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El fantasma del canto de José de Molina
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l año 1973 fue vital para la nueva canción mexicana. El Palacio de Bellas Artes abrió por primera vez sus puertas para conciertos de Los Folkloristas y Óscar Chávez. En enero de ese año se creó el Centro Libre de Experimentación Teatral y Artística (Cleta), y a raíz del golpe militar en Chile se desencadenaron funciones masivas en el Auditorio Nacional, con el antecedente previo de la función el 28 de octubre en la Arena México a favor de los damnificados.

El 13 de junio de ese año en el Teatro Blanquita de la Ciudad de México se realizó una función especial auspiciada por el Sindicato de Trabajadores y Empleados de la UNAM (STEUNAM). Participaron Enrique Linares, Los Montejo, el músico y pintor Mario Orosco Rivera, el grupo La Peña Móvil y José de Molina.

No era la primera vez que José de Molina se presentaba en un teatro, anteriormente lo estuvo en algunos teatros del Seguro Social, participando como actor en las obras Pueblo Rechazado y Compañero, del dramaturgo Vicente Leñero, bajo la dirección de Gabriel Retes. Dichos trabajos eran parte de la compañía de Teatro Documental de la que también formaban parte Enrique Lizalde, Guillermo Murray, Carlos Bracho y José Carlos Ruiz. Para Compañero, José de Molina compuso tres canciones: Marcha de las madres latinas, Nocturno y Se acabó, que fueron editadas en su primer disco sencillo, que se vendía en las funciones. Aunque José de Molina no participó en la obra Los albañiles, también de Leñero, musicalizó e interpretó un corrido de este dramaturgo y que se escuchaba durante el intermedio.

El Teatro Blanquita fue fundado en 1960 por Margo Su. Era uno de los principales atractivos para los capitalinos, sobre todo para la gente de provincia que venía a visitar la capital del país. En su marquesina estaban los nombres de las principales figuras del espectáculo, en su mayoría artistas populares. A raíz de la relación que tuvo Margo Su con Juan Ibáñez (director de la película Los caifanes) se fueron modificando formatos en la programación y comenzaron a presentarse Ofelia Medina y Óscar Chávez, entre otros. El primer disco de Parodias políticas, de Óscar Chávez fue grabado en su mayoría precisamente en el Teatro Blanquita en 1975.

Chávez y De Molina fueron estudiantes de la Escuela Teatral del Instituto Nacional de Bellas Artes. A pesar de sus cualidades ambos tuvieron que dejar la actuación. El primero porque encabezó junto con Enrique Lizalde la lucha contra la Asociación Nacional de Actores (ANDA), formando la Sociedad de Actores Independientes (SAI), motivo que el costó el veto en teatros, cine y televisión. En cuanto a De Molina el trabajo con sus presentaciones por todo el país y la administración de su propia compañía de discos, Nueva Voz Latinoamericana, lo mantuvieron ocupado. Además de la censura y los intereses opuestos a un arte crítico de quienes mantenían el control del cine, el teatro y la televisión.

A lo largo de los años, desde 1970 hasta su fallecimiento José de Molina editó 10 discos de larga duración, un álbum doble, varios discos sencillos, y la redición compilatoria de un disco en Alemania. Además de publicar dentro de su compañía discos de Othoniel Llanas, Los Nakos, Enrique Ballesté, Ángela Martínez, Vientos para un Nuevo Día y del grupo argentino Siripo. Para realizar sus grabaciones José de Molina recurrió a varios músicos y arreglistas, entre ellos Edgardo Olvera (quien también fue arreglista y director musical de Diego Verdaguer). Lamentablemente sólo editó discos y casetes de su obra y no pudo entrar a la era digital por lo que su discografía se encuentra trastocada en las redes sociales.

Pero el fantasma de sus cánticos suele aparecer continuamente, sobre todo ­dentro de los movimientos sociales. En especial de quienes fueron el motivo, la razón y el arrebato de sus composiciones. Una de las características de los discos de José de Molina era incluir textos como lo fue el del Movimiento del Magisterio, incluido en el disco Cánticos y testimonios (1971), y la Marcha al Magisterio Independiente, incluida en el disco Contraconfesiones (1981) que ahora es uno de los himnos de los maestros. Por ello nuevamente estuvo presente su canto en las recientes movilizaciones legítimas del magisterio.

Lamentablemente la nueva canción, o como se le quiera llamar, sigue presente porque las condiciones no han cambiado del todo; persisten los motivos y los escenarios; continúa como un espectro. Por fortuna en la actualidad estudiantes e investigadores se han dado a la tarea de recuperar la memoria y los testimonios de la canción en los movimientos sociales, no basta su inclusión en billetes de lotería o que su nombres aparezcan en casas de cultura y demás. Esta canción es viva y está en constante movimiento.