
Sábado 21 de junio de 2025, p. 7
Nueva York. Jaws (Tiburón), de 1975 de Steven Spielberg, su segundo largometraje, dejó una huella tan profunda en la cultura y en Hollywood que casi ninguna ida al cine, y mucho menos a la playa, ha sido igual desde entonces.
Pocas películas han estado tan perfectamente adaptadas a su tiempo y lugar como Tiburón que hace medio siglo se desplegó por todo Estados Unidos en un entonces novedoso estreno a gran escala acompañado por la campaña publicitaria de fin de semana de estreno de Universal Pictures. Jaws no fue exactamente la primera película en intentar devorar a los espectadores de cine de un solo bocado, unos años antes, The Godfather (El Padrino) más o menos lo intentó, pero Jaws estableció –y todavía en muchos sentidos define- lo que es una película de verano.
Eso coloca a Jaws en el nacimiento de una tendencia que desde entonces ha consumido a Hollywood: la era de los blockbusters. Cuando se estrenó en 409 cines y recaudó un entonces récord de 7.9 millones de dólares en sus primeros días, Jaws estableció el modelo que ha sido seguido desde entonces por cada película de acción, de superhéroes o de dinosaurios que ha intentado ser grande en el verano, una temporada que era somnolienta en los cines antes de que llegara Jaws.
Y sin embargo, el legado de la cinta va más allá de ser la pionera de los blockbusters de verano de Hollywood. No es posible, 50 años después, ver la película de Spielberg y sólo ver el comienzo de una bonanza de taquilla, u otras obras que han buscado igualarla. Es simplemente una película demasiado buena –y demasiado diferente a tantos aspirantes– para ser meramente innovadora. Es una obra maestra por derecho propio.
Supercargó el lenguaje del cine
, dice el cineasta Robert Zemeckis en el próximo documental Jaws @ 50: The Definitive Inside Story (Jaws a los 50: La historia definitiva desde dentro), que se estrena el 10 de julio en National Geographic.
Ese documental, con la participación de Spielberg, es sólo una pequeña parte de las festividades que acompañan el aniversario de la película. Martha’s Vineyard, donde se rodó la cinta, está organizando de todo, desde conciertos hasta disfraces de perros con temática del filme. “También será transmitida en Peacock hasta el 14 de julio, junto con una emisión en horario estelar el viernes en NBC, que incluye una introducción de Spielberg. El aniversario de Jaws se siente casi como un feriado nacional, y tiene motivos para ser así”.
A pesar de que Jaws es una de las películas más influyentes, Hollywood no siempre ha aprendido las lecciones correctas de ella. Necesitamos un barco más grande
quizás se ha tomado demasiado literalmente en películas que han dependido bastante de la escala y el espectáculo, cuando ninguna de esas cosas realmente tuvo mucho que ver con la brillantez del clásico de Spielberg.
Para el 50 aniversario de la película, examinamos algunos puntos que el Hollywood de hoy podría aprender de Jaws 50 años después.
Cada vez que vuelvo a ver el filme –lo cual recomiendo encarecidamente en alguna pantalla grande y preferiblemente con un océano cerca– me maravillo de cuánto obtiene de su escenario en Martha’s Vineyard.
Dónde se ruedan las producciones cinematográficas hechas en Estados Unidos ha sido un tema candente últimamente. Varios incentivos fiscales a menudo determinan las ubicaciones de rodaje de películas, con decorados o imágenes digitales para completar el resto. Pero Jaws te muestra todo lo que puedes obtener de una locación más allá de los estímulos fiscales.
Spielberg estaba convencido de que la adaptación de la novela de Peter Benchley –inspirada en los veranos de la infancia de Benchley en Nantucket– no debería hacerse en estudios. Después de buscar a lo largo de la costa atlántica, se decidió por la isla vecina de Nantucket. Al igual que su primera película, Duel, ambientada en el desierto de Mojave, Spielberg quería que su tiburón mecanizado nadara en un lugar real y definible.
“Sentí lo mismo sobre Jaws”, señala Spielberg en el documental. Quería ir al entorno natural para que hubiera algún tipo de verosimilitud. Así que necesitaba estar en el océano, mar adentro
.
No fue fácil. El presupuesto de Jaws casi se triplicó a 9 millones de dólares y el rodaje se extendió de 55 a 159 días. Spielberg nunca más estaría bajo presión financiera en una película, pero la tortuosa producción de la cinta lo puso bajo el microscopio. Un informe de Ap de 1975 comenzaba: Es noticia cuando un director de cine de 26 años se pasa dos millones de dólares del presupuesto y dos meses y medio del cronograma y logra evitar ser despedido
.
Más que en cualquier otro momento de su carrera, Spielberg se preocupó.
Cuando el director estadunidense estaba listo para comenzar a filmar, su atracción principal no lo estaba. El tiburón mecanizado, apodado Bruce en honor al abogado del realizador, sufría fallos frecuentes que obligaron a Spielberg a encontrar diferentes enfoques para filmar sus escenas de tiburón al principio de la película.
Jaws se convirtió, para Spielberg, en una especie de homenaje a Psicosis de Alfred Hitchcock. El suspense provenía menos del tiburón que del miedo a lo desconocido y esa pregunta que eriza la piel: ¿Qué hay en el agua? Spielberg, con la ayuda significativa de la partitura instantáneamente icónica de John Williams, retrasó la aparición de su Gran Blanco hasta bien entrada la película.
La elipsis visual
, escribió la crítica Molly Haskell, creó una amenaza y terror mucho mayores, ya que el tiburón no está en ninguna parte y en todas partes
.
Spielberg una vez estimó que los retrasos mecánicos de Bruce añadieron 175 millones de dólares a la taquilla de la película. En su estreno inicial recaudó 260.7 millones de dólares a nivel nacional en 1975. Ajustado por inflación, eso es alrededor de mil 500 millones de dólares. Hoy día, el tiburón casi con certeza se haría, como la mayoría de las criaturas de películas, con animación por computadora. Pero Tiburón mostró que a menudo la fuente más poderosa de temor es nuestra imaginación.