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Paseo de la Reforma: ambulantaje sobre lo rescatado
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l 20 de agosto de 2002 se iniciaron las obras de remozamiento de Paseo de la Reforma. Entre otras mejoras: cambio de señalización, reparación de aceras, guarniciones y camellones e instalación de nuevo mobiliario urbano. Las obras abarcaron de la avenida Insurgentes a la calle de Lieja. Su costo, 215 millones de pesos. Las obras se complementaron con tres bahías de ascenso y descenso de pasajeros frente al Bosque de Chapultepec, para que los paseantes accedan sin peligro al lago, al Centro de Convivencia Infantil, al zoológico y a los museos aledaños. Además 500 policías turísticos resguardan la seguridad de los 700 mil visitantes nacionales y extranjeros que acuden cada semana.

Nueve meses después, la remodelación fue inaugurada en una ceremonia presidida por el jefe de Gobierno, Andrés Manuel López Obrador. Lo acompañó la titular de Turismo federal, Leticia Navarro, quien afirmó que era “un orgullo lo que ha logrado el gobierno de la ciudad en materia de turismo, al convertir esta área en un detonador del desarrollo y de fuentes de empleo”. Y lo felicito en nombre del presidente Vicente Fox.

Por su parte, López Obrador aseguró que con las obras citadas se rescató “el carácter de espacio público y emblemático de Reforma, la vía más importante de la ciudad”. Y que hacen parte de un proyecto que incluye la avenida Juárez y el Centro Histórico. Las inversiones privadas en el tramo remozado: mil 700 millones de dólares.

Como complemento, en 2013, trabajadores de la ciudad removieron las capas de pintura sobre los pedestales de las esculturas colocadas en el Paseo de la Reforma. El objetivo: dejar la cantera en su estado normal, pulirla y permitir que la piedra “respire” a través de sus poros naturales. Tal y como estaban cuando Porfirio Díaz inauguró las primeras esculturas.

A fines de 2012, otra buena noticia: Marcelo Ebrard, jefe de Gobierno de la capital, y Felipe Leal, secretario de Desarrollo Urbano y Vivienda, inauguraron la primera etapa de la obra de rehabilitación de la avenida Juárez. Comenzó en la glorieta conformada por la confluencia de Paseo de la Reforma, Bucareli y Juárez. Es uno de los principales accesos al Centro Histórico de la ciudad y sufría una gran congestión por el intenso tráfico de automovilistas y peatones y la degradación del espacio urbano.

Las mejoras continuaron en el gobierno siguiente sobre la avenida Juárez: del Monumento a la Revolución al Eje Central Lázaro Cárdenas. Amplias aceras, nuevas luminarias; le regresaron su belleza al monumento en recuerdo del Benemérito de las Américas. Y, además, se le regresó su esplendor a la Alameda, el espacio urbano verde más antiguo de América. Se le cambió el piso de los andadores, iluminación moderna; rescataron fuentes, esculturas y zonas verdes. Relucientes sus áreas adyacentes, como la avenida Hidalgo y la explanada frente al Palacio de Bellas Artes.

Pero desde el sexenio pasado, una inmensa e incontenible ola de vendedores ambulantes avanzó desde la calle Lieja y el Monumento a la Revolución y cubrió todo lo rescatado. Saturó también las calles que ya estaban en poder de la economía informal. Una muestra de lo que sucede en el resto del país: crece más esta actividad que la formal. Y el origen: millones de personas buscan obtener un ingreso para subsistir vendiendo en las calles la más diversa mercancía. No gozan de seguridad social y padecen los rigores climáticos y la contaminación.

Además, son víctimas de dirigentes venales, que les cobran derecho de piso a cambio de protección. Líderes a su vez en connivencia con los responsables de combatir el ambulantaje en ciertas áreas citadinas; con políticos que se benefician electoralmente de los más pobres; de funcionarios diversos.

Una muestra visible de que el crecimiento económico beneficia a los de siempre: la banca, las trasnacionales; a los personajes que aparecen en la lista de Forbes. También de las numerosas promesas incumplidas de las autoridades de reubicar a los ambulantes en lugares adecuados. Así, al más bello Centro Histórico de América, el que nos describe en La Jornada cada domingo Ángeles González Gamio, lo oculta el gigantesco mercado al aire libre, en perjuicio del comercio establecido y de los miles de visitantes de México y el exterior. Un problema, entre muchos otros, que crece por toda la ciudad y su área metropolitana.