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El original castillo Disney fue nombrado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco
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▲ Castillo Neuschwanstein.Foto tomada de la página de la Unesco /J. Beck © BSV, Beck
 
Periódico La Jornada
Viernes 18 de julio de 2025, p. 9

¿El castillo más campestre de la cristiandad? Sin duda lo esNeuschwanstein, en lo profundo de los Alpes bávaros.

Entre prados y montañas, la ciudad del rey Luis II, en la cima de una colina, se alza hacia el cielo. Las divertidas curvas de sus torres y torretas serán reconocidas al instante por cualquiera que haya visitado un parque temático de Disney: el propio Walt eligió Neuschwanstein como modelo para el castillo de la Bella Durmiente. Copias de esta edificación decoran parques temáticos desde California y Florida hasta París y Japón.

El monarca bávaro imaginó un castillo de caballeros medievales que fuera sagrado e inaccesible y donde pudiera respirar el aire del cielo.

El monarca no llamó a arquitectos, sino a escenógrafos teatrales que compartían su obsesión por la ópera wagneriana y que claramente no estaban familiarizados con el concepto de Mässigung (moderación).

Embellecieron Neuschwanstein con motivos de los grandes éxitos de Wagner. Elementos de Parsifal, que evocan las almas perdidas, decoran la Sala de los Cantores, incluyendo un mural del bosque sagrado que rodea el Castillo del Santo Grial.

El jefe del Schloss (castillo) tenía un estado que gobernar. Luis II ordenó que las salas de estar y la zona de teletrabajo estuvieran conectadas por una elaborada gruta. El dormitorio real, por su parte, se asemeja a una capilla bizantina, con querubines y la luz de las estrellas para arrullar al cansado soberano.

Un solo castillo no basta a ningún rey que se precie. El resto de la cartera de Luis comprende Herrenchiemsee, Linderhof y la Casa Real de Schachen, todos ellos incluidos en la lista de la Unesco junto con el popular Neuschwanstein.

Sin embargo, el tesoro bávaro no estaba contento. La impresionante escala y la complejidad de la visión del rey llevaron al estado a la ruina. Quince años después de la colocación de la primera piedra en Neuschwanstein, pero antes de que se cumplieran todos los grandiosos planes de Luis, los líderes políticos de Baviera declararon demente a su rey. Había vivido menos de seis meses en el castillo.

Poco después, el bello soñador murió en circunstancias misteriosas, junto con su médico.

Tan sólo siete semanas después, Neuschwanstein abrió sus puertas como atracción turística, a pesar de que el rey lo describió como tal. Desde entonces, el castillo se ha convertido en un ícono del turismo bávaro.

Y por fin la Unesco ha reconocido la riqueza cultural de tan gloriosa locura añadiéndola a su lista de Lugares Patrimonio de la Humanidad.