erdadero alquimista, Georges Sebbag transforma la lectura de un tema tan árido como es la sobrepoblación mundial en un entretenimiento a la vez sugerente y placentero. Una de las últimas figuras del surrealismo, Sebbag establece vasos comunicantes entre las abrumadoras estadísticas y la evocación de textos inspiradores e inspirados del movimiento surrealistas.
Las apabulladoras cifras que no cesan de aumentar se vuelven inconcebibles. En efecto, la mente humana puede pensar y visualizar 10, 20, 100, mil personas, pero ¿qué mente puede imaginar 5 o 6 mil millones de seres humanos sobre el planeta? Surge, desde luego, la enigmática pregunta que se invoca con los versos de T.S. Eliot en La tierra baldía: “Nunca creí que fueran tantos los que sobre el Támesis cruzaran / tantos lo que la muerte arrebatara”. Cuestión que interroga sobre la cantidad de los vivos y los muertos buscando saber cuál es superior.
“Hacia 1980”, escribe Georges Sebbag en su libro Humains, trop d’humains? Avis à la surpopulation?, tuve conciencia de que el planeta se hallaba sobrepoblado y que este estruendoso factor iba a trastornar la mentalidades y el orden de la sociedad. Cuarenta años después, la humanidad no ha cesado de crecer y multiplicarse. Pasó de 4 mil 600 millones a 8 mil millones de individuos. Dos fenómenos concomitantes marcaron este periodo: por un lado, la mundialización de la economía y el aumento de los productos de consumo; por otro lado, la devastación de una multitud de especies vivientes, el aumento de la contaminación del aire, la tierra y el agua, y, en prima, una dosis de recalentamiento climático antrópico.”
A lo largo de este clarividente ensayo sobre la explosión demográfica, Sebbag no cae en las exclamaciones alarmistas de uno de esos profetas de la catástrofe. Sebbag se limita a exponer el estado actual del planeta y a dar parte de sus reflexiones, siempre inspirado en su pasión por la literatura y el surrealismo. De Petrarca, “la vida es breve, el tiempo se borra a pasos afelpados”, a los surrealistas, a Malthus, Sebbag observa las transformaciones de la conducta humana causadas por su sobrepoblación. Pero, saber que somos 8 mil millones de habitantes no significa que lo comprendamos. El recurso al sentido del humor, apoyado en Swift, permite al autor de Humains, trop d’humains?, una aproximación a cifras difíciles de concebir.
“A Jonathan Swift (1167-1745), “surrealista por la maldad”, André Breton acuerda el honor de abrir su Antología del humor negro, donde no olvida reproducir la Modesta proposición para impedir a los niños de los pobres de Irlanda estar a cargo de sus padres y de su país, y para volverlos de utilidad pública... Swift observa que las calles de Dublín como las rutas del campo se hallan sobrecargadas de “mendigos a quienes siguen tres, cuatro o seis niños en andrajos, que importunan a los pasantes pidiendo limosna”. Con el objeto de impedir a los niños pobres mendigar, volverse ladrones o expatriarse, a falta de trabajo, Swift se entrega a sabios cálculos. Sobre una población irlandesa de millón y medio de almas, estima que nacen cada año 120 mil niños de padres pobres. El humorista concluye con una proposición que no debería levantar objeción alguna…” Un infante de un año, bien nutrido, constituye un alimento delicioso y sano, sea hervido, rostizado, al vapor o al horno, hará las delicias de los ricos. Pueden destinarse a las mesas de éstos unos 100 mil niños y reservar 20 mil a la reproducción de estos manjares.
Quizá nuestro destino, alcanzada la saturación humana en el planeta, es el canibalismo. Acabadas fauna y flora, ¿qué podremos comer sino uno de nuestros semejantes?
Englutidos en un universo fantasmático, incapaces de concebir sombras y números, Georges Sebbag insiste en la necesidad vital de comprendernos como individuos del gran número para acceder a un tiempo otra vez nuestro.