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Maíz: la no política
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éxico está cosechando la falta de políticas agrícolas y el desmantelamiento de instituciones que tenían por objeto fortalecer la producción de alimentos. El maíz es el alimento básico del país, pero su producción en 2024 ha sido la más baja desde hace 20 años y se continuará reduciendo durante este año.

Desde la puesta en marcha del TLCAN, muchas de las instituciones y políticas de regulación fueron eliminadas como condición para la operación del tratado. Los campesinos y agricultores tuvieron que obligar a los sucesivos gobiernos, de distintos partidos, a construir mecanismos, programas y sistemas que permitieran alguna rentabilidad al campo frente a la competencia de mercado abierta con Estados Unidos.

A golpe de movilizaciones y negociaciones se construyeron alternativas que en alguna medida permitieron mantener una producción de cultivos básicos esenciales para no dejar la alimentación de la población a merced de las importaciones y las trasnacionales.

Pero durante el sexenio del presidente López Obrador estas instituciones se eliminaron y sus recursos se destinaron a subsidios asistenciales individuales y a programas inoperantes como el de Precios de Garantía.

Se liquidaron los mecanismos e instituciones de financiamiento, seguro y comercialización, desaparecieron los recursos para infraestructura, se redujo el presupuesto a programas de sanidad vegetal y animal.

Pero la agricultura, a diferencia de otros sectores, depende de la naturaleza y su rentabilidad no está garantizada, así en la mayoría de los países que tienen una agricultura fuerte el Estado interviene con políticas de fomento, regulación y protección que disminuyen la incertidumbre inherente a la actividad.

La agricultura comercial de granos básicos fue abandonada al mercado cuando tiene que competir con la agricultura estadunidense, con fuertes subsidios y programas de apoyo.

Detrás de esta destrucción de programas estuvo la idea errónea de convertir los programas agrícolas que debían lograr que la actividad fuera rentable –porque nuestros alimentos provienen de la agricultura– en programas de asistencia y en el mejor de los casos de reducción de la pobreza.

El Servicio de Información Agropecuaria y Pesquera (SIAP) difundió en mayo pasado que el campo del sur del país crece tres veces más desde 2019, gracias a la transformación de las políticas en el agro (http://bit.ly/3HQcGbz). Lo que explica en sus datos es que la producción agrícola de los estados del sur crece tres veces más que antes, pero también explica que la producción agrícola del norte y el occidente crece casi cuatro veces menos. Así, en vez de lograr que la producción agrícola aumentara al crecer la de los estados del sur y sureste, la destrucción de las políticas logró que la producción del occidente y el norte se redujera cuatro veces. A nivel nacional esto se refleja en que la tasa de crecimiento anual media de la producción agrícola entre 2003 y 2018 creció a 2 por ciento, pero entre 2019 y 2023 subió sólo a 0.9 por ciento. ¡Nada que festejar!

Los efectos de esta falta de política no se hicieron esperar y las importaciones de maíz crecieron a partir de 2021 a más de 17 millones de toneladas, para aumentar a 19.7 millones en 2023 y cerrar en 2024 con 23.6 millones de toneladas. La mayoría del maíz importado es maíz amarillo destinado a forraje y para alimentos industrializados de consumo humano, pero también de maíz blanco destinado principalmente a la producción de tortillas.

La producción nacional de maíz, según datos optimistas del SIAP se mantuvo estancada en alrededor de 27 millones de toneladas a partir de 2019, excepto en 2022, cuando se redujo a 26.5 millones para caer en 2024 a alrededor de 23.3 millones de toneladas según los avances de siembras y cosechas.

El gobierno culpa a la sequía de la caída en cerca de 4 millones de toneladas en la producción de maíz para 2024, pero también es el resultado de la falta de políticas. La principal caída se dio en el ciclo otoño-invierno, cuando la siembra se redujo y disminuyó la producción a menos de 5 millones de toneladas, que había oscilado entre 8 y 9 millones. La producción de Sinaloa es determinante de este ciclo. El informe del SIAP señala que la producción agrícola de Sinaloa entre 2003 y 2018 creció a una tasa anual media de 3 por ciento, pero entre 2019 y 2023 se redujo cada año 4.4 por ciento y es el estado que, a pesar de ser agrícola, registra la mayor caída.

El ciclo primavera-verano tuvo una menor reducción de las hectáreas sembradas con maíz en 2023 y 2024, lo que provocó la reducción de la producción, que pasó de 19.9 millones en 2017 a 18.5 y 18.1 millones en 2023 y 2024. En el informe del SIAP, Jalisco y Chihuahua redujeron su crecimiento anual de 3.0 y 3.9 por ciento en el periodo 2003-2018 a 1.2 y 1.8 por ciento entre 2019 y 2023.

Gracias a esta falta de políticas comeremos cada día más maíz de Estados Unidos.

* Directora del Centro de Estudios para el Cambio en el Campo Mexicano