a situación energética a nivel global es compleja. Nuestro país no es la excepción. Pemex se encuentra en un momento complicado; sin embargo, las estrategias propuestas por la presente administración muestran señales de una sólida recuperación hacia la sustentabilidad financiera y operativa. En este marco, es importante destacar que dicho renacimiento no sucederá si no somos cuidadosos y estratégicos con el plan a seguir. Así, el petróleo mexicano debe aprovecharse al máximo, pero siempre buscando que pertenezca a las y los mexicanos y proteger su soberanía. Ante esta coyuntura resulta relevante analizar el caso de Noruega para tomar tácticas útiles para el caso mexicano.
En México, tras décadas de producción en declive, cuando la cantidad de pozos petroleros activos disminuyó casi 90 por ciento y la producción nacional de gasolina cayó hasta 50 por ciento, la actual administración ha definido una agenda clara para revertir esta situación mediante un programa estratégico integral. El Plan de Desarrollo 2025-2035 propone aumentar la producción de Pemex a un promedio diario de 1.8 millones de barriles, con la explotación de campos estratégicos como Zama, en Tabasco, y Trion, en el Golfo de México, así como la modernización profunda de refinerías. La inversión proyectada para exploración en este sexenio supera 220 mil millones de pesos, y el impulso a la capacidad petroquímica nacional apunta a recuperar hasta 70 por ciento de la demanda interna, consolidando también la autosuficiencia en fertilizantes y otros productos derivados, según datos de la Secretaría de Energía.
Para orientar este proyecto, el ejemplo del caso noruego y su empresa estatal Equinor es un referente indispensable. Noruega ha logrado consolidar una industria petrolera competitiva, diversificada y sostenible, basada en la fuerte rectoría del Estado, transparencia, responsabilidad, innovación tecnológica, así como equilibrio ambiental y social. Además, se han destinado importantes recursos para la exploración continua, la electrificación de operaciones y la administración cuidadosa de sus recursos en un marco regulatorio independiente que asegura una gestión eficiente y responsable. Parte del éxito noruego radica en su capacidad de maximizar beneficios económicos para la sociedad mediante inversiones eficientes, apoyadas en un fondo soberano (el Fondo Global de Pensiones de Noruega) que administra los ingresos provenientes del petróleo y gas, con el objetivo de proteger la riqueza nacional para las futuras generaciones y garantizar estabilidad económica a largo plazo.
México puede adaptar muchos de estos principios y políticas. Es imprescindible apostar decididamente por el crudo nacional, maximizando tanto la extracción como el procesamiento interno para reducir la dependencia de combustibles importados. La visión de la administración actual trata la industria petrolera como un elemento estratégico y soberano, no como mera mercancía, lo cual debe ser la guía para proyectar un mejor futuro.
Aprovechar los recursos petroleros nacionales sin comprometer la soberanía pasa por mantener la rectoría estatal y propiedad pública sobre los hidrocarburos, principalmente a través de Pemex y otros organismos especializados. Un marco legal y constitucional sólido es clave para respaldar estas estrategias, limitando aperturas excesivas a la inversión privada y garantizando que el sector petrolero se mantenga como un pilar estratégico al servicio del interés público. La soberanía energética no implica excluir la inversión privada: es más bien incluirla bajo reglas claras, estricta regulación y respeto irrestricto al control estatal, asegurando así que la paraestatal mantenga y fortalezca su papel rector.
En este contexto, las estrategias de Noruega que podrían replicarse en Pemex incluyen una gobernanza regulatoria técnica y profesional independiente, una mayor inversión en investigación y desarrollo para diversificar la cartera productiva y un intenso esfuerzo de profesionalización para elevar la productividad laboral, pensando que gracias a mejores capacitaciones, tecnología y procesos optimizados, Noruega obtiene el doble de productividad por persona ocupada en comparación con Pemex.
Para que ésta recupere su rentabilidad y mantenga el control soberano del petróleo mexicano, es necesario continuar con la reducción responsable de la deuda, liberar recursos para inversión eficiente, mejorar la productividad mediante la capacitación y modernización tecnológica, fortalecer los controles de eficiencia y transparencia y reforzar el marco fiscal para evitar cargas excesivas que limiten la inversión. Además, es fundamental mantener el control estatal, evitando concesiones o privatizaciones que reduzcan la capacidad estratégica de la paraestatal.
Finalmente, la recuperación es un proyecto que exige un compromiso de largo plazo con la soberanía energética, la responsabilidad fiscal y la eficiencia operativa, adecuándose a las realidades internacionales, pero preservando el papel central del Estado como garante del bienestar nacional. Con visión técnica, transparencia y voluntad política correcta, Pemex puede convertirse en un motor de desarrollo sostenible para México, asegurando que los recursos petroleros sigan siendo un patrimonio estratégico para las próximas generaciones.
El petróleo mexicano es un recurso indispensable que podría garantizarnos prosperidad y recursos nacionales importantes: trabajemos juntos para optimizar y mejorar sus procesos, de tal suerte que otorguen riqueza y crecimiento para todas y todos los mexicanos del presente y del porvenir.