual perdió la vida el ciudadano mexicano Silverio Villegas González, quien fue asesinado por un agente migratorio que intentó detenerlo la mañana del pasado viernes en Chicago. A través del consulado general de México en esa ciudad, la cancillería solicitó que se lleve a cabo “una investigación rigurosa por parte de la autoridad correspondiente para el pleno esclarecimiento de los hechos”, en los que también resultó herido el integrante del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas de Estados Unidos (ICE, por sus siglas en inglés).

Este deplorable episodio es el enésimo ejemplo de las consecuencias de lanzar a los uniformados a ejecutar una cacería humana impulsada por el odio, la mentira, el racismo, la xenofobia y la desinformación, en la que la aplicación de la ley ha sido desplazada por el cumplimiento de cuotas arbitrarias y el uso de los operativos como espectáculo dirigido a los sectores cavernarios de la sociedad estadunidense que conforman el electorado del trumpismo y sus aliados locales.

La presencia de ICE y otros cuerpos armados federales en la megalópolis de Illinois tiene el agravante de llevarse a cabo contra el parecer del gobierno estatal y de la mayoría de la población, la cual respalda el estatus de Chicago como ciudad santuario para los migrantes, cuyas autoridades se niegan a cooperar con políticas que criminalizan a los migrantes, los persiguen y someten a condiciones de detención denigrantes, incluso cuando no tienen ningún antecedente penal. En este despliegue fascista no puede omitirse la responsabilidad de la Corte Suprema de ese país, cuyos seis jueces conservadores (tres de ellos designados por Donald Trump) autorizaron la semana pasada el arresto y deportación de personas con base en el perfilamiento racial, cancelando en los hechos las garantías individuales que rigen en todo estado de derecho. Ahora, los agentes federales tienen vía libre para llevar a cabo redadas sin necesidad de una sospecha razonable, pues la raza, etnia, idioma o acento de una persona se consideran elementos válidos para criminalizar a sus víctimas.

Tampoco puede soslayarse que las acciones de ICE tienen lugar bajo una explícita retórica bélica, en la que los migrantes y los ciudadanos que los apoyan son caracterizados desde el gobierno y sus medios de comunicación afines como enemigos que deben ser aniquilados. El presidente lo dejó atrozmente claro hace unos días, cuando publicó en la red social de la que es propietario una imagen de sí mismo sentado con la ciudad de Chicago en llamas y helicópteros artillados a sus espaldas. La ilustración fue acompañada de los mensajes “amo el olor de las deportaciones en la mañana” (referencia ofensiva a la película antibélica Apocalypse Now) y “Chicago está a punto de descubrir por qué se llama Departamento de GUERRA”, en alusión doble a su amenaza de ocupar la ciudad y al renombramiento del Departamento de Defensa.

En este contexto, el asesinato de Silverio Villegas y los pronunciamientos oficiales que lo han sucedido, apologéticos del odio y la brutalidad policial, remarcan que hoy por hoy no existen condiciones de seguridad jurídica, física ni patrimonial para los connacionales que residen en Estados Unidos, incluidos quienes cuentan con documentos que acrediten su estancia legal. Más que nunca, es imperativo reforzar las capacidades de la red consular para asistir a los mexicanos que se encuentran en peligro bajo el trumpismo y facilitar la reinstalación en México de quienes vuelvan de manera voluntaria o forzosa.