Jueves 29 de mayo de 2025, p. 4
Sencilla, genial, comprometida y rebelde, así fue recordada Rosario Castellanos (1925-1974) por la escritora Elena Poniatowska y el antropólogo Carlos Navarrete en el homenaje que la Escuela Carlos Septién García rindió ayer a la narradora y poeta en el centenario de su nacimiento, cumplido el 25 de mayo.
Reunidos en el Centro Cultural Bella Época del FCE, la autora y el investigador sostuvieron una charla ante la comunidad estudiantil y docente de ese centro educativo en la que entre recuerdos y anécdotas
evocaron diversas facetas de la también diplomática.
Siempre se reía de sí misma, nunca se daba importancia. Escribió que en Chiapas una vez se subió a un caballo al revés: con la cabeza hacia la cola. Siempre hacía énfasis en sus errores y nunca en sus aciertos
, asentó Poniatowska.
Es una de sus facetas con las que más me he identificado, porque en general los escritores suelen tener una idea solemne de sí mismos, y ella jamás la tuvo. Su escritura estaba al servicio de causas y de su poesía notable
. Asimismo, destacó la enorme influencia de la autora de Oficio de tinieblas al afirmar que, como embajadora en Israel, fue admirada por la ex primera ministra Golda Meir, y en México su poesía y su activismo feminista marcaron época.
Acerca de esto último, aseguró que Castellanos ofreció un gran discurso que cambió mucho la situación de las mujeres
en nuestro país. Fue en la residencia oficial de Los Pinos, ante el entonces presidente Luis Echeverría, en el que remarcó que no era justo que sólo un sexo, el masculino, tuviera todas las oportunidades
.
Al hablar de la solidaridad y el compromiso social de la poeta y narradora, Poniatowska recordó el poema Memorial de Tlatelolco, escrito a solicitud suya tras la masacre del 2 de octubre de 1968: Me lo entregó en una noche. Ningún poeta responde así de rápido
.
Carlos Navarrete resaltó la labor de Castellanos en el Instituto Nacional Indigenista, donde a mediados del siglo pasado colaboró en el Teatro Petul, proyecto que se valía del guiñol como herramienta educativa para hablar de derechos, salud y educación a las comunidades indígenas chiapanecas.
Tras compartir que la literatura de la autora se nutrió de su convivencia en esa época con los antropólogos y de su sensibilidad hacia las injusticias –ejemplificó con el libro Ciudad Real–, el también arqueólogo subrayó cómo en Chiapas todo lleva su nombre, desde calles, farmacias y gimnasios hasta las multas de tránsito. Hay quienes no la han leído, pero saben que fue alguien muy respetable
.
El homenaje Rosario Castellanos: El eterno femenino fue organizado por la escuela Carlos Septién como parte de sus festejos por su 76 aniversario. El programa también incluyó una conferencia de Gabriel Guerra Castellanos, hijo de la escritora, y una sesión de lectura en voz alta.