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Economía moral

¿Es posible una teoría económica crítica? Libro de Márkus et al critica a El capital de Marx y pone en duda la viabilidad del comunismo (14ª entrega)

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yörgy Márkus (GM), Janos Kis (JK) y György Bence (GB), continúan en How is Critical Economic Theory Possible? (HICETP), después de señalar, como dije al final de la entrega anterior –que a Marx (Mx) no le impresionaron las dificultades que las economías socialistas (SCL) centralmente planificadas que él vislumbraba podrían tener– que el capitalismo (CPL) más desarrollado que Mx conoció no usaba todavía la plasticidad de las necesidades (N) para configurar y transformar el consumo de masas, aunque en El capital (EC) afirma que incluso las N más elementales son conformadas por la producción social. También señaló que el valor de la fuerza de trabajo (VFT) es variable en función de las N reconocidas de los trabajadores, cambio que ocurre sólo a largo plazo. Sostenía que a corto plazo estas N pueden concebirse como fijas, no porque él desconociera los cambios cualitativos en los bienes de consumo o ignorara los cambios cualitativos y cuantitativos en el consumo obrero asociados a los periodos de auge, cuando aumentan los salarios. En estos casos aumentan los precios. Mx veía el auge como un fenómeno temporal que no modifica la estructura de las N reconocidas de los obreros. Con esta idea en mente, concluía que la distribución directa de bienes y la eliminación de los mercados en el SCL no sería un problema importante. Mx podría entonces pensar que sería suficiente registrar los datos del periodo previo y corregirlos con algún tipo de encuesta pública y los datos censales recientes, para predecir lo que la sociedad necesitaría en el siguiente periodo. Pero GM, JK y GB apuntan que Mx tuvo que pagar un alto precio por ser incapaz de distanciarse de esta visión. Mx entendió el SCL como un sistema social en el cual cada individuo puede realizar libremente su potencial inherente y resulta difícil imaginar tal sociedad sin una oportunidad real para todos de explorar y satisfacer N que no están fijas por tradición, lo que presupone una economía dinámica capaz de ampliar continuamente el conjunto de elecciones de consumo. A menos que se entienda el SCL como sistema social para ascetas y virtuosos morales no puede desentenderse de la diferenciación y cambio dinámico de las N. Si las N son abiertas y variables, el modelo económico de SCL en el que las N y la producción (Pr) son coordinadas ex ante por la planeación central basándose en las propiedades naturales de los objetos de las N y en la métrica natural del tiempo de trabajo (TTr), se tropieza con dificultades insuperables. Lo producido y lo necesitado no coincide y puesto que la comunidad sólo puede percatarse de que ha producido muy poco o demasiado de un bien cuando los inventarios han crecido por arriba de lo normal o cuando la insuficiencia de bienes se hace evidente, los productores asociados sólo pueden restaurar el equilibrio retrospectivamente. ¿Debemos entonces considerar la economía centralizada basada en el tiempo de trabajo (TTr) como un mecanismo de prueba y error, similar al mercado? O deberíamos más bien suponer que, a diferencia del mercado en el que los desequilibrios no están bajo control social, la economía de TTr centralizada es capaz de mantener la sub/sobreproducción en límites reducidos?

Hasta hace poco, continúan GM, JK y GB, los apologistas de la economía administrativamente planeada, solían argumentar que los desequilibrios no podrían llevar al colapso de la producción en este tipo de economías, porque en ellas las unidades de Pr no cubren los gastos del siguiente periodo de producción con el ingreso de sus productos. En ellas la asignación de los medios de Pr a las unidades de Pr procede por canales totalmente independientes de los responsables de la distribución de bienes de consumo. El desempeño de las unidades de Pr no se mide en términos de la diferencia entre ingresos y gastos, sino en términos de los indicadores fijados por el centro. La producción constituye un ciclo económico cerrado: puede ser renovado sin interrupción incluso si el acervo completo de bienes de consumo fuese destruido, con la excepción del mínimo necesario para la subsistencia de la producción. No es una virtud de un sistema económico el que no registre como falla de una unidad de Pr si sus productos van a la basura. Cierto que la planeación central puede restaurar el equilibrio entre N y Pr por aproximaciones sucesivas, redirigiendo las capacidades que produjeron excedentes a la Pr de bienes que fueron insuficientes. Pero la corrección en la economía centralmente planificada es más lenta que la del mercado: lo opuesto a lo que Mx suponía. El mercado es más sensible a cambios en las circunstancias. En el mercado la relación entre oferta y demanda es regulada por los cambios de precios, que suben o bajan en respuesta a la demanda excesivas. Los cambios en los precios proveen información a las unidades de Pr sobre el medio económico, mientras las economías de planeación central no tienen un mecanismo funcionalmente equivalente. En ellas las unidades de Pr reciben información sobre la N de los bienes y sobre los costos relativos a los que pueden proveer esos bienes, sólo a través de la instancia central. Si los planes recientes cubren o no la estructura de N, sólo se descubre cuando las instancias centrales registran el resultado de la ejecución de sus planes. La inflexibilidad relativa de la economía planificada significa que reacciona más despacio y a costos más altos a N cambiantes que el mercado; no descartan la posibilidad de que una economía centralizada haga su trabajo mediante aproximaciones sucesivas. Si este fuese el único precio por pagar por la eliminación del mercado, sería razonable considerar si las ganancias sociales de dicha transición serían o no suficientes para sobrecompensar las pérdidas de eficiencia económica. Sin embargo, hay mucho más que considerar. Si bien la administración de las cosas, Mx pensaba, reemplazaría los sensores del mercado por la contabilidad central, la conducta de los consumidores seguiría siendo descentralizada. Los productores asociados (PA) pueden decidir, centralmente, como comunidad, qué producir, pero no pueden y no deberían decidir centralmente lo que deberían consumir. Mx tomó muy en serio la autonomía de los consumidores. Concibió el consumo individual basado en la recepción, por parte de cada productor, de un certificado de la sociedad por su trabajo que lo autoriza a tomar lo que quiera de los almacenes colectivos de bienes de consumo, hasta el límite de dicho certificado de TTr. La misma cantidad de trabajo que ha dado a la sociedad la recibe de otra forma. Intercambio de valores iguales. Estos certificados no son dinero, no circulan, dice Mx.

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