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Un día iba a poner una inyección, pero atendió su primer parto

En cuatro décadas como partera, María Magdalena ha ayudado a mujeres entre 12 y 40 años

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▲ Hija de un curandero y una partera, la labor de María Magdalena en la medicina tradicional ha sido reconocida por el IMSS y el gobierno de Hidalgo, entre otras instancias.Foto cortesía
 
Periódico La Jornada
Lunes 4 de agosto de 2025, p. 10

Con una jeringa de vidrio, algodón y alcohol, María Magdalena fue a la casa de su vecino para aplicar una inyección, pero al llegar se encontró con Sofía a punto de dar a luz. Ese día inició su trabajo como partera y, cuatro décadas después, a sus 76 años, mujeres entre 12 y 40 años la siguen buscando. Le tienen confianza.

Aunque ya no atiende alumbramientos, todavía ayuda a quienes se acercan para vigilar su embarazo. Vive en la comunidad de Huitzitzilingo, en la sierra hidalguense, a 40 minutos de Huejutla; es una comunidad nahua con poco más de 3 mil 700 habitantes, según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Labora como partera rural y ha sido reconocida por el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) y el gobierno estatal, que le dio el título de patrimonio cultural vivo en 2021.

María Magdalena Hernández viene de una familia de médicos tradicionales. Su mamá fue partera y su padre curandero. Igualmente, uno de sus tres hijos se graduó de médico y trabaja en el mismo pueblo.

La partería es una práctica ancestral reconocida apenas en 2024 en la Constitución, artículo 2, para garantizar el desarrollo integral de la medicina tradicional mexicana y de su ejercicio.

Reconocimiento a su labor

Cuando el gobierno de Hidalgo le entregó el título de patrimonio vivo, y luego de la reforma constitucional que reconoce a los pueblos originarios y su cosmovisión, María Magdalena recibió el diploma, unos anteojos y un poco de despensa. Sin embargo, ni su labor ni la del resto de sus compañeras tuvo un cambio significativo. De todas maneras, agradece el galardón estatal por su labor.

Como parte de su trabajo, la partera utiliza hierbas que crecen en la zona, como el ticuiliche (Polygonum bistorta), una planta que se usa principalmente para aliviar dolores estomacales de la madre y el recién nacido. De entrada, aplica unos masajes ventrales útiles para confirmar el embarazo y otros para relajar a la madre. También les enseña ejercicios de respiración y les ofrece remedios herbolarios que facilitan el nacimiento.

María atiende también a los recién nacidos cuando no hay disponibilidad de servicios médicos locales por saturación o escasez, o si la familia prefiere que los revise la partera. Principalmente les ayuda a resolver problemas de estreñimiento.

Me traen al bebé mal, llora y llora, hasta se pone morado, puja para hacer del dos, pero no puede, cuenta y asegura que los padres muchas veces los llevan al médico, pero no son atendidos, por lo que prefieren acudir con ella. Primero me pongo a sobar la barriga del bebé, aunque llore, se siente su pancita como si fuera una piedrita.

El procedimiento comienza desnudando al bebé para después colocarlo boca abajo. Le sobo tantito su espalda y le meto la punta del termómetro por donde hacemos del dos, despacito. Hago como una crucecita por dentro con el termómetro y hasta me empuja la mano cuando viene con toda su fuerza. El bebé grita y se va todo el aire y la popó.

María Magdalena comenta que muchas familias quedan en deuda con ella tras el parto, pues no le pagan por sus servicios. A ella no le importa, pues las recibe en el siguiente embarazo. Cuando acuden nuevamente les recuerda la deuda de la atención anterior. Las personas aseguran que le pagarán, pero se alivia, y se les olvida. Yo no voy a andar cobrando a sus casas, ya están grandes, ya saben a dónde deben.

Si es niño, el costo es mayor

Según las tablas de cobranza en las localidades de la sierra de Hidalgo, comenta María, el costo de atención cuando nace una niña es de 400 pesos, mientras el de un niño cuesta 500, debido a la cultura patriarcal que prioriza a los varones.

Para la Secretaría de Salud (Ssa), la medicina indígena tradicional es un conjunto de saberes alrededor de la salud y la enfermedad de los pueblos indígenas, que han sido acumulados y organizados a lo largo de su historia. Dice que el trabajo de las parteras rurales en México es indispensable en las comunidades donde predominan las lenguas indígenas, ya que las madres se sienten identificadas y confiadas al poder comunicarse de manera más efectiva con quien las atiende desde el inicio del embarazo, el parto y el posparto, por lo que desarrollan una atención integral con las mujeres de su comunidad.

María lo entiende así: Cuando empecé eso, me enseñó Dios, nuestro padre; él fue quien me dio el don para hacer ese trabajo. La Virgen María es la que me dio todo, su hierba, lo que ha hecho ella, hasta las flores.