Refugiados en el corazón de la selva, en Noh Kaaj Santa Cruz, el pueblo maya macehual de la península de Yucatán, libró una guerra digna, con dirigentes de gran capacidad militar y extraordinaria fuerza espiritual. Los cruzo’ob, se les llama hasta la fecha. Poco a poco, resurge la verdadera historia, y nos estamos enterando los mexicanos de que los cruzo’ob tenían una jefa que comandaba los ataques contra los opresores desde el área de Tulum: María Uicab.
Ricardo Montejano
n 1847 estalla en Yucatán, México, una rebelión indígena contra el despojo y violencia de los opresores, conocida como Guerra de Castas, a la que la historia oficial da fin equivocadamente en 1902, cuando el Ejército mexicano toma Noh Kaaj Santa Cruz, actual Carrillo Puerto. Sobre ello se ha escrito bastante, comúnmente ignorando aspectos reveladores, como que los mayas rebeldes asentaron un gobierno autónomo durante toda la segunda mitad del siglo XIX, entre 1848 y 1901; que esa toma de Santa Cruz sólo significó el recrudecimiento de una política de persecución y exterminio, un genocidio contra los mayas, del que tampoco se habla, y finalmente, que esa sociedad autónoma era gobernada por una mujer: María Uicab.
Imaginemos al coronel Traconis, el famoso exterminador de rebeldes mayas llegando a Noh Kaaj Santa Cruz para dar por terminada la Guerra de Castas. Encuentra el poblado desierto. ¿Adónde fueron los mayas rebeldes?, ¿a qué confines de la selva y la montaña siguieron a su reina y santa patrona? En 2020 Carlos Chablé y la antropóloga Georgina Rosado publicaron En busca de María Uicab. Reina y santa patrona de los mayas rebeldes, un libro que insiste en las claves ignoradas de la historia, recordando también los nombres de los genocidas, cuya crueldad los hizo acreedores a medallas. Cuenta Carlos Chablé:
“... los abuelos con sus familias sobrevivieron en el monte con lo que había y no regresaron hasta años después que los güachos se fueron; una historia de genocidio en la que destacan José María de la Vega, Ignacio Bravo, el comandante Azueta, y El chacal, Victoriano Huerta llega a lo que hoy es Quintana Roo, y si aquí ha sido tierra de implacables, él fue el más implacable exterminador del pueblo maya.”
María Uicab había demostrado poderío espiritual, militar y comercial para gobernar una sociedad autónoma, independiente del gobierno yucateco y mexicano. Era ella la que conversaba con la Cruz Parlante y transmitía el mensaje sagrado al pueblo; la que negociaba con autoridades de Honduras Británicas la compra de armas mejores que las de los soldados mexicanos. Fue ella la jefa militar de líderes cruzo’ob, como Bernardino Quem, e interlocutora comercial y política con distintos niveles de poder. Señala Georgina Rosado:
“En 1871, el coronel Traconis invade Muyil y Tulúm, tratando de asesinarla; no lo logra, roba su mantel, su libro de rezos, pero lo más importante para la historiografía es que roba sus cartas enviadas por los principales líderes y autoridades de Honduras Británicas. A través de esas cartas se podría desmantelar el mito de que ella o no existió o era un personaje secundario.”
Su libro de rezos fue publicado en Londres, en lengua maya, en español y en inglés, ¿por qué no exigir la aparición de este tipo de objetos patrimoniales de la cultura maya, en lugar de solicitar un perdón momificado?
Las cartas encontradas por Rosado y Chablé revelan un movimiento indígena globalizado, intensos intercambios comerciales con extranjeros. Gracias a estos investigadores, hoy sabemos que en la sociedad autónoma cruzo’ob, “las esposas de los sacerdotes no sólo compartieron investidura, poder y facultades religiosas, sino que algunas cumplieron el papel de oráculos e intermediarias con lo divino. El actual sacerdote maya de Tulum conserva escritos los nombres de los jefes militares y sacerdotes de la guerra. Figuran cinco nombres femeninos: María Hilaria Nauat, Andrea Nauat, Agapita Contreras, María Petrona Uicab y Soledad”, sin precisar su apellido. El poder era heredado por la mujer mediante el matrimonio; como Itzamná e Ixchel, la dualidad pone en igualdad lo masculino y lo femenino.
La autonomía reconstituye la cultura y el tejido comunitario. En ese medio siglo de vida independiente, en Noh Kaaj Santa Cruz, los cruzo’ob crearon una religión sincrética, rescatando elementos prehispánicos olvidados en otras partes de la República, de manera que un poder femenino, muy presente en la época prehispánica pero perdido durante la Colonia, regresa en tiempos de territorio autónomo.
Mucho tenemos que aprender de esta historia negada; ayer como hoy, la territorialidad es bandera de lucha y resistencia, ante megaproyectos y despojos que también y por desgracia, siguen vigentes.
El capitalismo ambiciona nuestros territorios. También quieren adueñarse del viento y la lluvia. El despojo sigue, cambian los administradores, pero no el sistema de explotación. El tren, el turismo, la agroindustria arrasan con la selva. La guerra, es el medio para el despojo. CNI. 2025
¿Qué tanto ha cambiado la historia?
* Doctora en etnohistoria y autora de Cantar de fuego: Judith Reyes (1924-1988)