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La meritocracia imposibilita la solidaridad en sociedades actuales: Michael J. Sandel

“Nos hace olvidar a quienes nos han ayudado”, afirma el filósofo político

 
Periódico La Jornada
Viernes 5 de septiembre de 2025, p. 11

A escala global, los gobiernos hablan de aplicar políticas públicas para que todas las personas tengan igualdad de oportunidades, lo cual es falso, porque éstas no sólo dependen del mérito propio, sino que muchas veces tienen que ver con la buena suerte de cada quien y la familia a que pertenecen, aseveró el filósofo político y profesor de la Facultad de Derecho de la Universidad Harvard y Premio Princesa de Asturias de Ciencias Sociales 2018, Michael J. Sandel.

Tras dedicar años de estudio a la “tiranía del mérito” y ahora explorar los dilemas éticos de la inteligencia artificial, los chatbots y las redes sociales, el también miembro de la Academia Estadunidense de las Artes y las Ciencias afirmó que “la parte oscura de la meritocracia es que corroe al bien común”, pues da la oportunidad a los exitosos de “agasajarse de su propio éxito”, pensando en que es mérito propio aun teniendo las mismas oportunidades, lo cual no es realmente así.

En un conversatorio en la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Autónoma de México, Sandel señaló que “la meritocracia aun perfecta nos hace ver hacia abajo a los menos afortunados”, quienes al mismo tiempo crean un resentimiento y “por eso la meritocracia hace que la solidaridad sea imposible en las sociedades actuales”, alertó.

Al hacer reflexionar a los alumnos con una serie de preguntas sobre lo que piensan del bien común y el éxito, el escritor sobre la moralidad en la política y el liberalismo subrayó que la meritocracia suele provocar “amnesia”, porque hace que se olvide la buena suerte que se ha tenido a lo largo del camino “y nos impulsa a olvidar a aquellos que nos han ayudado a tener estos éxitos, como amigos, maestros e incluso familia y comunidades en las que vivimos”.

Entre más creamos que somos autosuficientes, apuntó, más difícil será “vernos en los zapatos de otra persona”. En cambio, aquellos que retienen la gratitud por la buena suerte y el apoyo que han conseguido tienen mayor probabilidad de ser más empáticos con otras personas. Así, concluyó que la humildad es importante para crecer como personas. Es necesario cultivarla como virtud cívica por el bien común, porque es la esencia de la gratitud, aunque lamentó que no esté presente en la sociedad actual.